El teatro como ejercicio de ponerse en el lugar del otro

Ambos nacieron en abril. Ambos estudiaron Derecho. Ambos dieron un giro a su vida, y ambos actúan y dirigen sobre un escenario. Ambos, Juan Echanove y Sergio Peris-Mencheta, cerraron ayer la última charla de El Puente de La Abadía, el ciclo organizado por el Teatro de La Abadía y EL PAÍS con el objetivo de que los protagonistas de la escena y representantes de varias generaciones del teatro español compartan experiencias y establezcan un puente para entender el oficio.

“¿Cómo es posible que nos valgan aún Shakespeare o Cervantes?”, se preguntaba, retórico, Echanove sobre la tarima del Corral de Comedias de Alcalá de Henares, donde compartió escenario también con la periodista de este diario Rosana Torres, como moderadora. “De lo que más orgulloso me siento en esta vida es de saber ponerme en el lugar del otro” confesó el actor. “Y desde ese lugar, descubrir que puedes hacer cosas que pueden mejorar la vida de ese otro. Yo no sé si tengo tiempo de cambiar el mundo. Pero tengo la obligación de cambiar el teatro”. Desmelenado, rugiente, feroz, insaciable y venenoso, la última vez que Juan Echanove (Madrid, 1961) se subió a las tablas fue como el Fiódor Karamázov de Dostoievski, que interpretó hasta el pasado enero con el Centro Dramático Nacional.

Agua y aceite

Peris-Mencheta (Madrid, 1975), que sigue de gira con Lluvia constante, reflexionó sobre esa agua y ese aceite. Que son “el camino de la vanidad y el camino del creador. Caminos como agua y aceite, imposibles de mezclar. Pero indispensables ambos”.

“El teatro es riesgo”, reflexionó Echanove. “Es volver a la casilla de salida. Es involucrarse, es vivir en la permanente amenaza de que cada trabajo tuyo sea el último”, dijo recordando a compañeros de talento que no tienen trabajo.

“Nunca dejará de haber teatro. Porque sin bufón no hay corte. Y sin corte no hay rey”, reflexionó Peris-Mencheta. Los dos actores se confesaron una admiración mutua “pero jocosa”, y hablaron de compañías, de productoras, de deserciones legítimas e ilegítimas, de vacas sagradas y de sangre nueva. De ideología y compromiso. De ese “arte que no es casual”, en palabras de Echanove. “Ese arte, que es el teatro, que es un bien de primera necesidad. Por el que damos la vida”.

Actores, directores y escritores de teatro como Nuria Espert y Bárbara Lennie, Mario Gas y Aitana Sánchez-Gijón, o Gerardo Vera y Alfredo Sanzol, han debatido y compartido experiencias desde que Israel Elejalde y José Luis Gómez abrieran las charlas el pasado 20 de octubre. Y periodistas como Juan Cruz, Rosana Torres o Rocío García han hecho de interlocutores con el público en las sesiones.

Puente entre protagonistas y público, puente entre distintas generaciones del teatro español y puente entre el Teatro de La Abadía y EL PAÍS, el triple Puente de la Abadía cierra sus puertas, pero deja trazado un camino.