Oda al paisaje humano

Pocas veces un concepto tan sencillo resultó tan espectacular. El francés Yann Arthus-Bertrand ha compuesto con Human un documental sobre el todo; es decir, sobre nosotros; en el aquí y el allí, en el ayer y el hoy, quizá en el mañana. Únicamente con rostros y palabras, con un estilo fotográfico imponente. Una película sobre el ser humano, sobre sus apariencias y certezas, sobre sus contradicciones, sobre el interior a través del exterior, que se estrena comercialmente en una versión más ajustada (dos horas y veinte minutos) que las originales tres horas y diez minutos de su exhibición en festivales.

Arthus-Bertrand ha entrevistado a personas de todos los lugares del mundo, en tierras en guerra y en tierras en paz, y los ha filmado en un soberbio primer plano, bellísimo de luz, con fondo negro, y nunca los corta en montaje. Tan solo sus historias, que rara vez pasan de los dos minutos. Relatos que resumen vidas, tragedias, alegrías. Y, como transiciones, gestos comunitarios, retratos colectivos en movimiento, sin postalitas, que marcan la necesidad del acto en común. La sencillez de la forma va asociada así a la sencillez de los testimonios, expuestos con una verdad que apabulla, y que siempre acaban alcanzando la trascendencia. Se habla de los temas más enormes y complejos (la felicidad, la muerte, el amor, el miedo...), desde las posiciones más prácticas, individuales e incluso ínfimas. Y nunca se cae en el panfleto de la autoayuda, en el discurso, en la condescendencia o la blandenguería. Human es una película sobre el dolor y la sonrisa de la gente.