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Paco Roca homenajea a su padre a través de ‘La casa’

“Me quedé con ganas de preguntarle si fue feliz”, dice el dibujante

Gregorio Belinchón
Varias viñetas de 'La casa',el nuevo cómic de Paco Roca.
Varias viñetas de 'La casa',el nuevo cómic de Paco Roca.Astiberri

Durante décadas, un impulso casi irrefrenable de la clase media española fue poseer una ansiada segunda vivienda. Cualquiera de más de 40 años recuerda con qué emoción recibían los concursantes ganadores del Un, dos, tres el premio de un apartamento en Torrevieja. Muchas de aquellas familias, especialmente las que levantaban aquella casa en su pueblo natal, en la sierra madrileña o a lo largo de la costa valenciana, lo hicieron con sus propias manos, durante fines de semana y cualquier periodo vacacional. Los padres se convertían en capataces, arquitectos, fontaneros y electricistas; las madres en ayudantes de obra y encargadas de intendencia y los hijos en peones que acarreaban ladrillos, revocaban fachadas y cavaban grandes agujeros para las piscinas. Paco Roca, Premio Nacional del Cómic con Arrugas, fue uno de aquellos albañiles improvisados. De aquellos recuerdos y de la relación con su padre ha nacido su último trabajo, La casa (Astiberri).

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Paco Roca (Valencia 1969) ha perdido a su padre y ha sido padre casi al mismo tiempo. “Por separado esos hechos tienen su aquel. Juntas hacen que te replantees las cosas”, cuenta el dibujante y guionista de tebeos. “Sé que es un tópico muy repetido, pero siento que es cierto que cuando eres padre te conviertes en buen hijo. Te percatas del ciclo, y al pasar a la siguiente fase, la de cuidar de tus vástagos, ya ves el final. Sí, es un pensamiento negativo. Mi relación con mi progenitor siempre fue buena, aun así sentí que le debía cosas”. El valenciano también ahonda en sus viñetas en algo tan dolorosamente mundano como es deshacerse de las posesiones de un fallecido, aunque en el caso de la familia Martínez Roca, sus auténticos apellidos, hubo algo que conservaron. “Nosotros al final no vendimos la casa, es más, he pasado allí estos dos últimos veranos para crear esta obra, porque sólo allí podría dibujarla”.

El cómic como terapia

La casa ha estallado en la programación artística de Roca, que está liado con sus aventuras cinematográficas y prepara sus dos próximas obras: un libro disco con José Manuel Casañ (el cantante de Seguridad Social) y un álbum guionizado por el diplomático y novelista Guillermo Corral, del que Roca no quiere adelantar mucho porque su contenido es “explosivo”. “En el fondo hago cómics como otros terapia. A veces el fondo te afecta menos, como el de los republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial y la memoria histórica [Los surcos del azar] y otros son mucho más cercanos, como Arrugas. En realidad Arrugas y La casa están conectados. Si el primero describe la vejez de mis padres, este analiza su muerte. Era el momento de crearlo, y es el tebeo que más me ha cambiado”.

El cómic también homenajea a una generación de españoles que construyó tanto física como socialmente una nueva sociedad. “Los traductores alemanes y franceses del tebeo, que ya han acabado su labor, me dicen que eso solo ocurrió aquí, que en sus países ni había segundas residencias ni las construía uno mismo”. Aquellos españoles sufrieron y lucharon. Sus hijos, puede que no tanto, y Paco Roca se dibuja por ejemplo alimentándose de comida precocinada. “Tenían una forma de ser, que creó una clase media urbana, procedentes de un época de escasez. Fueron gente que trabajó mucho, muy austera, ni se endeudó, que tenía las cosas más claras. Para mi padre la vida era prosperar y formar una familia. No había mayores ambiciones ni se hablaba mucho”. Lo consiguió, y en el tebeo queda claro el cariño de un hijo a un hombre cuyos múltiples trabajos siempre tuvieron relación con los coches. “Me quedé con ganas de preguntarle si había sido feliz”. El resto de la familia está más ficcionada: Roca no tiene hermanas. “He creado desde un difícil equilibrio entre realidad y fabulación. Mis hermanos no lo han leído hasta que lo acabé. Ellos creen que en el fondo los tres hijos en realidad soy yo”.

En la obra de Roca hay dos líneas: una de historias que a él le interesan, como ‘El invierno del dibujante’, ‘Las calles de arena’, ‘Los surcos del azar’ o ‘El juego lúgubre’, con cierta épica, y otras con él como protagonista, marcadas por la autoflagelación, en las que el humor nace de su torpeza, su inutilidad, como sus Memorias de un hombre en pijama, Emotional World Tour y, en parte, La casa. “Igual como las cosas me va bien, necesito castigarme [risas]. Durante toda mi vida he intentado ser diferente, vivir al contrario que el resto, y llegué a la casa, me puse a arreglar el huerto con mis hijas por ahí, y de repente me di cuenta: he acabado siendo mi padre. Es imposible mantenerte al margen del ciclo de la vida”.

Viñetas y fotogramas

Paco Roca tiene el Goya al mejor guion adaptado por Arrugas, aunque él siempre asegura que aquella película era más obra de su director, Ignacio Ferreras. Ahora otros dos cómics suyos van a saltar al cine.

Él mismo está dirigiendo 'Memorias de un hombre en pijama', versión de su diario casi autobiográfico, publicado en Las provincias y en El País Semanal. Su alter ego en pantalla es Rául Arévalo, que incluso aparecerá brevemente al inicio del metraje en carne y hueso antes de saltar al dibujo.

La productora Morena Films tiene los derechos de Los surcos del azar, basada en la historia de La Nueve, la división del Ejército de la Francia Libre formada por españoles durante la Segunda Guerra Mundial. Será una coproducción hispanofrancesa con actores de carne y hueso, y actualmente un guionista francés trabaja en su escritura.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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