El fantasma de la indignación recorre España
El documental ‘No estamos solos’ recoge las protestas de los últimos años y retrata a la gente más imaginativa en las iniciativas sociales
Pere Joan Ventura mira, suspira y dice: “Mira, yo empiezo a ser mayor. Recuerdo las luchas antifranquistas, y ya entonces las grabábamos para dar testimonio. Queríamos mostrar en aquel momento el mogollón y aunque hubiera poca gente filmábamos las manifestaciones con gran angular para que parecieran masas. Hoy, con tanta y tanta gente en la calle, cansada y harta, con diversas generaciones unidas en las protestas –como ya ocurrió hace años con el ‘No a la guerra’, hemos dado un paso más y elegido algunos casos para mostrar ese poderío. Es una fuerza incontenible, es estupendo”.
Hoy se estrena en el Festival de San Sebastián su documental No estamos solos, coimpulsado por José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming. Ventura (Castellar del Vallés, 1946), Goya con El efecto Iguazú, veterano de TVE y uno de los impulsores de ¡Hay motivo!, ahonda en lo que muestra en pantalla: “Quería mostrar lo que está pasando, pero no de forma puntual, sino abarcando una dimensión más amplia, enseñar la cantidad de gente que está saliendo a la calle, protestando e intentando cambiar las cosas”. Para ello ha retratado a diversos activistas, “gente común, normal, como diría Rajoy”, y por eso va desde Las Comadres asturianas, urdidoras tras décadas de lucha del famoso Tren de la libertad que llegó a Madrid el 1 de febrero de 2014, hasta Ada Colau, cuando luchaba contra los desahucios en la PAH antes de ser alcaldesa de Barcelona, David Alegre, director de la orquesta la Solfónica, algunos de los integrantes de los Yayoflautas, de la Marea Verde, de la Marea Blanca o Martín Sagrera, profesor de Ciencias Políticas y doctor en Sociología por la Universidad de París, “que harto de que sus libros no llegaran lejos dedica ahora su tiempo a hacer altruistamente las pancartas de las manifestaciones”. Parte de estos colectivos estarán esta noche en el estreno, en la Sección Oficial como Proyección Especial, del documental dedicado a reflejar cómo parte de la sociedad “ha tomado la iniciativa para cambiar las cosas, ya que desde arriba, desde los poderes del Estado, solo llegan motivos para indignarse”.
El documentalista reconoce a las claras la ideología de No estamos solos. “Sí, se puede entender como una llamada al alistamiento. La gente no es consciente del poder que tiene, si no, lo usaría”. Con todo, no es una película completamente complaciente. En una imagen poderosa, grabada en una asamblea a la puerta del Museo Reina Sofía, una chica clama ante la oportunidad perdida el día anterior de haber acampado en el Paseo del Prado. “Es un momento muy bonito, y dudamos si ponerlo o no, pero se mantuvo porque llevaba razón. Hemos rodado muchos más colectivos, tenemos 200 horas de metraje, así que mucho se ha quedado fuera. Otras protestas no nos han cabido porque ha habido días de cinco y seis actos convocados a la vez, no dábamos abasto”. Y en estos años de grabación ha encontrado motivos para alegrarse: “Hay gente que curra en ello todos los días. Por ejemplo la Solfónica ensaya todas las semanas. Me hace sentirme esperanzado. Ese el futuro”.
Dicho todo lo anterior, el cineasta no se siente optimista. “Es complicado, pero sí me definiría como esperanzado. Estamos dentro de una sociedad muy complicada, que nos ha engañado diciendo que los políticos nos representaban y que con votar cada cuatro años bastaba. Como dice Josep Fonta [catedrático emérito de la Universidad Pompeu Fabra], hay un esfuerzo a hacer, hay que currarse las cosas”. Ventura no entra en política ni en independentismos. “Son tiempos complejos y mi película habla de activismos”.
Junto a él, en San Sebastián, El Gran Wyoming: “Nos conocimos hace ya un par de décadas, fuimos compañeros de empujar los carritos de nuestros hijos, y hemos participado en diversas aventuras audiovisuales. Es cuestión de amistad”. Ventura recurrió a él a la hora de buscar financiación. “Creo que pensó que yo era el único amigo rico que tenía”, asegura entre risas Wyoming (Madrid, 1955). “Insistía e insistía con que había que hace este libro, yo avisé que era a fondo perdido, y por eso ideamos una serie de triquiñuelas”. Entre ellas, el libro No estamos solos (Editorial Planeta), con cuyas ventas han financiado en parte la producción.
Al Gran Wyoming le preocupa cómo hay gente “expulsada de la sociedad”. “¿Por qué razón hemos asumido con tanta facilidad que el 50% de los jóvenes no tengan acceso al mundo laboral, que uno de cada dos esté en el paro? Eso es una barbaridad. A una generación completa se le ha quitado un plan de vida. Más aún, es la primera vez que las nuevas generaciones no van a mejorar sus condiciones económicas y sociales. Hasta ahora vivíamos una evolución y estamos en una involución. Y además no hay ninguna razón para ello: la atmósfera no ha cambiado, hay más bienes de consumo que nunca…”. Wyoming apuesta por movilizaciones contra la regresión: “Que los de la Troika planteen a día de hoy que un salario de 600 euros es un freno a la economía cuando el ayer dimitido presidente de la Volkswagen tenía un sueldo de 17 millones de euros anuales, más un plan de pensiones de 28 millones de euros, nos da una idea del índice de crueldad al que nos quieren llegar”.
A sus sesenta años, El Gran Wyoming remata: “Nunca he visto unos mandatarios con tanto desprecio con la ciudadanía. Claro, quienes hemos conocido otras realidades nos duele aún más. Los yayoflautas no pelean por sus pensiones, sino por el trabajo de los jóvenes; las Comadres de Gijón lideraron la lucha contra la reforma de la Ley del Aborto y la mayor parte de ellas ya no están en edad de quedarse embarazadas. A mí esta generosidad me emociona mucho”. Y así, junto a Pere Portabella, coproductor del filme, y Ventura, el showman madrileño acaba definiéndose como “otro pesimista esperanzado".
Babelia
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