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Kraftwerk tenía razón

La banda inaugura con ‘Autobahn’ y un 'show' en 3D los ocho conciertos en el Guggenheim

Daniel Verdú
El grupo Kraftwek, en su concierto en el Museo Guggenheim de Bilbao.
El grupo Kraftwek, en su concierto en el Museo Guggenheim de Bilbao.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Es extremadamente difícil subir a un escenario con 70 años y tres tipos encanecidos al lado, embutirse en un traje de neopreno reflectante, cantar temas que hablaban del futuro hace cuatro décadas y no hacer el ridículo. Pero con Kraftwerk, la banda que predijo el porvenir de la música en los años setenta y que mantiene intacta una extraña e insobornable creencia en su trabajo, sucedió anoche justo todo lo contrario.

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Hora y media antes del concierto, la cola alcanzaba ya a Puppy, el perro gigante de la entrada del Museo Guggenheim. Dentro, sus cuatro miembros calibraban las máquinas y se preparaban para el espectáculo en 3D que durante ocho noches consecutivas desplegarán en el imponente atrio del edificio de Frank Gehry repasando toda su discografía. ¿Un museo? Cuando hace más de cuatro décadas, el rock y sus aledaños copaban las salas de conciertos alemanas y el sonido de una máquina solo podía ser ruido, aquel grupo de Düsseldorf, más emparentado con la clásica y la electroacústica que con las guitarras y los bajos, se buscó la vida en galerías de arte de su ciudad. 42 años después, y tras su paso por el MoMA (donde la reventa alcanzó los 2.000 dólares), la Tate Modern y la Neue Nationalgalerie, confirmaron, ante 800 personas junto a la ría de Bilbao, su emocionante visión de hace cuatro décadas. 

Siete minutos mas tarde de la hora prevista, Ralf Hütter (el único miembro de la formación original) y los otros tres “operarios” se colocaron tras sus atriles. Tocaba arrancar la serie de conciertos con Autobahn, pero a la banda le gusta mezclar cada álbum con hits de otros trabajos. Así sonaron las primeras notas de Numbers conduciendo la típica imagen del público (las entradas estaban casi agotadas) con esas ridículas gafas blancas para ver la escenografía digital que acompaña a esta retrospectiva. Volaron los números por encima del público y se retorcieron en tres dimensiones las consignas alertando del espionaje de la CIA o el FBI. Porque la gira The Catalogue está concebida también como espectáculo en 3D, en el que cada tema se propulsa hacia un universo visual que sobrevuela las cabezas. Luego sonó Computer World y Hütter dio por inaugurada la estancia en Bilbao.

Autobahn, cuyo single no llegó hasta el cuarto tema, es, en realidad, el tercer álbum de la banda. Sin embargo, Hütter reniega de lo anterior y considera que ahí nació el sonido de Kraftwerk (que significa central de energía en alemán). La pieza es un poema de amor a las autopistas alemanas y a la democratización de los placeres y obligaciones cotidianas con la incorporación de la tecnología a la vida doméstica. El Volkswagen de la música. El sencillo del álbum, de 20 minutos, ligeramente reformulado para este concierto y acompañado de un viaje por la autopista a bordo de un Mercedes, fue en su día la réplica germánica al soleado estribillo de The Beach Boys de “Fun, fun, fun...”. Como suele explicar Hütter, buscaron su propio bucle, obviamente menos frívolo que el de los californianos, con un Fahrn, fahrh, fahrn” (conducir, en alemán).

El grupo edificó su profecía sobre la idea de un porvenir racional, doméstico y extremadamente ético en sus costumbres. Su música era una oda —y también la demostración palpable— de cómo el hombre y la máquina irían acercándose poco a poco hasta formar una unidad. Computer World, que lució intacta ante la emoción de un público que tiraba hacia la mediana edad, se publicó en 1981, cuando nadie tenía ordenador en casa; tres décadas después, la computadora se ha convertido en ese hogar.

Kraftwerk, cuando todavía contaba con el cofundador Florian Schneider en sus filas, indagó siempre en la relación entre el hombre y la máquina, como demostraron en el disco The Man Machine (anoche sonó también ese single y la atronadora The Robots) y en la vida en el espacio (Space Lab transportó al público en una nave y fue una de las cumbres de la noche) como emblema del futuro. Y, al final, ellos mismos terminaron constituyendo un reflejo de lo que iban a deparar a la industria musical los siguientes años (sintetizadores, productores encerrados en un espacio como su Kling Klang Studio, el auge de la cultura del “hazlo tú mismo”...). Protagonizaron también una suerte de activismo a favor del anonimato y contra las frivolidades del pop; y, de algún modo, entendieron la futura importancia de la ecología con Radioactivity, adaptada anoche en el show al último desastre de Fukushima con las letras tridimensionales en japonés y el golpeo de un bombo de baile al final del tema que puso en movimiento a toda la sala.

Pero ante todo, Kraftwerk siempre se vieron a sí mismos como obreros musicales. Ayer en Bilbao extendieron ese credo ético y estético sobre el escenario, hieráticos, vestidos idénticos y difícilmente diferenciables los unos de los otros. Cuando todo acabó, dejaron sonando Music non stop hasta que desaparecieron uno tras otro ordenadamente. Sin que sepamos, una vez más, donde termina el hombre y comienza la máquina.

El catálogo en ocho noches

1. 'AUTOBAHN', 1974. Primer álbum de la banda tal y como sonaría durante los años siguientes, es un homenaje a las autopistas y a la vida doméstica. El estribillo del tema principal ha sido sampleado en decenas de canciones pop.

2. ‘RADIO ACTIVITY’, 1975. Fue el primer álbum completamente autoproducido de la banda en su famoso estudio y también el primero en alcanzar un número 1.

‘TRANS EUROPE EXPRESS’, 1977. El disco, inspirado en las vías ferroviarias europeas, sentó las bases de su sonido, con la incorporación de nuevos sintetizadores que ya no abandonarían.

4. 'THE MAN MACHINE', 1978. Firmado por primera vez como coautor con Karl Bartos, el álbum es un manifiesto futurista de la relación del hombre con las máquinas. El single y primer tema del disco, The Robots, es uno de los grandes himnos de la banda.

5. 'COMPUTUER WORLD', 1981. Sin que nadie tuviera aún ordenador en casa, la banda predijo el mundo de las siguientes tres décadas con este álbum en el que destacan temas como Computer Love o Pocket Calculator.

6. 'ELECTRIC CAFÉ', 1986. En esta gira se cita como Techno Pop, su nombre original. El grupo abandonó aquí la idea del álbum conceptual. Fue el primer trabajo en el que predominaron instrumentos digitales. Su composición y producción comenzó en 1982 y fue larga y accidentada.

7. 'THE MIX', 1991. Es un disco de remixes de temas incluidos en los seis álbumes anteriores. Fue grabado de forma completamente digital.

8. ‘TOUR DE FRANCE’, 2003.El líder de la banda, Ralf Hütter es un enamorado del ciclismo. El disco se compuso para conmemorar el primer siglo de la vuelta francesa. Hacía 17 años que no lanzaba un álbum de estudio con material nuevo.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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