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Libros para salir de la cárcel

Decenas de presos rumanos aprovechan una ley que reduce 30 días la condena a quien publique una obra científica. El Gobierno suspende la norma por abuso y sospechas de plagio

María R. Sahuquillo
Tomás Ondarra

En las prisiones rumanas surgen aficiones singulares. Entre rejas, el millonario y expolítico George Copos, condenado por corrupción, se apasionó por la historia y el turismo. En los 400 días que pasó a la sombra escribió Alianzas matrimoniales y políticas de los príncipes rumanos en Moldavia y otros cuatro libros. Mientras, el antiguo alto funcionario Aurel Olimpiu Anton decidió estudiar a los roedores. Y redactó Cómo criar chinchillas. También al exfutbolista del Barça Gica Popescu le dio por escribir, eso sí, cuatro obras de temática deportiva. Las celdas y salas carcelarias deben de ser un buen lugar para inspirarse porque en los últimos años ha habido un auténtico boom de libros de autores presos. Desde 2013, han publicado más de 450; el triple que en las dos décadas anteriores.

Ese creciente interés de los presos por la pluma tiene mucho que ver con una ley que rebaja la condena a los escritores: 30 días menos por cada obra científica publicada. Excepto novela, poesía o teatro, vale todo. La norma es antigua, pero hasta 2013 perdonaba tres días por cada dos dedicados a actividades académicas, algo complejo de probar que pocos aprovechaban. Desde hace tres años sólo importa la publicación, una opción que ha dado lugar a todo tipo de títulos. Y llamarlos literatura carcelaria sería demasiado decir. La mayoría son manuscritos de dudosa calidad o “plagios descarados”, dice la experta en lucha contra la corrupción Laura Stefan.

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El aumento de publicaciones ha sido tal que hace unos días el Gobierno decidió suspender la ley hasta después del verano. Mientras, la Fiscalía Anticorrupción investiga a varios de los prolíficos autores por fraude. Sospechan que plagiaron a otros autores o pagaron a un negro, explican desde esta institución. Los investigadores hablan, por ejemplo, de libros de 200 páginas escritos en apenas 12 horas. Para un escritor superdotado no es fácil, para alguien entre rejas que debe redactar mayoritariamente a mano y que carece de acceso libre a material de consulta es utópico.

No existe un registro concienzudo de publicaciones elaboradas en la cárcel, pero un informe elaborado por el Ministerio de Justicia incluye más de 150 nombres de presos escritores. Entre ellos están el ex primer ministro Adrian Nastase o el exsenador y magnate de los medios Dan Voiculescu, que firmó 10 obras en 17 meses; algunas, como ¿Hacia dónde va la humanidad? o Consideraciones sobre la teoría de Maslow, realmente profundas.

La mayoría de quienes aparecen en la lista fueron condenados por corrupción y blanqueo. “De hecho, el auge de este tipo de literatura ha ido de la mano del aumento de la presencia en las cárceles rumanas de criminales de guante blanco y políticos”, apunta Stefan. Porque si se habla de literatura carcelaria en Rumania, los informes de la Dirección Nacional Anticorrupción bien podrían encajar en ese género, ironiza George Onofrei, director de la revista Suplimentul de cultura.

La trama, no obstante, va más allá de un rosario de corruptos y ha salpicado al mundo de la cultura y la academia. Para obtener la reducción de pena, dice la ley, un profesor debe aprobar el tema del libro y revisarlo; además, una editorial debe publicarlo. Bajo la lupa están ahora también los académicos que dieron el visto bueno y algunas de las casas que los editaron. Se sospecha que los reos pagan a pequeñas editoriales y luego compran todos los ejemplares, explica el periodista de investigación Biro Attila. Encontrar en las tiendas los títulos de los que en Rumania llaman ya escritores entre rejas es —salvo contadas excepciones— casi imposible.

Un escritor fantasma

El millonario Copos, de 62 años y expropietario del Rapid —uno de los dos principales clubes de fútbol del país—, logró que se le restaran 150 días a su condena con trabajos como aquel sobre las alianzas matrimoniales de los príncipes rumanos. Sin embargo, poco después de salir de prisión, fue acusado de plagio. La comisión de ética de la Universidad de Bucarest determinó que la obra histórica no era suya sino de lo que llamó “un escritor fantasma”; además, ha abierto un proceso para retirar el título de profesor honorífico al académico que la avaló. Copos eludió responder a este diario sobre las acusaciones de plagio.

Quien sí ha admitido que no escribió sus libros es su antiguo rival, George Becali, Gigi, el excéntrico dueño del club de fútbol Steaua de Bucarest y antiguo eurodiputado. Becali firmó cinco publicaciones, tres sobre su experiencia en el Steaua o como parlamentario, dos de temática religiosa (El monte Atos, cuna ortodoxa y El amor misericordioso y el ahorro). Al salir de prisión explicó que en realidad los había hecho junto a un profesor. Y añadió, sin tapujos: “No tengo el don de la escritura. Él escribe y yo, sin escribir, soy coautor; así puedo reducir 30 días mi condena”.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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