Conversaciones en torno al Cigarral, un lugar de libertad
Gregorio Marañón Bertrán de Lis presenta su libro de memorias en el Teatro Real
¿Quién en el mundo de la cultura y la intelectualidad española de antes de la guerra civil no estuvo en El Cigarral de Menores de Toledo? Alguno habrá faltado a la finca del científico, historiador, escritor y pensador Gregorio Marañón (Madrid, 1887-1960), pero quienes pasaron por allí lo convirtieron en un ágora del pensamiento, la creación, el diálogo y la amistad. De libertad. “Crearon una época ejemplarizante de la que tenemos que aprender”, aseguró ayer Gregorio Marañón Bertrán de Lis, nieto del científico, durante la presentación en el Teatro Real de Madrid de su libro Memorias del Cigarral. 1522-2015 (Taurus)
El autor evocó la historia de un lugar emblemático y de su significado. En el retrato oral también participaron José María Lasalle, secretario de Estado de Cultura —“La civilización de la libertad está reflejada en estas páginas”—; José María Barreda, expresidente de Castilla-La Mancha —“Es un lugar de la memoria, referencia para la cultura y la historia de un país”—; Javier Gomá, filósofo, escritor y director de la Fundación Juan March —“Posee una narración amena llena de anécdotas sabrosas”—, y Juan Cruz, escritor y adjunto al director de EL PAÍS —“Encaja la historia del doctor Marañón con la de España”—.
Libertad. Esa fue la palabra más invocada para referirse a El Cigarral y, con ella, tolerancia y democracia. Marañón Bertrán de Lis “ha tratado de reconstruir una casa de la libertad, del saber tratar al otro. Contiene un pequeño tratado sobre la libertad”, dijo Lasalle, quien enfatizó que la obra “reivindica un modelo de civilización que ahora está amenazado por las circunstancias”.
En la legendaria finca, Miguel de Unamuno leyó algunos de sus mejores poemas; Federico García Lorca dejó escuchar Bodas de sangre. Y, antes y después de ellos, por allí pasaron personalidades como Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Azorín, Baroja, Gerardo Diego, Ramón del Valle-Inclán, Cela, el conde de Romanones, Manuel Azaña, Vicente Aleixandre... Y de fuera de España, como Marie Curie o Alexander Fleming.
Tolerancia y convivencia
Las páginas de la obra van más allá de las sensaciones narrativas y fotográficas encadenadas de anécdotas, porque su contenido invita a reflexionar sobre el verdadero espíritu de El Cigarral.
Es el espíritu de “las huellas de metralla en los olivos de la finca como una metáfora de lo que fue: tolerancia, convivencia, diálogo y la palabra como monumento para que sea escuchada”, se detuvo Barreda en su intervención.
Por eso, lo más destacado para Juan Cruz es “el sentimiento de escuchar y dialogar que se transmite en todo el libro”. Todo ello, a la vez que transpira la conciencia de la responsabilidad de lo heredado, señaló Gomá.
Una historia que se remonta al siglo XVI
La historia de El Cigarral de Menores se remonta al siglo XVI. El libro parte de una conferencia que su autor pronunció hace casi 30 años en la que hablaba de la finca. Al recordarla, Gregorio Marañón Bertrán de Lis decidió investigar su pasado, desandar su genealogía. Así conoció a Jerónimo de Miranda, su fundador en 1597. Era un canónigo de la Catedral de Toledo que mandó a construir el lugar como una villa renacentista de estilo italiano. A partir de ahí, una cadena de propietarios, clérigos, políticos o notarios, hasta que a comienzos del siglo XX la adquirió el doctor Gregorio Marañón.
En las manos del doctor Marañón, El Cigarral vivió un momento de esplendor cultural, político y social. Allí concurrieron las generaciones del 98, del 14 y del 27. “Todos comparten el ideal patriótico que se estrella en 1936 con la guerra civil”, apuntó el autor de las memorias. Luego, la finca es la historia de la familia Marañón. Tras morir el científico, la propiedad atravesó 17 años de “relativo abandono” hasta que su nieto, para quien había sido el paraíso de la infancia, la adquirió en 1977.
De la mano del actual presidente del Patronato del Teatro Real y académico de Bellas Artes, en este último periodo se han gestado allí proyectos como la Fundación El Greco 2014, la Real Fundación de Toledo o el Centro Internacional de Toledo para la Paz.
Más de 300 personas acudieron a la presentación, entre ellas historiadores como John H. Elliott, ensayistas como Tom Burns Marañón, académicos como Luis María Anson, políticos como Ana Botella, empresarios como Alicia Koplowitz y representantes de medios de comunicación como Ignacio Polanco, presidente de honor del Grupo PRISA (editora de EL PAÍS), o su director editorial, Javier Moreno. Asistieron, como dijo Marañón Bertrán de Lis, a “una memoria de más de cuatro siglos de la que hay que aprender”.
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