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“Cuando un tema no se conoce, no existe”

La preselección al Oscar del corto 'Minerita' saca a sus protagonistas de la oscuridad

Una imagen del corto 'Minerita' del director Raúl de la Fuente.
Una imagen del corto 'Minerita' del director Raúl de la Fuente.

En Hollywood sueñan con el oro del Oscar. En el Cerro Rico de Potosí (Bolivia), las pesadillas de Lucía, Ivone y Abigail brillan como el cobre y el zinc de las minas donde trabajan. Y entre estos dos mundos se mueven Raúl de la Fuente y Amaia Remírez, director y productora, respectivamente, de Minerita, cortometraje documental que ahora forma parte de la llamada shortlist de semifinalistas al Oscar. “Estamos en una posición muy bonita y hay que disfrutar. Todo esto es alucinante, aunque el nivel de intensidad es muy alto”, afirma Raúl todavía en pleno “subidón” mientras Amaia, además de productora, su pareja, dice que le ha confiscado el móvil para bajarle a la tierra.

Ha sido una trayectoria larga, de algo más de dos años, donde la alfombra roja nunca fue la meta a pesar de los innumerables premios conseguidos, incluido el Goya. Estos dos navarros del valle de Unciti recuerdan como si fuera ayer las palabras que lo pusieron todo en marcha. “Fue un amor a primera vista”, resumen entusiastas rememorando esa primera foto que vieron de Abigail en la mina, trabajando de igual a igual en un mundo de hombres donde es más fácil saltar por los aires dinamitada que ganarse el respeto de los varones.

Una niña de 17 años tirando de una carreta a 4.300 metros de altitud y “avanzando como un lagarto” entre túneles oscuros a la búsqueda del preciado metal o de la muerte. Así que en lugar de a California, Minerita les llevó al Cerro Rico boliviano, donde junto a Abigail Raúl conoció a Ivone, de 16 años, y a Lucía, 40, supervivientes en este mundo de lobos y protagonistas de su obra. “Todos nuestros trabajos nacen de una admiración”, reconoce el realizador, con amplia experiencia en el mundo documental en cualquier formato. Admiración por la gente que lucha y vive en la injusticia y día a día trata de salir adelante. De ahí que Minerita sea el retrato “duro y real, poético y artístico” de las vidas de estas tres mueres. Además de una llamada de atención. Porque como dicen ambos, “cuando un tema no se conoce, no existe”. Y esa sí es la meta de Minerita: “Visibilizar” los problemas de aquellos desconocidos que sí existen.

Hay otra razón por la que De la Fuente no piensa en la alfombra roja: es supersticioso. Además está su próxima producción, el largometraje documental Un día más con vida, que alterna imagen real y animación en su adaptación de la novela homónima del reportero polaco Ryszard Kapuscinski. Y su hijo Ayur de seis meses, cinco si le dejas solo a Raúl con el despiste que lleva. “Él es la razón de todo. El deseo de que tenga unos padres con cosas que contar”, dice. Por no hablar de la competencia. De esas otras nueve películas como Minerita semifinalistas en la categoría de cortometraje documental y que también cuentan historias que no se conocen, pero existen. “Tengo ganas de que el destino decida qué pasa con el Oscar”, afirma alguien que en sus documentales lucha contra el destino que les ha tocado a otros.

Los documentales son su pasión y se siente afortunado al saber que hay gente loca que hasta paga por ellos. Lo de loca va con cariño. “Quizá no es el género más comercial, pero hay gente que apuesta por contar historias que necesitan ser contadas”, sopesa, a sabiendas de que Minerita todavía no tiene distribución en España. Pero la historia ha merecido la pena y todavía más su resultado. El de Abigail, Ivone y Lucía, con quienes siguen en contacto. La primera se ha mudado con su madre a La Paz y está intentando entrar en el cuerpo de policía. Ivone ha pasado a trabajar en una asociación que defiende los derechos de las mujeres y Lucía está a punto de jubilarse con un terrenito fuera del cerro. Ese es el verdadero logro de Minerita, resume Amaia. “Saber que algo creado con pasión y libertad puede llegar lejos”.

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