Luz de cintura para abajo
El espectador disfruta de una comedia eminentemente vitalista, luminosa, festiva y celebratoria de la diversidad
Resulta razonable ponerse un poco en guardia ante la perspectiva de ver una comedia erótica: tradicionalmente, el subgénero ha caído con demasiada frecuencia o bien en el registro grimoso / reprimido del onanista o el viejo verde, cuando no en el tono chusco del humor de despedida de soltero (o soltera). Las reservas pueden incluso incrementarse si la película centra su atención en el tema de las parafilias, término que habla de una posición marginal con respecto a la norma, pero que, según desde la posición que se contemple, puede homologarse a una desviación de dicha norma o, directamente, a lo patológico. Kiki, el amor se hace, tercer largometraje dirigido por Paco León pero, también, su primer trabajo de encargo, diluye todos esos temores en tiempo récord. El espectador va a estar en muy buenas manos durante los 90 minutos de esta comedia eminentemente vitalista, luminosa, festiva y celebratoria de la diversidad. El cineasta ha afrontado el proyecto con un exquisito buen gusto como norte estético –buen gusto, por cierto, que en ningún momento hay que confundir con pacatería en la representación- y con una gozosa sensualidad como credo ideológico: que nadie tema arcos dramáticos con personajes superando sus parafilias en aras de un ingreso en la normalidad. Al contrario, Kiki, el amor se hace habla de encontrar la identidad (y la felicidad, y un espacio de comunicación con el otro) en la diferencia.
KIKI. EL AMOR SE HACE
Dirección: Paco León.
Intérpretes: Paco León, Natalia de Molina, Ana Katz, Candela Peña, Luis Bermejo.
Género: comedia. España, 2016
Duración: 90 minutos.
La película es una nueva versión de la comedia australiana The Little Death (2014), del autor y director Josh Lawson: un modelo para desarmar que León ha latinizado, ha inundado de alegría inconfundiblemente local y ha (por así decirlo) reescrito en la vitalidad y capacidad de improvisación de esos actores que sabe sobrestimular tan bien desde su inaugural Carmina o revienta (2012), película en la que ya estaba presente el gran director de comedia que aquí sortea un buen número de riesgos. El Paco León que citaba a Bill Viola en una secuencia de Carmina y Amén (2014) incrementa su preocupación por la estilización visual, pero bordea, en algunos recursos heredados de The Little Death, los manierismos de la imagen publicitaria. El Paco León que renovó los códigos del humor costumbrista español con su brillante díptico familiar se fortalece con un reparto entregado y perfecto –injusto destacar a alguien, pero mucha atención a Maite Sandoval, Ana Katz y Maripaz Sayago- en una saludable película para entrar a vivir.
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