El artista que buscó la inspiración en el hombre anónimo y pacífico
El Museo Jorge Rando de Málaga expone por primera vez en España la obra del expresionista alemán Ernst Barlach
El trabajo del artista alemán Ernst Barlach (1870-1938) se revolvió contra la modernidad y la industrialización de su época y se dirigió hacia valores humanistas, éticos y espirituales. Un viaje a Rusia en 1906 y su participación en la Primera Guerra Mundial marcaron su obra, que protagonizan personajes anónimos (como vagabundos, campesinos o buscavidas) y es un canto al pacifismo. Su escultura se caracteriza por la simplificación de las formas y la búsqueda de la esencia, factores que lo han convertido en una figura imprescindible del Expresionismo.
“Pensaba que podía robar la espiritualidad de la persona (…) Consiguió llegar a la gente humilde, plasmar lo que quedaba de verdad en el ser humano”, apunta Heike Stockhaus, comisaria de la exposición sobre el creador que inaugura este lunes el Museo Jorge Rando de Málaga, con 140 piezas entre esculturas, dibujos y obra gráfica. Ernst Barlach. Figura de un futuro mejor es la primera gran muestra con la obra del alemán que se organiza en España. Se puede visitar hasta el próximo 26 de marzo y su contenido se abastece de las tres pinacotecas sobre el autor que existen en su país (en Hamburgo, Wedel y Ratzeburg), aglutinadas en la Ernst Barlach Gesellschaf.
Uno de los principales originales del montaje es El mendigo (Der Bettler, 1930), una escultura de bronce de casi tres metros de altura y 300 quilos de peso pensada como imagen principal para un friso de la fachada oeste de la iglesia de Santa Catalina, en la ciudad de Lübeck. “Todos somos mendigos”, dijo cuando recibió el encargo y modeló esta figura que se apoya en muletas. Muy cerca se pueden contemplar varias obras que esculpen personajes anónimos del campesinado ruso de principios del siglo XX. Su trabajo bebe de condiciones universales como la pobreza, la mentira, el trabajo, el cansancio o la soledad.
La creación del alemán fue considerada arte degenerado por el nacionalsocialismo
En otra de las salas del Museo Jorge Rando, dialogando con la pintura expresionista del artista promotor de este espacio, cuelga El ángel flotante (Güstrower Ehrenmal, 1927). La figura, cuyo rostro se inspira en la artista Kathe Kollwitz, discípula de Barlach, es el molde original y sirvió para esculpir en bronce una pieza del mismo nombre que destruyeron los nazis. La creación del alemán, también escritor, fue considerada arte degenerado por el nacionalsocialismo, que confiscó y aniquiló parcialmente más de 400 obras suyas.
Comparte espacio con este icono mundial del pacifismo la obra El vengador (Der Rächer, 1914), de estuco, y una serie que describe acciones cotidianas, donde él entendía que se encontraba la pureza del ser humano y la belleza de la vida. Se trata de Hombre cantando (1928), Monje leyendo III (1932), El flautista (1936) y El lector (1936). “Su obra es muy actual. Es de hace un siglo, pero ya se plantean problemas de ahora como el cambio climático y la crisis de los refugiados”, apunta la comisaria Stockhaus sobre la creación de Barlach.
“Solo está tras [Auguste] Rodin y [Henry] Moore. Fue el que rompió con todo, el padre del Expresionismo”, afirma sin dudas el artista Jorge Rando, que invita a contemplar la muestra en silencio. “Si el artista muestra solo lo místico, sería inútil, solamente le diría al público que debe permanecer en la niebla. Pero si el artista es capaz de presentar lo místico de tal manera que lo convierta en algo cotidiano, entonces ha conseguido convertir lo ordinario en algo infinito”, escribió Barlach en 1906.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.