El ‘doctor’ Homar no quiere que molesten a la chica que se muere
El actor protagoniza en Barcelona ‘El profesor Bernhardi’, de Schnitzler, un caso de conciencia en la Viena de principios del siglo XX
Un caso de conciencia médica que se complica hasta lo indecible en la turbulenta Viena de principios del siglo XX: un doctor judío se niega a que le den la extremaunción a una paciente, una joven de 18 años que no sabe que se muere. La decisión del médico provoca un tsunami de dimensiones políticas inesperadas y le arrastra a la cárcel en medio de un clima de creciente antisemitismo, que anuncia tiempos peores. Es a grandes trazos el argumento de El professor Bernhardi, de Arthur Schnitzler —el célebre autor de La ronda—, que se estrenó anoche en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en un montaje del propio director del teatro público catalán, Xavier Albertí, y con Lluís Homar en el papel del protagonista. La traducción catalana es de Feliu Formosa y la adaptación —montada entera duraría cinco horas, aquí queda reducida a casi tres con entreacto— la firma la dramaturga Lluïsa Cunillé, todo un lujo. Teatro de ideas, de debate ético y al tiempo gran función con un reparto de 14 actores repleto de nombres conocidos (Pep Cruz, Manel Barceló, Joel Joan, Oriol Genís), El profesor Bernhardise representará hasta el 20 de marzo.
La obra, explica Albertí con su característica prolijidad, tiene un trasfondo autobiográfico. "Schnitzler era médico, neurólogo, en un momento de auge de la medicina austriaca y la neurociencia, con la irrupción de la escuela psicoanalítica y Freud. Su padre, Johan Schnitzler, era también médico, laringólogo, lo que lo acercaba al mundo de la escena pues es sabida la propensión de los cantantes y actores a las patologías bucales. El padre tuvo un incidente en la clínica de la que era uno de los fundadores con un contable judío que fue despedido acusado de irregularidades, y siempre sintió que había fallado a ese empleado, que no lo había defendido suficientemente por el clima antisemita. Ese hecho está en la raíz de El profesor Bernhardi”.
La obra, la número 43 de las 45 que escribió Schnitzler, la más larga y más densa, fue prohibida en 1912 en Viena y de hecho no pudo estrenarse en Austria hasta después de la I Guerra Mundial y la caída del Imperio Austrohúngaro cuya censura era implacable. "Es una obra que anticipa algunos de los fantasmas de la cultura europea del siglo XX, especialmente el crecimiento del fascismo y todo el fenómeno del que es paradigma Auschwitz". Aunque la pieza adopta la forma de tragedia clásica, su autor la calificó de comedia y hay en ella una voluntad irónica, de parodia.
La obra transcurre en el “caldo de cultivo” de la Viena de 1900, el año que muere Nietzsche“ el hombre que testificó la muerte de Dios”. Albertí destaca la efervescencia de las artes y las ciencias del momento y el advenimiento de nuevas formas éticas y estéticas en el contexto de un nuevo y radical humanismo. En esa Viena del cambio de siglo, la presencia judía es apabullante en las letras y las ciencias. En ese marco se produce el ingreso en la clínica Elisabethinum en que trabaja Bernhardi de la chica que sufre una infección mortal a causa de habérsele practicado un aborto clandestino. Le queda una hora de vida y el doctor le aplica una inyección de canfora que le produce euforia. Para evitarle la angustia de saber que se muere, el médico impide la entrada del sacerdote. El conflicto que provoca la decisión, un problema de praxis médica, crece como una bola de nieve y sacude a la sociedad en todos sus estamentos. Tiene lugar una investigac, se culpa al médico de un delito de obstrucción, se alteran testimonios, y las fuerzas políticas aprovechan el caso para sus intereses. Cuando sale de la cárcel Bernhardi la izquierda usa su figura para ganar peso electoral.
“Gran densidad y a la vez gran teatralidad”
El espectáculo está situado formalmente en la actualidad aunque manteniendo las referencias a la Viena de 1900 y los anacronismos médicos. Homar, que afronta su segundo Schnitzler (en el 77 hizo La cacatua verda en el Lliure) como una "gran aventura", afirma que es un privilegio poder encarnar a un personaje que le fascina. "Es una currada, el texto es de una gran densidad pero al mismo tiempo, ¡oh sorpresa!, acompañado de una enorme teatralidad"
“La obra va más mucho más allá del debate religioso o ético, y entra a reflexionar sobre la articulación de los comportamientos ideológicos contemporáneos", indica Albertí, que pone en relación esta reflexión, "de rabiosa actualidad", con la situación actual en Europa y España e incluso el cambio en la dinámica del voto. El profesor Bernhardi “es una obra maravillosa para analizar la deriva de una sociedad”.
Pep Cruz, que interpreta el papel del doctor Cyprian, apunta que “en cada escena hay un conflicto y cuano hay conflicto hay teatro: aquí hay teatro y del bueno, siempre tensionado, lo que mantiene el interés del público”. Cruz destaca que la obra, aunque es “una defensa de la libertad de conciencia, no toma una posición moral; la gente puede juzgar”. Para el actor, la obra podría bien llamarse “pasión, muerte y resurección del doctor Bernhardi”, pues “tiene un punto de Nuevo Testamento. Manuel Barceló encarna al doctor Flint, ministro de Culto y Educación, antiguo amigo y colega de Bernhardi que sin embargo ahora actúa en su contra y al que el “escándalo Bernhardi” le estalla en las manos.
Joel Joan, que califica la función de “canela fina”, no tiene dudas sobre la catadura moral de su personaje, el doctor Ebenwald, cirujano: “Es un trepa. Ve que el antisemitismo es un buen vehículo para medrar en un momento en que no edtaba estigmatizado como ahora y lo usa. Es un gusto hacer el Darth Vader de la función, el protonazi que acabará diendo. Usa el desorden del momento para su ascenso personal: resulta un personaje muy actual”.
Bernhardi suena a Bernhard. “Por supuesto”, contesta con entusiasmo Albertí, “hay mucho de Thomas Bernhard pre-Bernhard en la obra, es la misma crítica de la sociedad austriaca que hará él después, o Jelinek”. .
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.