Los cuentos de nunca acabar llenan las arcas de Hollywood
'Las crónicas de Blancanieves: el cazador...' y 'El libro de la selva' son las últimas producciones basadas en estas historias
“Hay cuentos de hadas que nunca acaban”. Así es como arranca Las crónicas de Blancanieves: el cazador y la reina del hielo, el último de los cuentos de nunca acabar que tanto le gustan estos días a la industria de Hollywood. Y a la taquilla, ya que en España fue la película con más ingresos del pasado fin de semana. Tienen todo lo que una gran producción tiene que tener: un enorme éxito entre el público, un gran atractivo entre las estrellas, especialmente las que tienen niños, y están basadas en esa gallina de los huevos de oro que son los cuentos populares libres de derechos de autor y conocidos por todos. “Son la combinación perfecta entre las historias de siempre y las nuevas tecnologías, esa fórmula secreta que Hollywood utiliza desde hace algún tiempo”, confirma a EL PAÍS el realizador Jon Favreau. Los resultados no son tan secretos. La versión de Cenicienta que rodó Kenneth Branagh en imagen real recaudó 476 millones de euros; la Maléfica de Angelina Jolie, 665 millones de euros, y la Alicia de Tim Burton que lo comenzó todo superó los 887 millones de euros. “Hasta (Walt) Disney hizo uso de esta fórmula en su tiempo cuando recurrió a las historias de siempre recontándolas con esa nueva tecnología que entonces era la animación”, añade el creador.
Favreau acaba de dirigir en una mezcla de imagen real y un mundo generado por ordenador la nueva versión de ese otro clásico llamado El libro de la selva. “Cien años después de que Rudyard Kipling lo escribiera y 50 después de la película de Disney”. Algo que justifica citando las teorías de Carl Jung o del libro de Joseph Campbell El héroe de las mil caras. “Los mitos son eternos y vuelven con cada generación. Lo que cambia es la manera de ser contados”, analiza. Aún así el realizador es mucho más pragmático y honesto a la hora de explicar la devoción de Hollywood por estos cuentos populares. “Si quieres hacer algo original, algo personal, salte del sistema y juega con presupuestos pequeños como hice en Chef. Pero si quieres jugar a lo grande, si te dan la oportunidad de utilizar las herramientas que hoy en día te ofrece la tecnología, eso requiere muchos recursos que asustan a los productores y sé que me darán más libertad si apuesto por algo conocido como El libro de la selva”, reconoce.
Emily Blunt, protagonista de Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo, le da la razón. “Las grandes producciones están tan calculadas fijándose en los resultados anteriores y acaban siendo derivativas”, reconoce. La suya claramente es un producto derivado, la continuación de ese giro guerrero que le dieron en 2012 a la tradicional historia de Blancanieves titulada La leyenda del cazador, película que en taquilla se acercó a los 350 millones de euros. “La fascinación es clara. El público quiere disfrutar de un gran espectáculo, escapar y los cuentos de hadas son las historias emblemáticas de nuestra niñez. No conozco a nadie que no se sienta atraído por ellos”, añadió a este periódico.
Hollywood ha escuchado sus palabras a juzgar por la ola de nuevas versiones de los cuentos de antaño que vuelven en todos los formatos posibles. Y desde donde menos lo esperas porque el monopolio de los cuentos de hadas no es solo de los grandes estudios. En Europa, Matteo Garrone, el autor de Gomorra, cambió de tercio echando mano de la colección de historias populares de Giambattista Basile para su El cuento de los cuentos, un “festín para la imaginación” como le gusta describirlo donde los reyes son Salma Hayek y John C. Reilly. Los estudios Disney lo tienen más fácil, sentados en una mina de oro dado su catálogo de clásicos de la animación dispuestos a ser recontados en imagen real. “Es la misma historia que vi de niño y me se de memoria, añadiendo algún momento mágico imposible de conseguir en animación que ahora se sentirá real”, resumió Luke Evans en Twitter anticipando su trabajo como Gastón en la adaptación de imagen real de La bella y la bestia.
En los próximos meses, incluso años, no quedará princesa por salvar, príncipe por resucitar o genio que desenlatar. La precuela de Aladdin está en marcha bajo el título de Genies, el príncipe azul tendrá su propia película, La sirenita tendrá los pies de Chloe Grace Moretz y Evan Daugherty, el guionista que le devolvió la vida a Blancanieves en La leyenda del cazador ahora le dará una hermana en Rose Red. Incluso cuentos infantiles tan poco conocidos como Pedro y el dragón Elliot volverán a contar su historia para las nuevas generaciones. Nuevas versiones de los cuentos de siempre que saciarán el complejo de Peter Pan de los milenials, los mayores consumidores de cine.
Hadas contra superhéroes
Jon Favreau sabe algo de superhéroes, hadas e incluso elfos y lo que le permite apreciar las similitudes entre los cuentos infantiles y los cómics de la Marvel. “Gracias a su éxito, los estudios Disney están tratando sus cuentos de hadas con la misma seguridad con la que tratan las películas de superhéroes”, afirma el director de Iron Man y Elf. Incluso habla de los cuentos de hadas como los nuevos superhéroes de la taquilla. Las comparaciones son odiosas pero los parecidos, razonables, especialmente en su proceso de producción y en los resultados. Al igual que hizo Kevin Feige cuando tomó los mandos de la Marvel, las nuevas adaptaciones de cuentos populares optan por directores fuera de la norma, un reparto estelar sin reparar en gastos y un universo donde las historias y los personajes se cruzan. Pero nunca fue fácil despertar a las princesas. Ahí están los seis años que han pasado del Alicia de Tim Burton hasta la llegada ahora de su continuación, A través del espejo. O los cuatro que separan a Blancanieves de su cazador. Además, por muy taquilleras que son las historias de princesas y príncipes azules todavía distan mucho de los 600 millones de euros que Batman vs. Superman lleva acumulados en la taquilla mundial.
Babelia
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