Emily Watson: “La diferencia entre mujer o madre la hacen los medios”
La inglesa recibe el premio de Honor del festival y habla de la “vida gitana” de los actores
Cuando la londinense Emily Watson debutó en el cine en 1996, con Rompiendo las olas, el premio Donostia ya estaba ahí, homenajeando a intérpretes de grandes carreras. Con el tiempo, los premiados han sido más jóvenes y también, en bastantes ediciones, más de uno. Este año le toca a Emily Watson. Su momento de gloria fue en su espectacular arranque en el cine, con dos candidaturas a los Oscar (Rompiendo las olas y Hilary y Jackie) y películas como The boxer, Las cenizas de Ángela, Gosford Park y Embriagado de amor. Hoy, en cambio, trabaja sobre todo de secundaria (Everest, La ladrona de libros, La teoría del todo o War horse).
Watson ha pasado de puntillas por el certamen. Conocía el festival –nunca había estado-, pero no el premio que esta noche recibirá de manos del mismo director del certamen, José Luis Rebordinos, quizá para acallar las críticas. “Tengo una norma: solo concedo entrevistas y acudo a ruedas de prensa cuando promociono una película, pero no solo por mí misma. Me es fácil encarnar a otras personas, sin embargo, es un gran desafío mostrarme ante ustedes tal y como soy”, contaba esta tarde en la rueda de prensa para justificar que no haya charlado con ningún periodista. Tampoco es que hubieran acudido muchos medios de comunicación al acto –nunca hubo menos gente en una rueda de prensa de un Donostia- ni que se haya alargado la comparecencia en exceso: 30 minutos y se acabó.
Sobre su carrera, la actriz, de 48 años, explicó: “Nunca tuve un plan. Esta es una vida de gitano, te dejas llevar por el viento. Era divertido a los 22 años, ahora con hijos se ha convertido en un desafío. Lo único cierto, si les cuenta como plan, es que busco papeles con integridad, que me encanten. Pero nunca tuve una hoja de ruta… y pido perdón a mi agente, que está aquí delante”. Acerca de los diversos formatos de su trabajo, Watson –que reconocía no saber mucho de cine español, más allá de Pedro Almodóvar- apuntó: “Me encuentro más cómoda en cine y televisión. Son muy diferentes. Me ha gustado el teatro, pero se me hizo difícil lo de ocho representaciones de la misma obra a la semana. Recuerdo en una ocasión ir a un ensayo y pensar que cómo iba a repetir otra vez el papel… El cine es mi hogar; la televisión, por su rapidez, es intrigante”.
Marcada por sus últimos papeles de madre, la actriz estuvo a la altura cuando le preguntaron por ese rol recurrente: “Soy madre, así que me siento madre. He interpretado a muchas… pero es que hay mujeres muy interesantes que son también madres. Esa diferenciación entre mujer o madre solo la hacen los medios de comunicación”. Con una sonrisa, y gesticulando, confesó que quiere hacer comedia: “Sí, por favor. Aún queda mucho de mí por descubrir. Dicho de paso, sería muy buena en la comedia”.
¿Cómo se escoge un Donostia? Obviamente, más allá de asegurar que lo elige el Comité de Dirección, el festival de San Sebastián no comenta a quién se lo ha propuesto y ha declinado la oferta. A partir de aquí todo es elucubración, pero este año parecía que podían haberlo recogido, además de Watson, dos actores como Ethan Hawke –más joven que Watson, pero de larguísima trayectoria- y Julianne Moore. El primero no ha podido llegar a apoyar la proyección de Regresión, de Alejandro Aménabar, porque el rodaje de la nueva versión de Antoine Fuqua de Los siete magníficos se ha alargado un mes más de lo previsto. Lástima, podía haber traído en un estupendo doble programa, junto a Regresión, Born to be blue, donde encarnar a Chet Baker. La segunda tampoco ha aterrizado en San Sebastián con Freeheld, y su promoción ha quedado en manos del director y de su compañera de reparto Ellen Page. Para Watson, hay muchas actrices que se merecen el Donostia: “Existe una generación de actrices británicas, como Judi Dench, Eileen Atkins, Maggie Smith o Helen Mirren, con una educación teatral que les ha dado un músculo para contar bien historias. Y lo hacen por encima de quedar bien ellas mismas. Me gusta honrarlas”.
De los tiempos pasados ha respondido en diversas ocasiones. Sobre Lars von Trier, el hombre que la hizo debutar en el cine, recordó: “Durante años, Lars ha tenido una imagen de cineasta de complicada relación con las actrices. Rompiendo las olas fue mi primera película y no sabía qué tenía que esperar. De la manera que él trabaja él no sabes que estás haciendo una película. Repites y repites y te va sumergiendo en el papel. Desde luego, marcó mi carrera, porque repetí durante años ese papel de loca. A cambio me abrió todas las puertas”. Sobre el cambio del cine desde que ella empezó, comentó: “No creo que vaya a peor, sino que vive ciclos y siempre emergerán los artistas con historias propias”. Sobre dirigir una película explicó: “Me planteé cuando era joven dirigir una película… durante cinco minutos. Tienes que ser una líder, polifacética y estar preparada para la multitarea. Puede que en un futuro… pero hoy mis hijos son aún pequeños, y hacer una película es un compromiso semejante a tener un hijo, una fuerza de la naturaleza”. Y sobre ser mujer en el cine, apuntó: “El físico es, obvio, condiciona. El look Hollywood es difícil de gestionar. He tenido suerte, porque siempre me han contratado por tener vida en mis caracterizaciones, por ser distinta… Siempre hay presión con ello, pero así es ser mujer. La industria debe de responder a cómo se divide el dinero a la hora de pagar a hombres y mujeres, a la falta de igualdad, y tiene que abordarlo ya, pero no voy meterme en esa cuestión”.
A Emily Watson se la vio más relajada hablando de directores: “Algunos con los que me gustaría trabajar ya han fallecido, porque no hubiera habido mayor placer que repetir con Robert Altman, que ha sido el ser humano más extraordinario que he conocido. Repetiría también con Paul Thomas Anderson… Hay muchas ambiciones que no he cumplido: como estar en una película de Todd Haynes. Pero ya he dicho que esta vida es gitana, tienes que ver cómo te viene. De mis personajes, recuerdo con mucho cariño a Bess de Rompiendo las olas, porque, como dicen, el primer corte es el más profundo. El rodaje de Gosford Park fue divertidísimo y disfruté mucho mi personaje lo pasé genial. Como en Embriagada de amor. Paul Thomas me dijo que no investigara, que fuera yo misma. Y me encantó participar en la australiana La propuesta, de John Hillcoat. En fin, es como elegir a tu hijo favorito: complicado”.
En su momento la londinense estuvo a punto de protagonizar Amélie, pero al final hubo desavenencias con su director, Jean-Pierre Jeunet, y los productores: la película, en teoría en inglés y titulada Emily, se acabó filmando en francés como Amélie. Bueno, Watson a su vez heredó el personaje protagonista de Rompiendo las olas cuando Helena Bonham Carter abandonó el proyecto a pocos días de iniciarse el rodaje. De todo eso no habló, pero sí de su futuro… incierto: “Me acabo de tomar un descanso, ya que he rodado y estrenado Everest y una versión para BBC en telefilme de El vestidor, la obra de Ronald Harwood, con Ian McKellen y Anthony Hopkins. Ahora no sé lo que voy a hacer”. Y tal como vino, se fue.
Babelia
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