Recuperado amor
E un documental extremadamente honesto sobre la fugacidad del éxito y la urgencia de desarticular el persistente olvido
En un país donde las cuestiones del gusto suelen tratarse como indicadores de estatus, a la cultura popular le toca, a menudo, el injusto destino de convertirse en aquello que la mayoría prefiere esconder bajo la alfombra (sobre todo, cuando llegan visitas). La crónica sentimental de España, en ausencia de Manuel Vázquez Montalbán, no tiene (casi nunca) quien la escriba… a no ser que los propios implicados tomen cartas en el asunto y restituyan su propio fragmento a una memoria colectiva que, de hecho, atañe a todos, incluso a quienes no se acercarían a determinados territorios estéticos ni con un palo. En Rumba Tres. De ida y vuelta, Joan Capdevila, hijo de uno de los miembros del trío que en los setenta alcanzó la popularidad dándole una inflexión melódica a la rumba catalana, se encarga, junto al también debutante David Casademunt, de contar una historia que merecía ser contada y que, de hecho, no cabe considerar ni mucho menos una nota al pie en la historia del pop nacional.
RUMBA TRES. DE IDA Y VUELTA
Dirección: Joan Capdevila y David Casademunt.
Documental
Género: musical. España, 2015.
Duración: 84 minutos.
Documental extremadamente honesto sobre la fugacidad del éxito y la urgencia de desarticular el persistente olvido, el arte como tabla terapéutica de salvación, el dolor que se camufla bajo la fachada de una ilusoria verbena y también sobre afectos y complicidades, Rumba Tres. De ida y vuelta combina material de archivo, testimonios de amigos y familiares y algunas dramatizaciones en clave algo kitsch –por su enfática espectacularidad de ribetes algo publicitarios- antes de que, en el tramo final, los miembros del grupo tomen la palabra. Es entonces cuando emerge el pasado traumático de los hermanos Capdevila bajo el severo régimen disciplinario de la Protección de Menores, descubriendo un inesperado sustrato de dolor bajo los festivos ritmos de temas como No sé no sé. El documental es, también, un eficaz exorcismo personal.
Babelia
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