“México ha perdido el sentido de apostolado en la cultura”
Heredero de Octavio Paz al frente de la revista Letras Libres, el historiador mexicano recibe el premio FIL al mérito editorial
Enrique Krauze conoció a Octavio Paz en un cementerio. “Estábamos en el panteón y vi una figura caminando detrás de unos cipreses. Era Octavio asistiendo discretamente al funeral de Daniel Cosío Villegas”. Los dos fueron sus maestros en la academia y en revistas culturales faro del México de los setenta como Plural o Vuelta. A los dos, nunca dejó de llamarles de usted. “Paz me pidió varias veces que nos tuteáramos. Yo preferí optar por esa forma elegante del tuteo que es hablarse de usted”. Krauze (Ciudad de México, 1947) ha recibido esta semana el premio FIL al mérito editorial.
Primero fue la Ciencia. Ingeniero industrial, compaginó su trabajo en las empresas litográficas de su padre con la carrera como historiador y editor. Era el más joven de la camada en Vuelta. Muerto el maestro, compró las acciones de la empresa y le cambió el nombre. La secuela se llama desde 1998 Letras Libres.
Pregunta ¿Por qué cambio la Ciencia por la Historia?
Respuesta. El gusanito de la historia me picó desde muy temprano. Hice un doctorado en el Colegio de México, pero hasta principios de los noventa combiné la vida de un empresario con la de un escritor. En el Colegio de México tuve como maestro a Cosío Villegas, fundador del Fondo de Cultura Económica, ensayista, historiador, economista, empresario cultural, editor. Le dediqué mi tesis y le visité cada miércoles hasta que murió. Su impulso me deslumbró. Me marcó muchísimo.
P. ¿Cómo conoció a Paz?
R. En el funeral de Cosío Villegas. Yo llevaba casi un año colaborando en Plural y él me dijo que conocía mis textos. Yo tenía 28 años y Octavio, 61. En la portada del antepenúltimo número de la revista aparecimos juntos: él con un ensayo sobre Cosío y yo con una parte la biografía que preparaba.
P. ¿Cómo fue la transición de Plural a Vuelta?
R. Tras un golpe del Gobierno a la libertad de expresión, salimos todos de la revista. Paz, Gabriel Zaid y Alejandro Rossi deciden emprender la aventura de una revista cultural independiente. Yo soy uno de los más jóvenes y entusiastas que les acompañaron en esa aventura.
P. Ha quedado una semblanza de un Paz que perfilaba ese círculo casi a su imagen y semejanza
R. Era completamente distinto a eso. Era un director con toda la forma y señorío pero a la vez era un gran compañero. No era doctoral ni autoritario. Paz fue editor de muchas revistas, pero siempre quiso tener una suya e independiente. Fundó Vuelta a los 62 años cuando volvió a México. Había dejado de ser diplomático y yo creo que no se sentía muy bien siendo profesor. Aunque era célebre y conocido internacionalmente necesitaba un ancla creativa. Conservaba la pasión y la alegría de un joven de 25 años, mandando recortes de periódicos francesas o italianos con un clip. Vuelta fue una reunión de amigos.
P. Pero había diferencias, sobre todo políticas. Por ejemplo, con Tomas Segovia
R. Segovia tenía una afinidad estética enorme con Paz. Los separaba la política. Creo que Tomás era ingenuo en ese terreno. Tenía la convicción de que Octavio había virado a la derecha porque entonces criticaba a la URSS, a China o a Castro. Paz tuvo la suerte de ser un disidente de la cultura hegemónica de la izquierda en América Latina. Y eso le costó muy caro.
P. Con la muerte de Paz, muere Vuelta
R. El propio Paz había creado una asociación civil que se llamaba Letras Libres. Cuando muere, le compro a su viuda Marijo Paz las acciones de la empresa y le prometo que será tan distinta que se llamará de otro modo. 18 años después a lo único que aspiramos es a conquistar un lugar que no sea indigno de la tradición que encarnó Vuelta.
P. Hay autores que opinan que el apartado de la crítica literaria está menguando
R. Letras Libres ejerce la crítica literaria a fondo. Publicamos 15 reseñas al mes. La crítica de libros es el corazón de la revista. Tenemos nombres como Christopher Domínguez, Fernando García Ramirez, Daniel Gascón. Lo que no hay en crítica académica. Nosotros recuperamos la tradición de London Review of Books o Partisan Review.
P. ¿Qué referentes encuentra en México?
R. Hay muchas publicaciones culturales y políticas, pero creo que ninguna tiene un perfil tan literario ni tantas firmas internacionales, con autores anglosajones o europeos. Somos más cosmopolitas.
P. ¿Cuál es el papel de la revista en la época de Trump?
R. Tenemos que ser un centro de combate intelectual a través del arte, la crítica y el pensamiento contra esta nueva era de fanatismo.
P. ¿Cuál debe ser la labor de las iniciativas culturales en un país con la mitad de su población viviendo en la precariedad material?
R. Los documentales de Clio, mi otra empresa cultural desde hace 18 años, llegan a 800.000 personas a la semana. Ahí donde llevas cultura, el pueblo mexicano acude con entusiasmo. Lo que ha faltado es oferta, vocación, un apostolado cultural. Ese espíritu de Vasconcelos que ahora tendría que ser recogido por la iniciativa privada. Necesitamos más iniciativa privada cultural y menos burocratismo de la iniciativa cultural pública.
P. No cree que la difusión cultural mexicana moderna nace marcada por esa senda de Vasconcelos que da la espalda al México indígena
R. Vasconcelos se vuelve un reaccionario hispanista, pero los años 20, cuando está al frente de la Secretaria de Educación, son el mejor momento de México y de su cultura. Recoge al México indígena, español y al provinciano. Es la reconciliación de los muchos Méxicos. Funda escuelas indígenas, las misiones culturales, es un momento emocionantísimo del país. Se ha perdido ese sentido del apostolado en la cultura.
Babelia
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