Quince días para el cine latinoamericano en Quito
La Casa Cine Fest estrena su tercera edición la primera quincena de abril. Este año se han postulado 60 filmes de toda la región
Al mismo ritmo con el que Ecuador empieza a madurar en el cine, comienzan también a notarse los esfuerzos de unos cuantos para convertir al país andino en una vitrina para el séptimo arte, como el festival de cine latinoamericano La Casa Cine Fest que celebra su tercera edición durante la primera quincena de abril. “Es un festival en construcción”, dice Lorena Salas, su productora, quien cuenta que este año se hizo por primera vez una convocatoria a través de 18 embajadas latinoamericanas y consiguieron la postulación de 60 películas, de las que fueron seleccionados 28 títulos de 13 países.
Según Salas, aún está pendiente una investigación de otros festivales de la región para escoger el momento más idóneo para montar la vitrina del cine latinoamericano en la capital ecuatoriana. La decisión de hacerlo en abril fue porque es durante el primer semestre del año cuando fluyen más recursos públicos de los que el festival se beneficia: apenas unos 30.000 dólares que salen del presupuesto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
SED/THIRST trailer from Simon Brauer on Vimeo.
Pese a la estrechez económica y los pocos incentivos (3.000 dólares para la mejor película), la programación incluye filmes que han pasado por otros festivales, como la dominicana Dólares de arena, de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas. En esta cinta participa la actriz veterana Geraldine Chaplin, quien se llevó el premio mejor actriz en los festivales de Chicago y La Habana en 2014, y fue nominada a los Premios Fénix en 2015 por su actuación.
La programación de La Casa Cine Fest tiene un alto componente de óperas primas (un 25%) que empiezan a buscar mercados en la región, algunas con más fuelle que otras como la uruguaya Una noche sin luna, de Germán Tejeira, que el año pasado fue preseleccionada para el Óscar y en 2014 ganó el Golden Eye a la mejor película en el Festival Internacional de Zúrich.
A estas cintas se suman otras que, pese a sus reconocimientos, tampoco han entrado en la cartelera comercial del país, como la colombiana El Abrazo de la Serpiente, nominada al Óscar como mejor filme extranjero, y la peruana Magallanes, nominada en 2015 a mejor película hispanoamericana en los Goya y que ha sido premiada en San Sebastián y La Habana.
“Estamos tratando de que se vea cine latinoamericano que no es fácil ver en los cines comerciales”, dice Raúl Pérez Torres, presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y añade que el festival aspira a convertirse en un generador de ideas. “No solo se quiere ver una veintena de películas, sino que sea el lugar propicio para proponer nuevos temas, nuevas formas de comercialización, nuevas ideas de distribución, propuestas de la realidad latinoamericana para un nuevo público”.
El festival de cine avanza en esa dirección. Este año, paralelo a la exhibición de filmes latinoamericanos, se ha planificado un taller de tres días para abordar los distintos modelos de distribución en la región, incluyendo Internet. La productora adelanta que esto mutará en una sección dedicada al mercado para el siguiente año. “Lo que se busca además de ofrecer esta ventana de exhibición es que poco a poco se vayan incluyendo a los distribuidores locales o regionales para que se motiven por incorporar ciertos largometrajes en la programación en salas”.
Las películas ecuatorianas competirán aparte por el título a la mejor película nacional. Esta categoría también recibirá un pequeño estímulo de 3.000 dólares. La selección incluye filmes que aún no se han estrenado oficialmente como Sed, de Joe Houlberg, un drama psicológico alrededor de una joven ciega, que estuvo en mercados internacionales como Ventana Sur en 2013 y Marché Du Film de Cannes en 2014; o Medardo, de la cubana radicada en Ecuador, Nitsy Grau, que narra la historia de un poeta ecuatoriano de inicios del siglo XX.
La expectativa de sus productores es que este año las cuatro sedes del festival atraigan a 12.000 espectadores, 3.000 más de los que lograron atraer en 2015.
Babelia
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