Lorenzo Sánchez, vuelta al ruedo y cornada menos grave en Las Ventas
Víctor Tallón se estrelló ante un lote imposible y Campanario mostró muchas carencias
El novillero Lorenzo Sánchez dio una vuelta al ruedo después de resultar herido en la tarde de su presentación en Las Ventas, en la que Víctor Tallón se estrelló con un lote imposible y Martín Campanario protagonizó una tarde esperpéntica.
Con un cuarto de entrada, se lidiaron cuatro novillos de Arauz de Robles y dos -quinto y sexto- de José María López, bien presentados, mansos y de nulas opciones.
Martín Campanario: pinchazo, otro hondo y cuatro descabellos (silencio); dos pinchazo y bajonazo (leves pitos); y estocada en el número (silencio); Lorenzo Sánchez: estocada caída y delantera (vuelta al ruedo tras petición en el único que mató), y Víctor Tallón: pinchazo hondo de efecto fulminante (palmas tras aviso), y media atravesada y descabello (ovación tras aviso).
En la enfermería fue intervenido Lorenzo Sánchez ‘cornada en tercio inferior de la cara interna del muslo derecho con dos trayectorias; una, hacia arriba y hacia dentro de 20 centímetros, y otra, de 15 centímetros. Pronóstico menos grave’.
Con la definición de antípoda (lugar o posición radicalmente opuesta o contraria a otra) se podría explicar la tarde de ayer en Las Ventas, en cuanto a las actitudes y capacidades de los tres novilleros.
Lorenzo Sánchez pagó con sangre el esfuerzo realizado ante un complicado novillo, que lo dejó fuera de combate. Víctor Tallón se esforzó mucho con un lote sin opciones, y lo de Martín Campanario es para hacérselo mirar, pues demostró que no es que no estuviera preparado para venir a Madrid, sino que no tiene facultades para abrirse paso en esta dura profesión.
El primer novillo salió abanto. Hubo mucho desorden en la lidia, pero mal estuvo Martín Campanario, que no hizo ni el amago de ir a por él, como si el novillo no fuera suyo, reculando, incluso, cuando al animal se le acercaba. Tampoco estuvo resuelto el debutante con la muleta. Ni sitio, ni la más mínima técnica para estructurar algo que no fuera una sucesión de pases tropezados, desarmes incluidos. Muy poco poso dejó Campanario, atenazado por sus propios miedos y ausencia de recursos.
Y cuando parecía que no se podía estar peor, Campanario demostró en el cuarto que sí, que se puede. Su labor naufragó entre las dudas, los temores y las nulas capacidades de un joven que no está para esto.
Para su desgracia, y por el percance de un compañero, Campanario tuvo que matar al sexto, en el que volvió a esconderse con el capote, sin querer saber nada de la esperpéntica lidia que llevó el manso. Con la muleta se vio a un torero totalmente descompuesto e incapaz.
El primero de Lorenzo Sánchez quedó mermado por los tres picotazos mal dados que se llevó en el caballo. No tuvo demasiado fuelle el animal en el último tercio, pero sí cierta dificultad, y enfrente se vio a un torero con actitud de querer hacer bien las cosas.
Muy bien en los tiempos y pausas que dio al animal para tratar de dosificarlo, y se puso tan de verdad que el novillo lo prendió por el pecho en unos momentos verdaderamente dramáticos. Visiblemente herido en un muslo, Sánchez volvió a la carga, y citó por naturales. Disposición, firmeza y valor. La gente vibró y sufrió con él; todos, excepto el presidente, que decidió no concederle la oreja.
Tallón sorteó en primer lugar un novillo nada fácil. Muy bruto, rebrincado, se quedaba debajo y medía en todo momento al torero, que hizo la apuesta dentro de sus posibilidades y, aunque no pudo sacar nada lucido, se le agradeció el esfuerzo.
Su segundo fue un mulo en el límite de la invalidez. Tallón lo intentó de mil maneras, pero fue imposible lograr nada potable. La ovación final, un premio a la actitud.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.