Fred Thompson, el otro actor que quiso ser presidente de Estados Unidos
Propició el fin de Nixon y buscó emular a Reagan en su intento de llegar a la Casa Blanca
Era el 16 de julio de 1973. Fred Thompson tenía 30 años y ocupaba el cargo de consejero legal del Partido Republicano en el comité del Senado que investigaba el escándalo Watergate durante la presidencia de Richard Nixon. Interrogaba al asesor de la Casa Blanca Alexander Butterfield. Como si fuera una interpelación más, Thompson le preguntó a Butterfield: “¿Está al tanto de la instalación de cualquier aparato de escucha en el Despacho Oval del presidente?”. Tras cinco tensos segundos de silencio, Butterfield respondió: “Estaba al tanto de aparatos de escucha. Sí, señor”.
Los historiadores sostienen que Thompson ya conocía la existencia del sistema de grabación en el despacho del mandatario cuando le hizo la pregunta al asesor. La respuesta de Butterfield marcó un punto de inflexión en el caso Watergate: al revelar por primera vez la instalación de las grabadoras creció la presión contra el republicano Nixon, que acabó dimitiendo en agosto de 1974 al saberse que había bloqueado la investigación de un asalto a una oficina del Partido Demócrata.
Thompson murió el domingo a los 73 años, víctima de un linfoma que le fue diagnosticado en 2004. Aquella pregunta en el comité del Senado le concedió un lugar en la historia del único presidente estadounidense que ha dimitido. El rostro de Thompson se haría popular en las décadas siguientes gracias a sus etapas como actor y político. Una de sus interpretaciones más conocidas es en la serie televisiva de temática judicial Ley y orden.
La suya fue una carrera camaleónica en la que trató de aunar entretenimiento con política. Lo logró a medias. Su mayor apuesta fue aspirar a la candidatura republicana en las elecciones presidenciales de 2008. Era un intento de emular a Ronald Reagan, el actor californiano convertido en presidente en los años ochenta y erigido en icono conservador. Thompson fracasó.
Pese a ello, su vida es un ejemplo de éxito. Del niño que nace en un pequeño pueblo de Alabama, ahorra para poder pagar sus estudios universitarios y acaba adentrándose en los círculos del Capitolio y Hollywood. Su familia dijo el domingo que esos orígenes humildes le “formaron el prisma a través del cual veía el mundo y determinaron la forma en que abordó la vida”.
Tras estudiar derecho, Thompson fraguó buenas conexiones con el Partido Republicano gracias a sus primeros trabajos como abogado y fiscal federal. Participó en la comisión del Watergate por su cercanía con el senador republicano Howard Baker.
Mundo de la interpretación
Tras esa experiencia en el Senado, en Washington, volvió a ejercer de abogado en Tennessee, el Estado en el que se crio. Entre sus defensas más destacadas, la de una funcionaria despedida por destapar un escándalo que acabaría obligando al gobernador estatal a dimitir. Se hizo una película sobre el caso en 1985 y Thompson decidió representarse a sí mismo.
Fue su entrada en el mundo de la interpretación, en el que mostraba naturalidad y se decantó por personajes que irradiaban autoridad. Actuó en 18 películas. Entre ellas, Días de trueno y En la línea de fuego. En tres cintas actuó como presidente de Estados Unidos.
En 1994, el actor entró en política. Ganó el escaño de senador que había dejado vacante el demócrata Al Gore al asumir la vicepresidencia del país. “Tennessee y nuestra nación tienen una gran deuda con Fred Thompson”, dijo Gore el domingo.
Thompson estuvo en el Senado hasta 2003, cuando aceptó ser uno de los protagonistas de Ley y Orden durante varias temporadas hasta su fallida carrera a la Casa Blanca. El actor y político se casó dos veces y tuvo tres hijos.
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