Bambalinas
Los entusiastas que peregrinaron a Stratford-upon-Avon antes del 21 de mayo hicieron bien si asistieron en el ilustre Swan Theater, feudo de la Royal Shakespeare Company, al éxito de la temporada: el espectáculo titulado Don Quixote, “A play with songs adapted from the novel by Miguel de Cervantes”. Simultáneamente, en otro local, la compañía titular presentó una renovada versión de Hamlet. A eso se le llama fair play.
Don Quixote es un excelente montaje de canciones y escenas breves (propiamente, "pasillos") que a lo largo de casi tres horas recogen los principales episodios de la novela. La adaptación de James Fenton hace justicia al original no solo al resumir la trama sino también al plasmar el talante del protagonista: de triste figura, pero siempre "noble de pensamientos, palabras y obras" (B. W. Ife). Fenton ha tenido además el acierto de basarse en la clásica traducción de Charles Jarvis (1742), y no en una moderna (ni siquiera la admirable de John Rutherford), de suerte que el lenguaje mantiene una eficaz pátina arcaica sin perder la adecuada trasparencia. Si el medianucho Man of La Mancha ha corrido en español, este notable Don Quixote merecería con creces igual destino.
Con él, en cualquier caso, Inglaterra sigue a la altura de su soberbia tradición cervantina. Si el Quijote está en las raíces de toda la ficción moderna se lo debe en buena parte al éxito que allí tuvo y a la influencia que ejerció entre sus grandes novelistas. Un estudio reciente ha extractado y contado 1198 juicios, testimonios, referencias y alusiones inglesas al Quijote durante el siglo XVII. En España no se podría registrar ni la décima parte.
También en las islas se madrugó para subir a las tablas el libro de Cervantes. Es bien sabido que Shakespeare, solo o en compañía de otro, en 1612 o 1613 escenificó en un drama perdido ¿del todo? el episodio de Cardenio narrado en la Primera parte. Pero ya Francis Beaumont en 1607 y Thomas Middleton en 1610, antes de que en 1612 apareciera la traducción de Shelton, habían estrenado piezas inspiradas en el Ingenioso hidalgo. Pero para dar una idea de la fortuna de Cervantes en el teatro isabelino y su descendencia inmediata bastaría señalar que en la compilación de Comedies and Tragedies de varios autores impresa en 1647 una decena de las 37 obras publicadas contienen reminiscencias del Quijote, el Persiles o las Novelas ejemplares.
No ha sido el teatro quien menos torpemente ha celebrado en España el cuarto centenario de nuestro máximo prosista. Ahí están, han estado o van a estar en el Español la Numancia, Quijote.Femenino.Plural y el callejero A siete pasos del "Quijote"; la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá han aportado un buen espectáculo misceláneo, En un lugar del Quijote; la Compañía nacional de danza y su homóloga cubana han traído sendos ballets quijotescos; y ni siquiera ha faltado un paralelo al retablo de maese Pedro con Don Quijote (Titerescena) del Centro Dramático Nacional. Mucho más debe de haber o tendrán en cartera las gentes de la farándula y pocas veces las subvenciones oficiales estarán mejor empleadas.
De vuelta del cautiverio y de una misión de espionaje en el norte de África, Cervantes estrenó veinte o treinta comedias con buen éxito o cuando menos "sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza". (Todas las conservadas pueden leerse ahora en la monumental edición avalada por la Real Academia Española.) El teatro le parecía la senda más adecuada para ganar los dineros y la fama que tanto ambicionaba, pero también la eligió respondiendo a una auténtica vocación de dramaturgo. Después del Quijote, quiso retomar ese camino, pero los gustos habían cambiado: hogaño -dice- "no hallé pájaros en los nidos de antaño", ningún empresario estuvo dispuesto a montar sus obras. La floración teatral del centenario podría satisfacerle como un premio de consolación.
No ha sido el teatro quien menos torpemente ha celebrado en España el cuarto centenario de nuestro máximo prosista. Ahí están, han estado o van a estar en el Español la Numancia, Quijote.Femenino.Plural y el callejero A siete pasos del "Quijote"; la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá han aportado un buen espectáculo misceláneo, En un lugar del Quijote; la Compañía nacional de danza y su homóloga cubana han traído sendos ballets quijotescos; y ni siquiera ha faltado un paralelo al retablo de maese Pedro con Don Quijote (Titerescena) del Centro Dramático Nacional. Mucho más debe de haber o tendrán en cartera las gentes de la farándula y pocas veces las subvenciones oficiales estarán mejor empleadas.
De vuelta del cautiverio y de una misión de espionaje en el norte de África, Cervantes estrenó veinte o treinta comedias con buen éxito o cuando menos "sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza". (Todas las conservadas pueden leerse ahora en la monumental edición avalada por la Real Academia Española.) El teatro le parecía la senda más adecuada para ganar los dineros y la fama que tanto ambicionaba, pero también la eligió respondiendo a una auténtica vocación de dramaturgo. Después del Quijote, quiso retomar ese camino, pero los gustos habían cambiado: hogaño -dice- "no hallé pájaros en los nidos de antaño", ningún empresario estuvo dispuesto a montar sus obras. La floración teatral del centenario podría satisfacerle como un premio de consolación.
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