El ciclón del libro hace balance
Protagonistas de la FIL evalúan una edición que ha cerrado con casi 800.000 asistentes En 2016 la feria cumplirá 30 años con América Latina como región invitada
Después de nueve días de actividad, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara cierra compuertas este domingo hasta 2016, cuando celebrará su 30ª aniversario con una novedad que ha sido avanzada esta mañana: la FIL tendrá como región invitada a América Latina.
Una decisión coherente con uno de los principales rasgos de la feria, su capacidad única para aglutinar cada año a autores, editores y agentes de todo el ámbito de las letras en español. La edición 29ª termina con unos datos que certifican su éxito y sus ciclópeas dimensiones: 792.000 asistentes, 42 millones de dólares de venta de libros y más de 20.000 profesionales del sector en movimiento. Antes del colofón, EL PAÍS reunió a protagonistas de la feria para hacer balance de la FIL 2015.
Fernando del Paso (Ciudad de México, 1935). Premio Cervantes 2015 y autor de Noticias del Imperio. “Ya no puedo venir a comprar libros, pero si fuera uno de esos jóvenes que han llenado la feria leería a Faulkner, empezando por Mientras agonizo”.
“Antes de venir a vivir a Guadalajara hace más de 20 años viajé a la FIL invitado desde París y me sorprendió que en un país como México hubiera una feria tan bien hecha y de tal magnitud. He asistido a la mayoría de las 29 ediciones –este año he participado en cuatro o cinco actos pero ya no puedo venir a comprar libros- y la respuesta del público mexicano sigue siendo excepcional. Se ha convertido en un acontecimiento cultural con repercusión mundial. Está muy bien organizada. Lo que más me gusta es el entusiasmo de los jóvenes, que acuden por miles”.
Ricardo Cayuela (Ciudad de México, 1969). Director editorial de Penguin Random House en México. “He comprado la poesía reunida de Seamus Heaney que publica Trilce, con traducciones de Pura López Colomé”.
“La FIL es una feria muy viva, con mucha energía, que ha encontrado un equilibrio. Conviven con toda naturalidad espacios pequeños para discusiones literarias profundas y grandes foros con el libro de excusa. Es importante que esté un poeta como Raúl Zurita, el chileno genial, y al lado mil jóvenes preguntando a los guionistas de una serie de TV, que también son escritores. No es incompatible. Los apocalípticos dicen ‘qué horror, se prestan a lo comercial, figuras del espectáculo que vienen a profanar el templo de la cultura…’. Pero ese espectáculo genera el volumen de negocio que hace posible la feria. Este año fue un acierto invitar al Reino Unido, pero ha sido decepcionante su presencia porque apostaron a traer nuevas voces a que se dieran a conocer en lugar de regalarle a la feria la presencia de grandes autores. Respecto a los actos, la gente critica los tiempos pero creo que son indispensables. Saber que tienes 50 minutos para una mesa que empieza puntual o va contra tu tiempo y acaba puntual porque te echan es lo más democrático. Me encanta ver cómo le pasan papelitos para que terminen a secretarios del Gobierno y a grandes figuras mediáticas. Y algo más: la ceremonia de inauguración es insoportablemente larga y un poco ridícula. Hay esta retórica mexicana en la que todo el mundo se refiere a los que están en la mesa. Te acabas aprendiendo de memoria 14 nombres. Habría que simplificarlo porque demerita el premio FIL, que debe ser el protagonista. A nadie le importa lo que digan los políticos. Se nota que no han leído al autor que citan. Va contra la idiosincrasia mexicana, que es ultraformal, pero hay que limitarlo porque es parte de la imagen. En México estamos acostumbrados pero en el extranjero se ríen de nosotros".
Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, España, 1973), jurado del premio Hiperión de poesía y autora de Las espinas pequeñas son pequeñas. “He comprado un Diccionario de mexicanismos y si tuviera que recomendar uno citaría a dos poetas mexicanos: Jaime Sabines y Rosario Castellanos”.
“Era la primera vez que venía a la feria y llegué cargada de ideas preconcebidas, pero una cosas es oír hablar de la FIL y otra estar aquí. El primer día piensas que nunca llegarás a dominarla. Al final consigues ir de librerías como en una ciudad. Lo tienen todo. En la FIL Niños, por ejemplo, hay materiales que sería difícil encontrar juntos en otro sitio del mundo. He participado en Ecos de la FIL yendo a la Escuela Preparatoria de Tonalá Norte y allí entiendes cómo se nutre la feria desde los institutos. Sin ese arraigo social dudo que existiera algo así. La feria ha conseguido ser muy popular, masiva, y a la vez mimar el salón de la poesía, en el que solo se admite a 30 personas que tienen que inscribirse”.
Marisol Schulz, directora de la FIL. “Todos los editores dicen que les ha ido mejor en términos económicos que el año pasado. Ha sido una vorágine controlada. Con estas dimensiones puede que la feria parezca un poco descontrolada pero sigue siendo manejable. La parte infantil ha ido de maravilla con su apuesta por la estética cyberpunk y por la literatura victoriana. Para el año que viene me propongo que la poesía tenga mayor cabida. En cuanto a la ausencia de algunos grandes autores británicos, se debe a motivos de agenda que están fuera de nuestro control, pero la presencia de los que ha traído consigo Reino Unido ha sido brillante".
Roger Chartier (Lyon, 1945), autor de Historia de la lectura en el mundo occidental. “No me cabe un solo libro más en casa. Si un joven me pidiera consejo le diría que leyera las Novelas ejemplares de Cervantes. ‘La española inglesa’, por ejemplo, lo tiene todo, amor, piratas, aventuras… todo”.
“Lo importante de una feria como esta, a la que he venido por cuarta vez, es que impone la presencia del libro en la conversación de la gente por nueve días y, sobre todo, que recuerda a los jóvenes que el digital no es el único mundo que existe. Con el libro electrónico no es que se pierda o se gane algo, es que cambia la ecología de la lectura. En el papel el orden de la obra lo impone el soporte y el fragmento está siempre relacionado con la totalidad. En el digital no es así. Por eso está bien que los chicos vengan aquí en masa, que toquen los libros, que sepan que hay una manera de leer distinta de la que hacemos en la pantalla”.
Guillermo Quijas (Oaxaca, 1983), director del sello independiente Almadía: “Este año me compré Las tierras arrasadas de Emiliano Monge, La casa del dolor ajeno de Julián Herbert y Crónicas de un país que ya no existe, de Jon Lee Anderson. Me guió por recomendaciones y por lo que suena en la prensa”.
“Llevo 12 años viniendo y cada vez funcionan mejor las plataformas profesionales. Hace cinco años en el salón de derechos había poquísimos agentes y hoy en días ves más, no sólo de habla hispana sino francesa o inglesa. Y también vienen a comprar más bibliotecarios de Estados Unidos, y más libreros, mexicanos e internacionales. Aunque los costos para venir aquí son altos, la venta funciona muy bien. Lo que me parece excesivo es el número de presentaciones de autores. Muchos eventos no generan público suficiente. Por lo demás, otra cosa que nos funciona bien es la fiesta en la cantina La Mutualista. Este año acabó en pura necedad”.
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