La bienal de arte de Casablanca airea las injusticias del mundo
La capital económica de Marruecos acoge su tercera edición de la feria contemporánea bajo el título “Nosotros, el pueblo”
El director de la bienal de Arte Contemporáneo de Casablanca, Mostapha Romli, se pasea por la imponente explanada de la Gran Mezquita de Hassan II, la más grande de África, en la capital económica de Marruecos. Ahí mismo, en esa plaza donde caben 80.000 fieles y donde acudieron hace 23 años 800 periodistas en el día de su inauguración, hoy se exponen obras de 136 artistas procedentes de 60 países. Y algunas de esas obras hablan -hablan, literalmente- de temas que podrían sorprender en el entorno de una mezquita, como son los abusos sexuales, la indefensión de la población gay y los transgénero o la regresión que ha supuesto para el mundo la presencia de Donald Trump en la carrera hacia la Casa Blanca.
La bienal comenzó el sábado y durará hasta el 23 de octubre. El título bajo el que gira la feria es el comiezo de la Constitución de Estados Unidos, "We, the people", "(Nosotros, el pueblo)". En esas tres palabras caben las voces de los más débiles, la libertad de expresión, los inmigrantes y la responsabilidad de cada uno de nosotros por mejorar el mundo. “Cuando anuncié que quería exponer las obras en la Mediateca de la mezquita la gente me decía que estaba loco”, comenta el director de la feria. “Pero yo creo que la gente que viene provoca una mezcla muy interesante. Llegan turistas, porque la mezquita es el lugar más visitado de Casablanca, y también muchas chicas con velo”.
Al entrar en la mediateca el público se encuentra con cientos de fotos tomadas por la artista estadounidense Jessica de Muro sobre su propia mirada, día tras día, a lo largo de los meses. “La obra marca el décimo aniversario del ataque sexual que sufrí”, explica De Muro. “Se titula 3.650 días. Quería producir una representación visual del dolor y la angustia a través del tiempo”.
Frente a la obra de la estadounidense el hondureño L.G. González colocó un pequeño televisor rodeado de plátanos y debajo unas cajas vacías, para contar a través de un vídeo cómo Estados Unidos ha condicionado la explotación bananera de su país. El día de la inauguración, las cajas de plátano vacías que integraban la obra fueron debidamente tiradas a la basura por el personal de la limpieza, para no desmerecer a cualquier bienal internacional de Arte Contemporáneo que se precie.
Muchos de los artistas invitados han convivido en la Residencia de Artistas de Ifitry, a 40 kilómetros de Esauira, en Marruecos. Se trata de una casa idílica para cualquier creador, sin conexión a Internet, frente a una playa virgen, una residencia construida y mantenida por la fundación Maroc Premium. Por ahí han pasado ya más de 500 artistas de todo el mundo, con el único compromiso de dejar a la fundación la mitad de las obras que produzcan. El objetivo de Romli al montar la residencia y organizar la bienal es poner a Marruecos en el mapa del arte. Pero, curiosamente, para conseguir su objetivo dice que tendrá que llevarse la feria fuera de Marruecos.
“El Ayuntamiento de Casablanca [gobernado por el islamista Partido Justicia y Desarrollo] no ha puesto un solo dírham en la feria. No nos apoya en nada. Y el Ministerio de Cultura, solo nos ha dado 20.000 euros. El resto, hasta llegar a 400.000, lo hemos tenido que sacar de donantes privados. El contraste con la bienal de Dakar (Senegal), que tiene 24 años de vida, es muy grande; porque allí el Gobierno invierte un millón de euros. Así que dentro de dos años la Bienal de Casablanca, se lo digo ya en exclusiva, la organizaremos en Alemania”.
“Muy bonito, pero no me sirve”
La artista chilena Eugenia Vargas Pereira, afincada en Estados Unidos, interviene en la tercera edición de la Bienal de Arte Contemporáneo de Casablanca con una emisora de radio. Una emisora “ilegal”, precisa, que puede escucharse en los alrededores de la mezquita. Vargas Pereira entrevista a los visitantes y todo lo que ella habla lo emite en directo. “El preámbulo de la Constitución de Estados Unidos es muy bonito. Pero a mí, como mujer latinoamericana ese ‘we, the people’, no me sirve. Faltan otros muchos. ‘We, the gay, we the transgéneros’, por ejemplo. Sigue habiendo mucha discriminación en América. Y eso se nota en el lenguaje. Con la llegada de Donald Trump mucha gente se ha sentido de nuevo con permiso para volver a humillar”.
“Para cambiar de mentalidad y actitud tenemos que cambiar primero lo que está a nuestro alcance, que es el lenguaje”, concluye la artista.
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