El proceso indio
Chaitanya Tamhane debuta componiendo una diatriba contra el sistema judicial de su país
"El arte es una tontería, una decepción en nombre de la estética". La frase suena en forma de canción en Tribunal, interesante debut del joven director indio Chaitanya Tamhane (reserva del 87), pero casi parece una declaración de principios. Tamhane ha compuesto una diatriba contra el sistema judicial de su país huyendo de cualquier detalle estético o retórico, para centrarse únicamente en la ética.
TRIBUNAL
Dirección: Chaitanya Tamhane.
Intérpretes: Vira Sathidar, Vivek Gomber, Geetanjali Kulkarni, Pradeep Joshi.
Género: drama. India, 2014.
Duración: 116 minutos
Una película que roza la sistemática documental, aunque sea una ficción, centrada en la acusación a un modestísimo cantante protesta por haber conducido a un limpiador de alcantarillas al suicidio a causa de una estrofa de una de sus canciones. Imputación que rozaría lo risible o lo patético si no fuera directamente trágica.
En una línea aún más austera que la israelí Gett: el divorcio de Viviane Amsalen, con la que comparte crítica y eternización del proceso, Tribunal se desarrolla, con rigurosidad formal extrema, a través de planos fijos que se alargan en el tiempo hasta la extenuación (a veces con brillantez, como el del cierre del juzgado; a veces con un cierto capricho y/o voluntad de epatar), y contadísimos movimientos de cámara o de los personajes en el encuadre.
Como el caso es tan absurdamente injusto, apenas hay conflicto, y todo es blanco o negro. Sin embargo, la película trasciende el proceso para acabar hablando de una tierra que se debate entre la tradición y la modernidad, entre las vacas y la tecnología, entre unas condiciones laborales antediluvianas y una aspiración real a país emergente. O quizá mejor: un país con carriles de coches que avanzan a toda velocidad mientras en paralelo van en bueyes por un camino empedrado. Como dice casi de pasada la fiscal del caso, sin acentuación alguna por parte de Tamhane: "El acusado fue multado por la Ley de Espectáculos Dramáticos de 1897...". India, entre el software y las castas.
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