Hölderlin en Hollywood
Un repaso al cancionero de Hanns Eisler cierra la temporada musical de la Juan March
Obras de Hanns Eisler
Günter Haumer (barítono) y Julius Drake (piano). Fundación Juan March, 1 de junio.
“Tengo a Schönberg por el más grande compositor burgués moderno. Es lamentable que a la burguesía no le guste su música, porque no tienen ningún compositor mejor. Al oyente no iniciado, la música de Schönberg no le suena bonita porque refleja el mundo capitalista tal cual es, sin aderezos, y porque el rostro del capitalismo nos observa directamente desde sus obras. Debido a su genio y a su absoluto dominio de la técnica, este rostro, que se revela de forma tan descarnada, atemoriza a muchos. Schönberg, sin embargo, ha realizado un extraordinario servicio histórico. Cuando se oye su música en las salas de concierto de la burguesía, estas dejan de ser centros agradables y encantadores de placer en los que te emociona tu propia belleza y se convierten en lugares en los que te obligan a pensar en el caos y en la fealdad del mundo o, de lo contrario, a mirar hacia otro lado”.
Son palabras de Hanns Eisler, publicadas en Nueva York el 26 de febrero de 1935. Arnold Schönberg había sido su maestro en la vieja Viena y ahora los dos, judíos, se hallaban desterrados en el Nuevo Mundo. El Eisler fieramente comunista, el autor de obras como las Cuatro canciones de cuna para madres trabajadoras, sobre textos de Brecht, tiende a primar en el imaginario colectivo sobre el músico de formación y raigambre clásica, y sobre el pensador, una condición que heredó de su padre Rudolf, filósofo, y de la que dejó constancia en un gran número de escritos y ensayos que siguen siendo en muchos casos lacerantemente actuales.
Como tantos otros europeos protagonistas de aquella gigantesca diáspora cultural, Eisler trató de ganarse el pan en California componiendo música de cine. Pero Europa le pesaba demasiado y, lejos de los focos, compuso su intimista Cancionero de Hollywood. Uno lee este título y piensa de inmediato en compositores como Irving Berlin, Jeorme Kern o Richard Rodgers y en cantantes como Judy Garland, Fred Astaire o Peggy Lee. Pero Eisler se situó en las antípodas: dejó a un lado el tono simple y combativo de sus canciones ideológicas y la música de consumo fácil de las bandas sonoras y se puso el traje del burgués melancólico y nostálgico para codearse de igual a igual con los Schubert, Schumann, Brahms, Wolf, Schönberg, Berg y cuantos lo habían antecedido para hacer del Lied, la canción alemana de concierto, uno de los pináculos de la moderna música occidental.
Se valió para ello de poemas de su amigo Brecht, claro, pero también de fragmentos de Anacreonte traducidos por Mörike, de versos de Hölderlin, de pensamientos de Pascal o de poemas de Goethe y Eichendorff, dos referentes constantes de sus antecesores. Las canciones hablan de huida, de suicidio, de dolor, de hambre, de guerra, de sufrimiento, de muerte. A veces son atonales, otras melódicas, unas veces acarician y otras retruenan, como ese tremendo “fort” conclusivo de Sobre el suicidio. Poder escucharlas muy bien interpretadas a Günter Haumer y Julius Drake como cierre de la temporada musical de la Fundación Juan March ha sido un perturbador regalo, porque raramente se programan, y menos en su totalidad. El exilio duele, y mucho.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.