La gala de los Tony lucha contra la previsible victoria de ‘Hamilton’
Con una audiencia televisiva en crisis, el musical sobre uno de los padres de la patria copa las nominaciones
Las galas de premios llevan varias temporadas con una acusada crisis de audiencia. En un mundo cada vez más frenético, resultan cada vez más largas. Y todas las soluciones creativas o sostenibles pasan por agrandar el problema de la duración: números musicales para dinamizar un tempo lastrado por la innegociable entrega de galardones en numerosas categorías, y, desde luego, incómodas pausas publicitarias para que la cadena que compra los derechos de emisión rentabilice la inversión.
En 2015, la CBS vio cómo la audiencia de los premios Tony (siempre menos atractivos que los Óscar aunque —lógicamente— con mejor dominio del directo y de la escena) caía un 9 % respecto al año anterior y se situaba en unos esqueléticos 6,35 millones de audiencia, por no hablar de un share del 1,2%, que marcó un mínimo histórico. Ni el fichaje de Anna Wintour para gestionar la alfombra roja salvó la papeleta.
Por ello, para la gala de entrega del domingo, los cómicos de Broadway dejan el legendario Radio City Music Hall, en pleno Midtown, y se pasan a su sede de las vacas flacas: el Beacon Theatre, en el Upper West Side, el mismo donde dos días después ofrecerá Raphael su recital anual neoyorquino.
Los grandes premios del teatro estadounidense intentarán salvar la papeleta aferrándose a un arma de doble filo: el fenómeno del musical sobre el padre de la patria Alexander Hamilton ha sido un bombazo millonario, pero promete arruinar el dinamismo de una ceremonia que tendrá como conductor (en este caso, prácticamente literal) a James Corden, en la cresta de la ola con sus entrevistas al volante en Carpool Karaoke y con larga tradición teatral. Se espera que pise el acelerador para luchar contra lo que todo apunta será una de las galas más previsibles de los últimos años.
Sería un acto de rebeldía sin precedentes que Hamilton no arrasara en el palmarés, teniendo en cuenta su récord de 16 nominaciones, su premio Pulitzer, sus cifras de taquilla desorbitadas (y su mafia de la reventa) y su prestigio político (Obama la ha ido a ver dos veces). Y así, Variety resume las incógnitas que se desvelarán el domingo: “¿Qué premios no ganará Hamilton?” y señala que el momento más emocionante quizá sea el de mejor actor de musicales, donde se enfrentan el protagonista (Lin-Manuel Miranda) y el antagonista (Leslie Odom Jr.) del musical que todo lo ocupa.
Miranda, este nuevo Orson Welles de las tablas (compone, escribe, produce, canta, baila y actúa), está ya con las miras en Hollywood, pues protagonizará la nueva versión de Mary Poppins, y en declaraciones a EL PAÍS cincela los valores que marcan su hito teatral: “Es un recuerdo de que los fundadores de nuestra nación eran seres humanos, cometieron errores. Esos errores forman parte de la composición de nuestra nación. No fue algo perfecto que hemos perdido, sino que siempre hemos tenido que ir corrigiéndonos”. Muy oportuno para los tiempos de confusión en los que vive la política estadounidense.
Así las cosas, no queda más remedio que centrarse en lo que no son premios. Quedan otras categorías, como la de mejor obra dramática, y las reposiciones en las que Hamilton no compite, pero no generan tanta atención, aunque haya nombres como Jessica Lange, Jeff Daniels, Lupita Nyong’o o Michelle Williams. Por ello, los organizadores han cargado las tintas llamando a Barbra Streisand al rescate. La diva, conocida por haberlo ganado todo, pero también por haber causado polémica por sus ninguneos y sus pataletas en las derrotas, hacía 46 años que no pisaba una ceremonia de estos premios, en concreto desde que ganó el suyo por Funny Girl. Otra leyenda que tendrá una aparición especial será la gran Angela Lansbury y, en el año con más diversidad racial en estos galardones (no solo por Hamilton, sino también por Shuffle Along o El color púrpura), no podían faltar ni el icono televisivo Oprah Winfrey, ni la gran dama del teatro latino Chita Rivera.
Estas galas son tanto un broche a la temporada que se va, como un calentamiento para la que viene, por lo que no faltarán tampoco Cate Blanchet, que se prepara para interpretar una versión de Platonov, de Chéjov, titulada The Present, o Andew Lloyd Webber, que verá como su exitoso Cats, vuelve a los escenarios. Quizá ellos se repartan en 2017 la tarta de los Tony junto con otras propuestas, como el esperado musical de Anastasia, la adaptación de Charlie y la fábrica de chocolate, el Hello Dolly, con Bette Midler, o el cara a cara de Laura Linney y Cyntia Nixon, intercambiándose el papel de madre e hija en La loba. La suerte en 2016 está tan echada, casi tumbada y dormida, que la emoción tendrá que esperar al año que viene.
Babelia
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