El reto de luchar

"A mí no me digas que no se puede", repetía El Langui, como un mantra, en El truco del manco, película donde persona y personaje se fundían en un éxtasis de superación personal. Un lema que también ha hecho suyo el protagonista de Con todas nuestras fuerzas, de Nils Tavernier, inspirada en la historia real de un padre y un hijo, discapacitado tras una parálisis cerebral, que compiten en un triatlón como un reto y como una forma de unión.

En este tipo de historias, si se fuerzan los elementos adyacentes (apoyo musical subrayado, guion esquelético sin subtextos ni conflictos paralelos, puesta en escena dirigida hacia la lágrima), la película solo encuentra apoyo en el mensaje, irreprochable, pero obvio. Y, si acaso, en la mirada de la criatura. Aquí, Fabien Héraud, también con trastorno psicomotriz, encuentra la complicidad de Jacques Gamblin, magnífico actor. Uno, desde la naturalidad, y otro, desde la composición, intentan sostenerla, pero el empuje social y moral se ve derrumbado por el tratamiento artístico.