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‘Revolver’: Cuando los Beatles cambiaron las reglas

Un día como hoy hace medio siglo los fabulosos de Liverpool publicaron el álbum donde comenzó su enorme apetito creativo

Imagen de los Beatles en la película "¡Qué noche la de aquel día!", filme rodado por Richard Lester en 1964.
Imagen de los Beatles en la película "¡Qué noche la de aquel día!", filme rodado por Richard Lester en 1964.

“Recuerdo el asombro de escuchar canciones de escasos tres minutos que tenían la consistencia de piezas fundacionales, de tratados emocionales para mi generación”, dice Miguel Ríos del impacto que supuso oír por primera vez Revolver, el disco decisivo para la banda fundamental de la música pop, The Beatles. Medio siglo después, su importancia sigue trascendiendo cualquier límite al igual que las canciones que en 1966 le dieron forma. Las declaraciones de Ríos forman parte, junto con las de otros músicos como Jorge Martínez (Los Ilegales), Juan Aguirre (Amaral), Luis Prado, Zahara o Leiva, del libro Revolver. El disco de los Beatles que revolucionó el rock, firmado por el periodista Tito Lesende (Efe Eme Ediciones). Un homenaje a la obra que hizo que el rock & roll accediera a otra dimensión, conectándolo para siempre con el arte.

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El 6 de abril de 1966, el día que Revolver empezó a grabarse, los Beatles ya estaban poseídos por un apetito creativo que excedía las normas de lo que hasta entonces era la música pop. Fruto de su amistad con Ian Sommerville, la expareja de William Burroughs, Paul McCartney se interesaba en técnicas experimentales de grabación, hasta el punto de intentar crear un proyecto de audiorrevista de vanguardia en el que el autor de Yonqui llegó a colaborar. En cuanto a Lennon, el miedo al ridículo que le producía la gran ciudad le hacía ser más cauteloso ante las manifestaciones artísticas más iconoclastas. El descubrimiento de Nietzsche y el LSD trastocarían su formalismo, algo palpable en canciones del disco como And Your Bird Can Sing o She Said She Said, registrada a última hora para satisfacer a la discográfica, empeñada en que el disco tuviera 14 temas. Manteniendo el formato y la estructura de la canción pop, dicha composición introducía elementos hasta entonces ajenos a este estilo, algo que en cierto modo define el espíritu del disco.

El séptimo elepé de los Beatles —el término álbum no cobraría protagonismo hasta finales de la década— es una obra puente, el disco que antecede al Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band, publicado diez meses después. A partir de Revolver, las reglas cambian; es el pistoletazo de salida para que Pink Floyd explore la psicodelia y para que Brian Wilson conciba la canción pop como un monumento sonoro con Good Vibrations. Puntos de inflexión que, a su vez, quedan sintetizados en canciones como Eleanor Rigby, grabada únicamente con cuarteto de cuerda, o Tomorrow Never Knows, originalmente un experimento sonoro de más de 20 minutos titulado The Void.

Tal como afirma Bunbury en el libro de Lesende, en dicha canción “es donde la experimentación va en una dirección más novedosa para la época; la pura experimentación sonora en el estudio. Aquí, los Beatles son las ideas que tendrá que realizar un equipo de ingenieros ordenando el caos. George Martin, y sobre todo, Geoff Emerick [ingeniero de sonido en la grabación] le siguen el rollo a un Lennon en pleno viaje de ácido y a un McCartney que sabe perfectamente cómo hacer interesante una canción como esta, sin un solo cambio armónico”.

Revolver exhibe también en primer plano las influencias exóticas de George Harrison, presentes en I Want To Tell You y Love You To; pero por encima de todo, autor en esta ocasión de Taxman. “Por primera vez un tema de Harrison abre un disco de los Beatles”, señala Rubén Pozo en el libro. “Y para colmo, no es de amor, de desamor o de asuntos del corazón, sino de los impuestos de la hacienda británica […] Yo creo que por eso Harrison consiguió que le dejaran abrir el disco, porque no hablaba de chicas”.

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