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ANÁLISIS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La invención del malentendido

La mentira de que Polanco obtuvo "información privilegiada" de los programas educativos del Ministerio de Educación en el franquismo fue la más longeva de todas las que le cayeron

Juan Cruz
Valentín Alba, Polanco, Antonio Franco y Juan Luis Cebrián lanzan, en 1982, la edición catalana de EL PAÍS.
Valentín Alba, Polanco, Antonio Franco y Juan Luis Cebrián lanzan, en 1982, la edición catalana de EL PAÍS.

Hace una semana, cuando presentó Mercedes Cabrera a la prensa su libro sobre Polanco, un periodista de la rama confidencial le preguntó a la académica sobre una vieja historia: cómo se hizo el presidente de Santillana, en 1971, en pleno franquismo, con "información privilegiada" de los programas educativos del Ministerio de Educación. El periodista (lo dijo él mismo) no había leído aún el libro, así que compraba una mercancía que, por cierto, Mercedes Cabrera dilucida en Jesús de Polanco. Capitán de empresas.

Esa falsedad, a la que Polanco decidió no contestar, fue publicada en el libro El dinero del poder. La trama económica de la España socialista (1991) de Ramón Tijeras y José Díaz Herrera. La querella fue presentada por Ricardo Díez-Hochleitner, que había ocupado un alto cargo en aquel ministerio y que después fue pieza clave en el grupo Santillana. Dice Cabrera en la nota a pie de página donde habla del resultado de ese infundio: [a partir de lo que escribieron Díaz Herrera y Tijeras sobre "la información privilegiada" ésta] "se convirtió en un hecho aceptado, aunque Ricardo Díez-Hochleitner se querelló contra los autores del libro, que fueron condenados después en los tribunales y ofrecieron disculpas por escrito que nunca se hicieron públicas".

Esa mentira tuvo las patas largas; se convirtió en la fabricación más longeva de todas las mentiras que cayeron sobre Polanco para convertirlo en un blanco a batir. Él decía que era pequeño de estatura, así que si se hacía fuerte sobre la tierra no lo tumbarían los vendavales. Un vendaval cayó sobre él cuando el grupo que edita este periódico quiso tener una televisión; al final, a principios de los 90 (lo cuenta Cabrera, también) obtuvo una televisión de pago. En el curso de la refriega mediática que, como era habitual, les negaba el pan y la sal a él, a Juan Luis Cebrián y a todos los que tuvieran que ver con las empresas que originó EL PAÍS, un periodista se hizo eco de otro infundio: que Polanco había dicho que "no había cojones en España" para negarle una televisión. Él nunca lo dijo, y así se lo hizo saber privadamente al narrador de la mentira. Éste le pidió disculpas, también privadas. Muchos años después, en un descanso del Teatro Real, el verdadero autor de esta fabricación le contó a Polanco que él había sido quien de veras divulgó la frase que nunca se había dicho. Se lo dijo a Polanco; tampoco halló publicidad este desmentido privado.

Un vendaval cayó sobre Jesús de Polanco cuando Prisa aspiró a una televisión

Cuando Aznar alcanzó el poder, en 1996, su periodista de cabecera desveló en su diario el centenar de medidas que debía tomar el PP para ejercerlo sin sobresaltos. Entre esas medidas, limitar el poder de Polanco. Dicho y hecho. Canal + (y sus descodificadores) era la presa a batir, aunque la caza era mayor. De ahí vino el sube y baja de Polanco y de sus directivos por las escalinatas de la Audiencia Nacional. La denuncia fue también una invención urdida entre gin-tonics salmantinos por un juez prevaricador y algunos parientes reales o ideológicos, que por casualidad pasaban por el ojo del poder cuando a éste le apeteció cumplir su venganza.

El malentendido le sobrevino, como llega la soledad, hasta el fin de sus días. Cuando ya su salud estaba quebrada, en 2007, habló ante su Junta de accionistas; dijo ahí, improvisando, algo que luego se agitó contra él como si hubiera concitado el fin del mundo. Ante una pregunta de uno de los presentes alertaba Polanco sobre lo que podía pasar si la derecha que esperaba el poder llegaba a dirigir este país: "Si estos señores recuperaran el poder van a venir con unas ganas de revancha que a mí, personalmente, me dan mucho miedo. Nada más. No sé si te he contestado". Mercedes Cabrera lo cuenta.

El boicot del PP a todas las empresas del grupo duró hasta la muerte de Polanco

En la campaña electoral de comunidades y municipios que siguió, el PP vetó una a una a todas las empresas de Prisa; sólo pudimos hacer una entrevista, me parece, a Corina Porro, aspirante entonces a la alcaldía de Vigo. El boicot duró hasta que murió Polanco, el 21 de julio de 2007.

Cuando fue perseguido judicialmente por el Gobierno de Aznar, Jesús de Polanco se fue unos días a Tenerife, con sus amigos Leopoldo Rodés, Carlos Fuentes y Plácido Arango. Miraba desde allí la mole de La Gomera, uno de sus paisajes favoritos. "¿Cómo voy a estar? Bien, ¡si estoy viendo La Gomera!". En aquel paisaje calmaba sus pesadumbres, que casi siempre provinieron de la alevosa fabricación de los malentendidos. Y de las mentiras.

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