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PATIO DE COLUMNAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tres clásicos

Javier Rodríguez Marcos

A veces una serpiente de verano produce una injusticia y tres obras de arte. Lo primero es frecuente; lo segundo, un prodigio. Y sin embargo, en ocasiones un mismo argumento da lugar a un libro, una película y una pieza teatral que, pese a sus diferencias, son fieles al hecho (real) que los puso en marcha. Que cada uno de esos trabajos sea además irreprochable artísticamente —a falta de un adverbio mejor— y suponga un hito en sus respectivos géneros es un prodigio triple. A veces pasa.

El 18 de junio de 1997 Barcelona despertó con este titular: “Una pareja alquilaba a su hijo de 10 años a un pederasta por 30.000 pesetas el fin de semana”. Eso que llaman sequía informativa y una cadena de negligencias periodísticas y judiciales inventó una supuesta red de pederastia que, antes de desinflarse, llenó de lodo la vida de un montón de inocentes. Muchos de ellos, pura casualidad, eran pobres.

Tres veranos después, Arcadi Espada desmontó la mentira en un libro titulado secamente Raval. Además de un análisis del “efecto jauría”, su crónica es un relato descorazonador de la imposición fabuladora del bien sobre la verdad. La ficción trabaja con aire acondicionado. Por citar a la autoridad competente, diremos que Sánchez Ferlosio, que no acostumbra a escribir reseñas, lo glosó por extenso en el ABC Cultural. Entre líneas se le ve morderse la lengua para no decir que aquello se lee como una novela.

El cineasta Joaquim Jordà leyó ese libro, grabó el juicio del caso y en septiembre de 2003 llevó al festival de San Sebastián un documental titulado De niños con música de Albert Pla. A la crónica de Espada, Jordà le sumó una tesis: la red era un pretexto para la limpieza urbanística del barrio chino barcelonés. En 2005, finalmente, el grupo teatral Animalario estrenó en La Abadía una pieza de Juan Mayorga que partía del mismo caso: Hamelin. Su obra de madurez, dijo la crítica. A un inmenso Alberto San Juan, que hacía de niño, se sumaban, entre otros, Blanca Portillo, Javier Gutiérrez y Guillermo Toledo. A pelo, sin escenografía. Han pasado 10 años.

Antes de repetir que el arte social reapareció en España con la crisis, conviene repasar —sin prejuicios— esas tres obras. De la pieza de Mayorga hay ediciones en Ñaque, La Uña Rota y Cátedra. La película de Jordà se editó en DVD y puede verse en Filmin online. El libro de Espada lo publicó Anagrama. Si los hubieran traducido del inglés, estaríamos hablando de tres clásicos.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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