La nueva España
Salvo la secuencias que presiden Karra Elejalde y Manuel Manquiña, sensacionales cómicos, prodigios de gracia y tempo, aupados por un texto estupendo de Bajo Ulloa, casi nada funciona
En el bienio 1996-1997 dos películas cambiaron el panorama del cine comercial español: Airbag, de Juanma Bajo Ulloa, y Torrente, el brazo tonto de la ley, de Santiago Segura. Ancladas en el esperpento español, añadían referencias del cómic, del dibujo animado, del cine de acción y del desparrame juvenil americano, las dos fueron un descomunal éxito. La casualidad, o más bien una nueva realidad, ha querido que en menos de un año, casi dos décadas después, hayan coincidido la quinta entrega de la saga de Segura, tan pendiente de los cambios en la sociedad española que elucubraba sobre nuestro futuro político inmediato, y la tremebunda Rey gitano, de Bajo Ulloa, que en la línea formal de Airbag se atreve a mezclar una trama central con un supuesto hijo bastardo (y caló) del Rey Juan Carlos, e infinidad de rocambolescas subtramas sobre el FMI, la ruptura territorial del país, el España-Holanda del planchazo de Van Persie y el espionaje del CNI, junto a riadas de politoxicomanías, escatología y lo que los políticamente correctos (y ciertamente cursis) llamarían "chistes sobre minorías oprimidas".
REY GITANO
Dirección: Juanma Bajo Ulloa.
Intérpretes: Karra Elejalde, Manuel Manquiña, Arturo Valls, María León, Rosa M. Sardà.
Género: comedia. España, 2015.
Duración: 116 minutos.
El problema es que salvo la secuencias que presiden Karra Elejalde y Manuel Manquiña, sensacionales cómicos, prodigios de gracia y tempo, aupados por un texto estupendo de Bajo Ulloa, casi nada funciona. Y no por burdo, insolente o prohibido, pues estamos ante una nueva realidad en la que ya no hay intocables, sino por carencia de genio y, a pesar de su atrevimiento, por mucho menos audaz de lo que en su superficie aparenta.
Babelia
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