Una multitud despide en Teherán a Kiarostami
El cineasta fallecido nunca dejó Irán pese a las presiones de las autoridades
Miles de personas se han echado hoy, lunes, a las calles para despedir en Teherán a Abbas Kiarostami, director, poeta y artista plástico, fallecido la semana pasada en París. Entre muestras de fervor popular, la ciudad que le vio nacer en 1940 se despidió del cineasta iraní más célebre, el único galardonado con la Palma de Oro del Festival de Cannes (en 1997, por la película El sabor de las cerezas).
La ceremonia se celebró frente a la Organización Kanun, centro para el desarrollo intelectual infantil, donde la carrera del cineasta echó a andar en 1969 con el rodaje de películas educativas destinadas a los jóvenes. La multitud, que gritaba: “¡Viva Kiarostami!”, llevaba carteles en los que era posible leer un poema del difunto: “No tengo miedo a la muerte; no he muerto ni una sola vez”. Además de numerosos aficionados a su cine, asistieron a la última despedida un buen puñado de artistas de relieve. Las únicas autoridades importantes que se sumaron a la celebración de la memoria del director de cine fueron Hossein Fereydun, hermano de Hasan Rohani, actual presidente iraní, y Mohamad Reza Aref, el líder de la coalición reformista del Parlamento. Los restos mortales de Kiarostami fueron trasladados a Lavasan, una localidad cerca de Teherán, donde tendrá lugar un entierro privado y cerrado al público.
Kiarostami, que alcanzó la fama internacional en 1987 con el estreno de ¿Dónde está la casa de mi amigo?, se convirtió rápidamente en un eterno favorito de los festivales de cine. A medida que su fama fue creciendo, también se hicieron más frecuentes las críticas de quienes lo acusaban de hacer un cine complaciente con cierto público occidental y de no prestar atención a las preocupaciones del pueblo iraní. Muchas de sus películas no fueron estrenadas en el país. Los críticos más cercanos al poder de Teherán bautizaron su obra y la de sus seguidores como “cine de invernadero”.
“Te agradecemos que no dejaras esta tierra, pese a todas las ingratitudes, trabas y la apatía de parte de los oportunistas políticos”, ha proclamado el director de cine Asghar Farhadi, ganador de un Oscar por Nader y Simín, una separación (2011). “Si hay algún tipo de entusiasmo o curiosidad internacionales por el cine iraní, es debido al camino que abriste tú en tiempos difíciles”.
Pese a la fama del homenajeado, la televisión estatal se limitó a dedicar unos pocos segundos a anunciar la muerte de Kiarostami, mientras que los altos responsables de la República Islámica prefirieron no acudir a sus funerales. Tampoco mandaron un mensaje de condolencia.
El presidente Rohani, que hace dos semanas habló de “la necesidad de no decepcionarse por las limitaciones y seguir trabajando en los campos artísticos”, ha demostrado una reacción fría ante la muerte de Kiarostami y ni siquiera emitió un comunicado para dar pésame.
Conviene recordar que cuando el cineasta regresó de Cannes en 1997 con la Palma de Oro bajo el brazo tuvo que salir del aeropuerto a escondidas para evitar a los grupos conservadores que lo esperaban a la salida entre fuertes amenazas. Sin embargo, el autor de Close-Up (1997) nunca quiso abandonar Irán porque defendía su capacidad para sortear la censura, aunque, al final, él mismo se vio obligado a salir de su país para rodar sus últimas dos películas: Copia certificada (2010) y Like Someone in Love (2012).
Babelia
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