Los surcos vitales de Mel Gibson
Pocas películas van tan asociadas a su protagonista como 'Blood father'
Pocas películas van tan asociadas a su protagonista como Blood father. Las vueltas que da la vida, en lo personal, pueden servir como acicate, como espejo interior, para componer un personaje. Los surcos morales en el alma, o lo que haya por ahí dentro; los surcos físicos en cada esquina del rostro, en el dolor de la mirada. Blood father es Mel Gibson. Los responsables de la película sabían que al contratar al tipo que, fundamentalmente, solo ha dado tumbos desde 2005, en la vida y en el cine, para interpretar a un padre expresidiario, que antes solo se equivocó una y mil veces, y que ahora se ve obligado a cuidar de su hija adolescente en peligro, cuando nunca lo hizo antes, estaban ofreciendo al espectador entendido una especie de añadido metalingüístico. Y que a los legos no les importaría, porque nada sobra. El resultado no puede ser más efectivo.
BLOOD FATHER
Dirección: Jean-François Richet.
Intérpretes: Mel Gibson, Erin Moriarty, Diego Luna, William H. Macy.
Género: thriller. Francia, 2016.
Duración: 88 minutos
Con un guión esquemático pero en continua graduación, de personajes estereotipados pero eficaces, el francés Jean-François Richet ha compuesto un enérgico thriller de usar y tirar, de estupenda puesta en escena, sin falsas imposturas y montaje cortante, rabioso, que desemboca en un espectacular tiroteo final, pleno de recursos de sonido y planificación. Richet, que ya había demostrado cierto poderío en la estimable Asalto al distrito 13, remake de uno de los mitos de John Carpenter, sabe lo que tiene dentro, y filma a Gibson sin escrúpulos: con primeros planos de impresión en su desoladora mirada, que el actor acompaña con una voz desgarrada por el whisky y la mala vida.
Sin Gibson, la película sería mucho menos. Sin Richet, también. Porque en manos de otro el guión, de esencia pulp, podría haber desembocado en la convencional película de venganza, casi a lo Chuck Norris. Pero, entre los dos, y con un aroma fronterizo que recuerda a la vigorosa Mr. Majestyk (1974), escrita por Elmore Leonard y dirigida por Richard Fleischer, al servicio de otro duro, Charles Bronson, Blood father cumple con su espíritu de consumo popular, con la mezcla de violencia y erotismo tan propia del cine de pura explotación.
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