El rompecabezas musical de David Lynch
El artista utiliza ‘Twin Peaks’ para implicar a buenos músicos
Si la relación que David Lynch mantiene con la música puede explicarse a raíz de una determinada película, Blue Velvet (1986), quizá sea el punto de partida más adecuado. Solo Lynch podía transformar en pesadilla la melancolía que evoca la canción en la que se inspiró la película, invitándonos a observar a través de ella el reverso de la condición humana. Músicos de lo más dispares han hecho de esa fascinación una influencia: los Pixies —versionaban una canción de Eraserhead en sus comienzos— Moby —sampleó acordes del tema central de Twin Peaks en Go, su primer éxito—, Trent Reznor —trabajó con Lynch en Lost Highway—, Tuxedomoon —recientemente pusieron música a un documental sobre el rodaje de Blue Velvet—, además de la lista de artistas —Wayne Coyne, Lykke Li, Jim James, Zola Jesus...— que hace unos meses tomaron parte en un concierto homenaje, publicado ahora en vinilo (The Music of David Lynch) y cuya salida coincide con una recreación de la banda sonora de Twin Peaks a cargo de Xiu Xiu (Xiu Xiu Plays the Music of Twin Peaks).
Pero volvamos a Blue Velvet, primera película en la que Lynch trabaja con el compositor Angelo Badalamenti, inaugurando una relación artística que alcanzará su cúspide de popularidad con Twin Peaks. Badalamenti llegó a Blue Velvet para ayudar a Isabella Rossellini a interpretar su versión del tema de Bobby Vinton pero recibió otro encargo del director. Al carecer de presupuesto para adquirir los derechos de su canción favorita —la versión de Song To The Siren, de Tim Buckley, grabada en 1984 por This Mortal Coil—, Lynch le encargó al músico una canción parecida. Ese es el origen The Mysteries of Love, y también de una serie de composiciones de Badalamenti con letra del director e interpretadas por la baladista Julee Cruise, convirtiéndose en otra pieza indispensable de ese mundo turbador donde nada es lo que parece, ni las lechuzas ni los seres humanos.
La angelical voz de Cruise era el contrapunto de luz en un medio de situaciones donde lo cotidiano y lo anómalo se confunden, donde la música podía enfatizar el horror o intentar mitigarlo. Cruise quizá sea la vocalista que más asiduamente trabajó con Lynch, pero no es la única que lo hizo. Las baladas sombrías de Chris Isaak ya sonaban en Blue Velvet y, sobre todo, en Corazón Salvaje (1990). Voces veteranas rescatadas de los sótanos del blues y el soul, como las de Koko Taylor y Jimmy Scott, también forman parte de los puzles sonoros del realizador
Sus inquietudes musicales le llevaron a componer y grabar la banda sonora de Eraserhead en 1982, pero Lynch tardaría décadas en grabar sus propios discos. El primer acercamiento llegó en 2010 con el proyecto Dark Night Of The Soul, cuya parte musical corría a cargo de Danger Mouse y el fallecido Mark Linkous, alias Sparklehorse. Lynch, que ilustraba aquella experiencia musical con sus fotografías, en el álbum se unía a una lista de intérpretes de lujo que incluía a Iggy Pop y Julian Casablancas. En 2011 grabó un single destinado a las pistas de baile, Good Day Today, un experimento que asimilaba bien las señas de identidad de un artista que ya funcionaba ocasionalmente como una franquicia de sí mismo. En la cara B, un blues de corte industrial marcaba la pauta de Crazy Clown Time (2011) y The Big Dream (2013) los álbumes de canciones que registró después. Todo ello por obra y gracia del gran manipulador del inconsciente, que ahora anuncia que contará con músicos como Sharon van Etten, Sky Ferreira o Eddie Vedder para la resurrección televisiva de Twin Peaks.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.