_
_
_
_

La crisis de los ‘Oscar blancos’ pone a Hollywood en el diván

La Academia realiza cambios internos drásticos en su funcionamiento ante la posibilidad de que se extienda el boicot anunciado por el matrimonio Smith y Spike Lee

Foto: reuters_live | Vídeo: REUTERS LIVE
Pablo Ximénez de Sandoval

Las críticas a la Academia de Cine de Hollywood por la falta de nominados de raza negra este año se está convirtiendo en crisis. Por primera vez, desde que se anunciaron las nominaciones el pasado día 14 nadie habla de apuestas, sino de razas. La portada del diario local al día siguiente era un mosaico de 20 caras blancas, los nominados a las mejores interpretaciones. El problema de imagen es enorme para una industria que cuenta historias a Estados Unidos y es la principal imagen de ese país en el mundo y ya ha provocado una reacción en caliente sin precedentes: el jueves por la noche, su Junta de Gobernadores aprobó drásticos cambios que afectarán a su composición en los próximos años. El objetivo es que, para 2020, se haya duplicado el número de mujeres y representantes de las minorías entre los más de 6.200 miembros.

En un comunicado publicado este viernes por la mañana en Los Ángeles, la Academia explica que el jueves por la noche su órgano de gobierno aprobó por unanimidad acabar con los derechos de voto vitalicios de sus miembros. A partir de ahora, el derecho a votar los premios durará 10 años y será retirado si la persona no se ha mantenido activa en ese tiempo. El derecho de voto será vitalicio si ha sido renovado tres veces. Esto se aplicará con carácter retroactivo a todos los miembros actuales (más de 6.200). Para aumentar la diversidad en sus órganos de gobierno de manera inmediata, se crean tres nuevos puestos de gobernador que serán propuestos por la presidenta.

La polémica se ha vuelto peligrosa a raíz del anuncio de la actriz Jada Pinkett Smith de que no acudirá a la ceremonia en protesta por la falta de diversidad. Pinkett Smith está casada con una de las estrellas más rentables del mundo, Will Smith. Smith es uno de los pocos actores negros (junto con Denzel Washington) que puede hacer cualquier tipo de protagonista en drama, acción o comedia sin convertir el producto en una película de negros. Nominado dos veces, este año aspiraba a premios por su interpretación en Concussion. Que una estrella de este calibre se haya sumado al boicot, junto con una leyenda como el director Spike Lee (Oscar honorífico el año pasado y nominado dos veces) es lo que ha disparado las alarmas.

Los críticos no están libres de crítica y la polémica parece haber entrado en una espiral sin control. La actriz Charlotte Rampling, nominada al Oscar este año, dijo desde París que el boicot “es racismo contra los blancos. Es difícil saber si es el caso, pero puede que los actores negros no merecieran estar en la recta final”. La actriz Janet Hubert (la tía de Will Smith en la serie El príncipe de Bel Air) ha dicho que Pinkett “solo está enfadada porque a su marido no le han nominado”. El actor británico Michael Caine dijo en BBC que "no puedes votar a un actor solo porque es negro". "Llegará", dijo como mensaje a los actores de color. "A mí me costó años lograr un Oscar".

Will Smith y Jada Pinkett Smith, en los Oscar de 2014.
Will Smith y Jada Pinkett Smith, en los Oscar de 2014.Jordan Strauss/Invision/AP

La idea de que los Oscar son unos premios de blancos para blancos en los que de vez en cuando hay un detalle de color lleva años rodando. “Son un síntoma de un problema mayor, que es el sistema de producción de filmes en Hollywood”, ha declarado la actriz negra Viola Davis. Lo que más ha avivado este año las críticas no es solo que no haya intérpretes negros nominados, sino que había donde elegir. Straight outta Compton, por ejemplo, quizá la película de la temporada que no solo tiene un elenco negro, sino que además es una historia de negros. Todos sus protagonistas negros, director negro, una música que aplastó la cultura de su momento… la única nominación es al guion, firmado por blancos.

O la excelente Creed, la revisión del clásico Rocky cuatro décadas después. La interpretación de Sylvester Stallone es muy emocionante, desde luego merece un reconocimiento (le dieron el Globo de Oro con la élite de Hollywood puesta en pie). Pero es que es la única nominación de una película en la que el director es negro, el guionista también, y comparte la pantalla con un magnífico protagonista negro, Michael B. Jordan, que apunta a estrella. ¿Stallone es lo único que ha llamado la atención de esta película a los miembros de la Academia?

La industria de Hollywood no se parece a Estados Unidos. Tiene su propia composición demográfica, como Wall Street. La Academia no da datos de la composición racial de sus miembros, pero una investigación de Los Angeles Times concluyó en 2012 que el 94% de los votantes son blancos, el 77% son hombres y la media de edad es 62 años. Estados Unidos tiene un 62% de población blanca de origen europeo, un 13,2% de negros, un 17,4% de personas de herencia hispana y un 5,4% de asiáticos.

El problema está en que las reglas internas de la institución siempre han hecho muy difícil el cambio. Sus miembros han sido elegidos por una industria blanca, que hace películas de blancos. Se conmueven con historias de blancos y les dan premios. Esos nominados y ganadores son los que luego entran en la Academia y van replicando la situación a lo largo de los años. La presidenta de la Academia, que por cierto es una mujer negra, Cheryl Boone Isaacs, ya había prometido sin embargo el pasado día 18: “Estoy dolida y frustrada por la falta de inclusión (entre los nominados). Esta es una conversación difícil e importante y ha llegado la hora de grandes cambios”.

Las críticas de la comunidad negra son únicas respecto a las otras minorías. En la sede de la industria del cine, Los Ángeles, la proporción de hispanos es del 48% y la de negros del 9%. Literalmente, las posibilidades de que el protagonista de cualquier historia que suceda en la ciudad (incluido un atentado de ISIS) sea hispano son de una de cada dos. Incluso en Compton, que no tiene nada que ver con el barrio que era hace 25 años. Como decía el propio Chris Rock en una entrevista el año pasado: “Olvida lo de si Hollywood es lo bastante negro. Una pregunta mejor es: ¿Es Hollywood lo bastante mexicano? Estás en Los Ángeles, para no contratar mexicanos tienes que esforzarte. Es la ciudad más progresista del mundo y hay una parte de ella que es racista”.

Chris Rock ya dejó clara su posición sobre el racismo en Hollywood (“es una industria blanca y ya está”) en aquella entrevista. Unos meses después aceptó el reto de presentar los Oscar de nuevo después de una década. Ahora, se enfrenta a la presión de quienes le ven como la nota de color autoexculpatoria de la Academia. El rapero 50 Cent, entre otros, le ha pedido públicamente que renuncie. La actriz Whoopi Goldberg, que también ha presentado la ceremonia, dijo que “boicotear a Chris es igual de malo que todo lo demás”. “Tenemos esta conversación todos los años y ya me cabrea”, dijo Goldberg, que pidió a los fans que boicoteen las películas que no les gusten, pero no los Oscar.

Incluso John Singleton, el primer negro nominado a mejor director (Los chicos del barrio), opina en Variety que los nominados no dependen de la raza: “Hay un par de películas que podrían haber atraído más la atención, pero es subjetivo. Es como la lotería”. Rock no se ha pronunciado aún. En solo cinco días de polémica ya han cambiado las reglas de la Academia. Falta más de un mes para la ceremonia, el próximo 28 de febrero en el teatro Dolby de Hollywood.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_