El candidato del compromiso
Miremos a los hechos. Kirill Petrenko no era la primera elección de nadie como próximo director musical de la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Su nombre entró en las votaciones solo después de que los 124 miembros de la orquesta se partieran en dos durante toda la jornada electoral del pasado 11 de mayo, ya que la mitad de ellos optó por el favorito, el alemán Christian Thielemann, y la otra mitad por el brillante y joven letón Andris Nelsons. Al anochecer, los músicos estaban ya ahogándose los unos a los otros y los más sabios entendían que tendrían que buscar un tercer candidato, un compromiso.
Pero, ¿quién? El venezolano Gustavo Dudamel, que hizo brillar la orquesta la semana pasada, se retiró de la competición. Y lo mismo hicieron Daniel Barenboim, Mariss Jansons, Yannick Nézet-Séguin y otros aspirantes. Kirill Petrenko, de 43 años, en su segundo año como director de la Orquesta Estatal Bávara, había señalado en privado su desinterés por el puesto.
Sin embargo, a Petrenko le gusta Berlín. Disfrutó en su época como director musical de la Komische Oper entre 2002 y 2007 y dirigió la Filarmónica en tres ocasiones, llegando a conocer y apreciar algunos de sus músicos. Cuando anoche estos le llamaron para comunicarle los resultados de la elección, aceptó el cargo con “euforia y alegría”:
No durará. Kirill Petrenko es un apasionado y comprometido director nacido en Siberia –el primer ruso escogido como responsable de la Filarmónica; también el primer judío-. Meticuloso en los ensayos, saca lo mejor de músicos y cantantes mostrándose siempre de su lado. Su éxito –su supervivencia- durante varios veranos en Bayreuth demuestra una dureza interior que es mitigada por un lado exterior tímido y que tiende a menospreciarse. Este mes Petrenko se peleó con Katharina Wagner por un cambio de reparto y le dijo que no volvería.
Como Thielemann, es un profundo y experto wagneriano, curtido en el repertorio alemán. Como Nelsons, tiene maestros rusos en las yemas de sus dedos. En este sentido, lleva lo mejor de ambos mundos.
Sin embargo, su timidez es un problema. La Filarmónica de Berlín es un buque insignia de la cultura alemana y su líder tiene que ser visto y escuchado en los océanos de los medios de comunicación, llevando su flota al triunfo. Petrenko concede pocas entrevistas y nunca desvela nada de su lado íntimo.
Todavía peor, es totalmente desconocido en el extranjero, en los territorios donde la Filarmónica de Berlín necesita ser la número uno. Un par de apariciones como invitado entre Metropolitan Opera, Covent Garden e Concertgebouw no dejaron impresiones memorables. Nunca ha estado de gira por Japón o China. Apenas ha realizado grabaciones. Berlín tendrá que construir su perfil de cero antes de 2018, si quiere mantener su mito de la mejor orquesta del mundo con el director vivo más destacado.
Ni siquiera la propia orquesta, de cierta manera, está en paz consigo misma. Los seguidores de Thielemann se quedan insatisfechos; su elegido mantuvo una pelea recientemente con Petrenko en Bayreuth. Un visitante que observó la orquesta entre bastidores dio cuenta la semana pasada de un nivel elevado de tensiones personales en el seno de la Filarmónica. Le tocará a Petrenko resolver las enemistades, y no será fácil.
Si consigue despejar los fantasmas, Berlín puede aspirar a niveles de energía en la creación musical que no ha experimentado desde las primeras temporadas de Rattle. Petrenko no escatima nada en sus pasiones musicales y transmite tanto a los músicos como al público la sensación de que esa música no puede ser tocada de ninguna otra forma. Es un maestro genuino. El candidato del compromiso puede todavía demostrar de haber sido una elección inspirada.
© Norman Lebrecht, Junio 2015
Babelia
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