El cielo protector
Lo que ordena este material de imponentes espacios naturales y rostros telúricos de actores no profesionales es un relato en tres tiempos
MIMOSAS
Dirección: Oliver Laxe.
Intérpretes: Ahmed Hammoud, Shakib Ben Omar, Said Aagli, Ikram Anzouli.
Género: aventuras. España, 2016
Duración: 96 minutos.
En Un episodio distante, relato de Paul Bowles publicado en 1945, un lingüista que viajaba a Marruecos para estudiar las variedades del magrebí acababa absorbido por la irresoluble posibilidad de comunicación entre Oriente y Occidente. El artista y cineasta experimental Ben Rivers adaptó la historia, sustituyendo al profesor de Lengua por un cineasta, en The Sky Trembles and the Earth is Afraid and the Two Eyes are Not Brothers (2015), una película que, directamente, parasitaba el rodaje de Mimosas, el segundo, enigmático e inagotable largometraje del gallego Oliver Laxe. Mimosas le lleva la contraria al parentesco propuesto por Rivers al proponer un territorio de diálogo entre Oriente y Occidente a través de una ficción que, bajo el signo del camino espiritual, fusiona el relato mítico y la película de género, con lo fantástico, el wéstern y la aventura fusionándose en extraña armonía.
Todos vós sodes capitáns (2010), ópera prima de Laxe, podría ser una pariente muy lejana de Mysterious Object at Noon (2000), primer largo del tailandés Apichatpong Weerasethakul: las dos películas asumían su condición de creación colectiva y en ambas la ficción parecía escapar al control del cineasta para asumir una vida propia. Laxe aprovechaba el experimento para cuestionar su propia mirada de intruso en una realidad cultural ajena. Con Mimosas, el director parece haber superado ese estado de cuestionamiento para convertirse en uno de esos cineastas españoles que, como Miguel Llansó y César Velasco Broca, han encontrado su identidad en la lejanía y la otredad.
Mimosas no es la película que uno podría haber esperado –o incluso temido- a partir de una mínima información sobre su génesis: no dominan aquí ni la fascinación antropológica, ni la contemplación estática, porque lo que ordena este material de imponentes espacios naturales y rostros telúricos de actores no profesionales es un relato en tres tiempos –asociados a distintas posiciones en el acto de la oración- y desarrollado en dos universos comunicantes –un presente alegórico y el territorio intemporal de la aventura- que habla, en clave acusadamente personal, del poder transformador de la fe. Un mensaje cifrado en una poética de alcance universal.
Babelia
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