El mago y el cazador de hadas
José Antonio Fideu recibe en Sitges el Minotauro de novela fantástica por 'Los últimos años de la magia'
"La mayor dificultad para un mago, para uno verdadero, reside en hacer creer a los demás que la auténtica magia no existe”. Lo sostiene el mismísimo rey de los magos, Jean Eugène Robert-Houdin (1805-1871), en Los últimos años de la magia,de José Antonio Fideu, la novela ganadora del Premio Minotauro 2016 de literatura fantástica entregado ayer en el marco del festival de Sitges. La obra, ya en las librerías, es una hermosa y poética fantasía ambientada en la época victoriana y en la que un muchacho apasionado de la magia, recogido por un veterano de la Guerra de Crimea, se convierte en aprendiz de Houdin (del que tomó su nombre como homenaje el célebre escapista Harry Houdini). Descubre entonces el chico que el gran secreto del padre de la magia moderna es precisamente que no hay truco y la magia en realidad existe.
Con esta premisa, el relato, de una enorme sensibilidad y un extraordinario sentido de la maravilla, se adentra por caminos sorprendentes iluminados por la luz de las hadas (Houdin posee una) y entenebrecidos por la presencia de un siniestro personaje denominado El cazador de las hadas.
“He tomado de Ray Bradbury la idea de que a veces la historia viene de unas pocas palabras, y esta procede de esas tres tan evocadoras: 'cazador de hadas”, explica Fideu (Albate, 1972). “A partir de ahí siguió todo”.
El premiado admite que detrás de la extrema sensibilidad de la novela, que juega muy delicadamente con los sentimientos paternofiliales, hay algo muy personal, que prefiere no concretar. Observa que el mundo parece dirigirse cada vez más hacia algo oscuro y que escribir una novela como la suya tiene algo de rebelión y de búsqueda de luz. En el relato, dice haber puesto buena parte de sus filias, como Dickens, Shakespeare, Verne, el steampunk (con sus tecnologías anacrónicas), Ursula K Le Guin o el cine fantástico.
La novela se denominaba originalmente El cazador de hadas, pero le sugirieron que cambiase el título para que no lo usurpara el villano de la historia. “La verdad es que me gustaba mucho, y no entendí el motivo, dada la existencia de novelas como Drácula y El Señor de los Anillos, pero soy muy disciplinado y confío en la gente que sabe más que yo del mundo editorial”, dice.
Del hecho de escoger a Houdin explica que quería a un prestidigitador de la época y que estuvo documentándose mucho acerca de su carrera y sus trucos como el del famoso Naranjo maravilloso. “Lo que me decidió por él, más que su importancia capital en el paso de la magia de los barracones de feria a los grandes teatros, fue su mirada en una foto, pensé: 'Este tipo era un mago verdadero'”. El autor dice que la magia le ha gustado siempre aunque no sabe hacer trucos. “No soy mago, solo maestro de escuela”.
El lector de género creerá reconocer en la novela de Fideu influencias como la de Tim Powers. “No lo he leído, creo que muchas de las similitudes que se pueden apuntar de diferentes autores tienen que ver con la existencia de grandes arquetipos en la fantasía”.
Sobre la existencia de la magia, el novelista reflexiona que “es difícil creer que la armonía y la complejidad del universo dependan del puro azar”. Y recuerda la frase de Asimov de que la tecnología que no se puede comprender se considera magia.
En cuanto a la literatura fantástica observa que “siempre ha tenido sentido, aunque aquí en España somos de una tradición más realista”. Considera que la fantasía no es solo evasión y que puede tratar temas de gran importancia, como prueban, señala, Orwell, Lem o la ciencia-ficción soviética. “La fantasía te lleva a donde nunca has estado”, dice. Y añade: “La literatura es el único arte que te permite hablar con los muertos”.
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