La vibrante mezcla de estilos de Miguel Campello
El exvocalista de Elbicho lanza su cuarto disco, 'Agua, pan amor y vino'
El cantante y guitarrista Miguel Campello (1979, Elche), lanza Agua, pan amor y vino, un álbum compuesto por 14 temas que vibra a ritmos de rock, flamenco y rap. “Es un disco muy experimental en el que me he dado la tarea de indagar en sonidos y compases rotos hasta que las cosas vayan saliendo. Diría que el género que mejor lo identifica es el de chatarrero, ya que siempre he intentado alejarme de cualquier cosa que exista para que la música tenga una personalidad propia”, asegura el cantante.
La cuarta producción como solista de Campello mantiene un sonido similar a sus tres primeras producciones Chatarrero (2011), Chatarrero 2: Pájaro que vuela libre (2013) y Camina (2014) y explica que la nueva entrega “no es muy diferente de las anteriores ya que sale del mismo costado debajo de las costillas, la manera de hacer las cosas es siempre la misma”. El músico añade que la práctica de escuchar diferentes artistas y estilos musicales le ha permitido encontrar su propia personalidad y "el camino para lograr hacer que algo suene a ti aunque te hayas influenciado desde Joan Manuel Serrat hasta Silvio Rodríguez”, resalta. Algunos de los artistas que Campello escucha y forman las bases de sus producciones se destacan Bjork, Calle 13, El Piezas (José Sánchez Meroño), Mala Rodríguez y Joao Gilberto.
Agua, pan, amor y vino explora los temas del desamor, la nostalgia de la infancia y la identidad propia de los seres humanos, como relata en el primer sencillo homónimo del disco. “Es una canción que habla acerca de aceptar lo que cada uno de nosotros somos. Llega un punto de la vida en la que podemos decir tú eres lo que eres y yo soy lo que soy, y no tenemos de otra más que aceptarnos. Por mucho que intentemos sobresalir sobre los demás al final te das cuenta de que no somos nada y solo el resultado de las explosiones de un planeta. Lo que sí puedo decirte es que somos Agua, pan, amor y vino. Agua porque nuestro cuerpo está hecho de un determinado porcentaje del líquido, el pan y el vino porque nunca faltan en nuestras mesas, que es lugar donde se genera la alegría y la fiesta que termina convirtiéndose en el amor”, puntualiza.
El tema No llora mi pez, también conocido como Lágrimas saladas, ha sido relanzado en una nueva versión en el álbum y compone una de las piezas “más personales” para Campello. “Es una canción mucho más literal que el sencillo del disco ya que trata de los momentos en los que alguien nos falla y logramos encontrar un sitio en donde guardar ese dolor que llevamos escondido adentro de nosotros para que las cosas puedan dolernos un poco menos. En el tema intento describir las épocas que vivimos en las que se destapa ese dolor al máximo y que nos lleva a llorar tanto que podemos llenar una pecera para que nade un pez”.
“No tengo muchas colaboraciones porque al final termina siendo un disco con colegas y no uno que suene a ti, pero puedo decirte que cuando invitamos a alguien es porque le pega un montón”, aclara Capello sobre el dúo que realiza junto a la cantante La Mari de Chambao en la canción Danza el aire, un trabajo que ha realizado “a lo natural” ya que para el cantante todo el trabajo de producción “debe fluir”. “Muchas veces intentamos hacer las cosas por cojones y no se puede. Solo basta con dar la vuelta y dejar de intentarlo por un momento y uno se da cuenta de que hay otro camino por donde hacerlo. Nunca me digo a mí mismo: “voy a sentarme a escribir”. Yo simplemente tomo la guitarra en un rincón de la casa y me pongo a soltar acordes y convertir los momentos en una frase”, defiende.
Miguel Campello se inició en su pueblo natal en el mundo de la música cuando cantaba en algunas fiestas de la familia en su infancia. “En Elche no te podías dedicar a vivir de esto por lo que creo que el paso más importante fue cuando decidí mudarme a Madrid. Al llegar fue un poco empezar desde abajo ya que no sabía a dónde ir o cual calle tomar, hasta que un día que andaba perdido y me tope con la Escuela Popular de Música donde me acogieron como si fuera mi casa”, señala con agrado. En el centro conoció a Víctor Iniesta y Antonio Mangas, con quienes formaría la agrupación Elbicho alrededor del 2001. “Nunca llegué a pensar que iba a vivir de esto. De crío mi sueño siempre era tener discos y nunca pensé en ser millonario o tener un cochazo. Lo mío es dedicarme a la música y cada producción que hago, es un sueño más”.
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