El monstruo interior
La literatura está llena de historias de terror y demonios interiores. Este domingo en la colección Libros bilingües, 'La leyenda de Sleepy Hollow' y 'La bella y la bestia'
¿De qué tenemos miedo? Empecemos por el siglo XVIII. No es casualidad que la época que se preciaba de cartografiar el mundo y sus especies, así como de encerrar las pasiones (bajo el candado ilustrado) sea la creadora de muchas perversiones modernas. No hace falta citar el Marqués de Sade para recordar aquello de que los demonios interiores se alimentan de prohibición. El ejemplo más claro son los cuentos infantiles, los terroríficos e indomesticables cuentos infantiles.
Libros bilingües
Cada domingo en el quiosco los grandes autores de la literatura en francés y en inglés en edición bilingüe con glosario y un CD-audio con la locución en versión original. La colección español-inglés se compone de 30 entregas y la colección de español-francés, de 20. Cada entrega cuesta 4,95 euros.
La versión más conocida de La bella y la bestia se la debemos a la francesa Madame Le Prince de Beaumont (1711-1780). Tras un matrimonio fracasado, Le Prince Beaumont se dedicó a la educación de niñas de la alta sociedad en Londres. Allí escribió los cuentos de Almacén de niños (1758), que incluye estas dos historias, cuentos que verdaderamente debían ser disfrutados por niños (sus alumnas eran su prueba del algodón), y por ello no escritos en griego, fórmula con la que se burlaba de los eruditos de su tiempo, que educaban a golpe de alegoría clásica. Su estilo es un francés sencillo y transparente, parte del secreto de su misterio, y aunque su propósito era enseñar a sus niñas “el espíritu geométrico, el respeto a la moral y a la razón”, leídos hoy sin los diálogos moralizantes que los preceden y cierran con una moraleja, estos cuentos son obras maestras de la inquietud. La Bella y la Bestia y El príncipe Querido educan contra los matrimonios de conveniencia y a favor de la piedad filial, pero su alcance es mucho mayor... Tratan del monstruo interior. El reconocimiento del buen salvaje es el primer paso para una humanidad completa. Un tema inagotable.
No hace falta citar el Marqués de Sade para recordar aquello de que los demonios interiores se alimentan de prohibición
A comienzos del siglo siguiente, poco antes de ser nombrado embajador de Estados Unidos en España y de escribir sus Cuentos de la Alhambra, el neoyorquino Washington Irving (1783-1859) publica La leyenda de Sleepy Hollow (1820). La historia es de sobra conocida por el cine, aunque el irónico final del cuento no tanto... Finales del siglo XVIII. Ichabold Crane, profesor de escuela algo petimetre, es destinado a un pequeño pueblo de Nueva York (atmósfera romántica, colonos holandeses, complejos protestantes) donde compite por la mano de la hija de un rico granjero con un lugareño bravucón. Una noche, de vuelta a su casa, a Ichabold se le aparece un jinete sin cabeza, un soldado mercenario alemán que luchó en la Guerra de Independencia en el bando inglés... ¿Quién es el monstruo aquí? ¿El extranjero, nuestro pasado de guerras, la sociedad hipócrita? No contemos más. De nuevo, como en los buenos cuentos infantiles, nada es lo que parece, y los humanos dan más miedo que los monstruos.
Babelia
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