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La granja de los dragones

Tabitha Lyons y su padrastro viven de crear disfraces de personajes de cómics y videojuegos para venderlos o para que ella los lleve en festivales

Tommaso Koch
Tabitha Lyons y su padrastro, Nicolas Samiotis, ayer en Gijón.
Tabitha Lyons y su padrastro, Nicolas Samiotis, ayer en Gijón.PATRICIA GUERRA LUNA (FESTIVAL METRÓPOLI)

Los campos de Norfolk, en el este de Inglaterra, están llenos de granjas. La mayoría se vuelca en la realidad cotidiana de cultivar trigo y caña de azúcar. Pero hay una finca que ha optado por dejar la tierra y perseguir la fantasía. Por eso produce otro tipo materiales: disfraces, espadas y armaduras. “Durante un periodo estuvimos creando un enorme dragón de varios metros. Supongo que a los que se acercaran les parecería bastante raro”, sonríe Nicolas Samiotis. Y ya no solo por la gigantesca bestia alada. Porque para los vecinos de Norfolk su negocio también debe de sonar extremadamente extraño: Samiotis y su hijastra, de nombre artístico Tabitha Lyons, se dedican al cosplay.

¿Qué? Básicamente, se trata de disfrazarse de algún personaje de cómic, serie o videojuego. No hace falta actuar como él, sino tan solo llevar sus prendas y seguir siendo uno mismo. La mayoría lo hace por diversión y para sentirse más cerca de sus ídolos. Pero hay unos cuantos a lo largo del mundo que lo han convertido en su negocio y principal fuente de ingresos. Tanto que Tabitha Lyons, junto con su padrastro, es una estrella invitada al festival Metrópoli de Gijón, que cierra mañana sus puertas. Ambos ofrecen incluso charlas y talleres para explicar cómo crear un escudo más resistente o parecerse lo más posible a Deadpool o Thor.

“En 2007 lanzamos juntos una compañía, Artyfakes, para producir disfraces por encargo: para televisiones, teatros o empresas que organizan juegos de rol reales”, recuerda la chica, de 28 años. Y en eso seguían cuando en 2012 ella colgó en Internet la imagen de una de sus creaciones, inspirada en el videojuego Sykrim. Una página web de cosplayers –los aficionados del cosplay- compartió la foto online. Y Tabitha Lyon de repente descubrió un mundo lleno de sueños: “No sabía lo que era, pero me enamoré de inmediato”.

De hecho, mientras habla lleva una armadura morada, una peluca azul y un escudo. Y una alegría contagiosa que comparte con su padrastro. No es para menos: por sus creaciones pueden cobrar desde 100 euros, por una simple espada, hasta 10.000, por una armadura completa. Aseguran que un disfraz de buen nivel supone unas tres semanas de trabajo sin parar. Y como siempre andan superados por los pedidos, los tiempos se dilatan. El cosplay ya representa la mitad de su actividad y ha disparado ingresos y visibilidad de la compañía, que vende sus obras por todo el planeta.

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El negocio, además, no termina allí. Por un lado, están las invitaciones a congresos y festivales. Es decir, viajes a países exóticos –“¡Lituania!”, escogen en coro el más peculiar- y, para los cosplayers más célebres, varios miles de euros por una breve estancia, tal y como contaba la mexicana Nadyasonika a este diario en la pasada edición de Metrópoli. Por otro lado, Samiotis y su hijastra mantienen semanalmente una emisión online donde dan clases y muestran avances y secretos de su taller. La retransmisión es gratuita, pero les proporciona miles de potenciales clientes, con los que pueden interactuar en la Red.

“Nos mandó una carta un tipo que acababa de dejarlo con su mujer y había perdido a su padre, dándonos las gracias por implicarlo en nuestros programas. Nos hizo llorar a los dos”, explica Samotis. Y su hijastra ya no necesita que sus familiares cuiden de ella cuando se pone enferma: los aficionados le envían a casa “flores y chocolatinas”.

Eso sí, el padrastro al principio no lo vio nada claro. Sospechaba que aquello distrajera a Tabitha Lyons del negocio principal. Ni tampoco le hacía especial ilusión que su hijastra llevara disfraces muy sexys y recibiera comentarios de todo tipo en Internet. De hecho, los mensajes machistas y los acosos continúan, sobre todo cuando en los programas online solo aparece ella. “Siempre hay gente haciendo bullying o pidiendo que enseñe las tetas”, se resigna ella. “Internet está lleno de lo peor y lo mejor de la gente”, agrega él. Finalmente, para Samiotis la elección se redujo a lo más básico, tal y como cuenta su hijastra: “Veía que esto me hacía feliz”.

Así que el padrastro ha asumido y hasta abanderado su pasión. Otra cosa es que él también se disfrace. Ha accedido solo unas pocas veces, aunque recientemente se está dejando llevar. En la última optó por ser el maestro Astilla, el gurú de las tortugas ninja. A saber qué dirían en Norfolk.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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