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San Sebastián 2016, capital cultural al borde del rescate

El PNV asume el reto de enderezar el rumbo de un proyecto sacudido por la polémica

Eneko Goia (derecha) y Markel Olano, candidatos del PNV a la alcaldía de San Sebastián y a la Diputación de Gipuzkoa, respectivamente, durante un acto electoral.
Eneko Goia (derecha) y Markel Olano, candidatos del PNV a la alcaldía de San Sebastián y a la Diputación de Gipuzkoa, respectivamente, durante un acto electoral.JAVIER HERNÁNDEZ

Faltan seis meses para que arranque San Sebastián 2016, la Capital Europea de la Cultura, y el proyecto debe concretar su programación, impulsar su comunicación y cerrar patrocinios privados. Es el resultado de seis años de una gestión a trompicones, sacudida por múltiples polémicas políticas.

 La capitalidad, imagen de España el próximo año en Europa, fue impulsada por un alcalde socialista, Odón Elorza, ha sido gestionada por uno de Bildu, Juan Karlos Izagirre, y se celebrará bajo el mandato de uno del PNV, Eneko Goia, a quien el reloj le marca la urgencia de liderar un proyecto que debe concretar su programa, impulsar su comunicación y cerrar patrocinios privados, como él mismo apunta. Enderezar el rumbo.

El proyecto, según cálculos del Ayuntamiento, creará 1.804 puestos de trabajo, atraerá 1,4 millones de visitas, y supondrá un impacto económico de 221 millones.

Cronología de una polémica

San Sebastián es elegida en junio de 2011 Capital Europea de la Cultura para 2016. La decisión provoca que Córdoba, otra de las candidatas, denuncie en los tribunales la resolución porque aseguraba que respondía a motivos políticos.

La capitalidad nombra en julio de 2013 a Itziar Nogeras directora del proyecto bajo la sospecha de un amaño por parte de Bildu. Nogeras comunicó que se incorporaba a San Sebastián 2016 antes de que se convocase el concurso público por el que fue elegida.

Nogeras dimite en abril de 2014 y sume al proyecto en su peor crisis. La incertidumbre se cierra en septiembre, cuando la fundación nombra a su sucesor, Pablo Berástegui.

El Ministerio de Cultura presenta a comienzos de 2015 una denuncia por una subvención a una campaña de promoción del euskera por 400.000 euros contra el patronato, la principal crisis política sufrida por el proyecto. El patronato se divide: de un lado, Ayuntamiento y Diputación de Gipuzkoa, en manos de Bildu; del otro, el Gobierno central y el vasco.

El camino “será largo, pero apasionante”, aseguró Elorza, cuando anunció en marzo de 2008 la candidatura de la ciudad. El sendero ha sido más bien tortuoso. Recién nombrada San Sebastián, en junio de 2011, tuvo que hacer frente a las acusaciones del resto de candidatas a que su designación —la izquierda abertzale justo acaba de hacerse con la alcaldía de la ciudad—, respondía a motivos políticos, y no culturales, incluida una denuncia en los tribunales.

Y si el desarrollo de la legislatura se ha saldado con el cierre de las crisis internas tras la designación de su director, Pablo Berástegui, la bronca política no solo no se ha disipado —dudas sobre la implicación y liderazgo de Bildu en el proyecto, acusaciones de un supuesto amaño de la coalición en el nombramiento de una de las directoras de la capitalidad...—, sino que ha aumentado, con la división del patronato de la fundación que rige el proyecto.

Tras las pasadas elecciones municipales del 24 de mayo, los nacionalistas gobernarán el Ayuntamiento y la Diputación de Gipuzkoa, dos de las administraciones que conforman el patronato, además del Ministerio de Cultura (PP) y el Gobierno vasco (PNV). La salida de la izquierda abertzale da una estabilidad a la capitalidad que hace tiempo no tenía.

Gran reto

“El mayor reto que tiene el proyecto es el de concretar su programa, para que una vez cerrado se pueda mover la obtención de patrocinios y se impulse la comunicación e ilusionar de nuevo a la ciudadanía”, resume Goia, quien también asumirá la presidencia de la fundación.

Goia, prudente, esboza sus intenciones: “Nuestro papel debe ser el de no introducir un debate político en la elaboración del programa, tenemos que tener la suficiente amplitud de miras para respetar la autonomía del proyecto”.

Pero si el PNV promete dejar hacer en el plano cultural, Goia se compromete, en cambio, a implicarse directamente en dos de los problemas fundamentales a los que debe hacer frente San Sebastián 2016: la búsqueda de patrocinios y la reinstauración del consenso en el dividido patronato.

El propio director de San Sebastián 2016 reconoció ante el comité de seguimiento del proyecto, compuesto por expertos culturales, el recelo de las empresas a involucrarse hasta que no se supiera el resultado de las elecciones. Bildu ha mantenido a lo largo de la legislatura unas pésimas relaciones con Kutxa, la caja guipuzcoana, algo que, como asumió Berástegui, ha influido en las conversaciones con la entidad financiera para sumarse al proyecto.

Goia también se ha propuesto cerrar la división abierta en el seno del patronato después de que el Ayuntamiento y la Diputación de Gipuzkoa aprobaran otorgar el pasado septiembre una subvención de más de 400.000 euros a Kontseilua (consejo de organismos sociales del euskera) próxima a la izquierda abertzale, para la organización de una cumbre lingüística contra el criterio del Ministerio de Cultura y del Gobierno vasco.

El Gobierno central interpuso una denuncia contra la resolución por violar la ley de contratos del sector público. La Consejería de Cultura llegó a plantearse su implicación en el proyecto. Hasta entonces las decisiones habían sido aprobadas por unanimidad en el patronato. “Hay que volver al consenso y esa es una responsabilidad nuestra”, defiende Goia.

Programa etéreo

Las dudas sobre la marcha de San Sebastián 2016 volvieron a multiplicarse cuando el pasado mes de abril la Comisión Europea hizo público el informe de seguimiento del proyecto. El texto señalaba que existía, a medio año para que empiece, un “preocupante elevado número de proyectos que aún están en fase de definición (75%), frente a los que se encuentran en fase de producción”, y emplazaba al equipo de la capitalidad a concretar todas las actividades antes del verano.

El proyecto además siempre se ha enfrentado a un problema añadido por su propia filosofía. Así como otras capitales culturales han aprovechado su designación para la construcción de una infraestructura, o potenciar un sector quizás hasta entonces descuidado, San Sebastián ha apostado por un programa que llevaba por título Cultura para la convivencia, una idea etérea, de difícil concreción.

La capitalidad, de momento, ha avanzado 30 de las cerca de 100 actividades que compondrán el programa final. La envergadura y alcance de las mismas varia, desde la exposición Tratado de Paz, una de las grandes apuestas de la iniciativa, que propone un recorrido sobre la representación artística de la paz y de la guerra, a la celebración de un concierto que reunirá a 20.000 alumnos de música procedentes de escuelas de 26 países.

Otro de los, de momento, grandes proyectos de referencia es la representación de Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, con la que se conmemorará el 400 aniversario de la muerte del dramaturgo. Un parque de la ciudad será el escenario para la representación de las funciones y el público encarnará el papel de los invitados al banquete nupcial.

Junto a la concreción del programa el equipo del proyecto ha impulsado en los últimos meses los trabajos relacionados con la búsqueda de patrocinios, como explica su director, Pablo Berástegui. Las gestiones realizadas se han encaminado a la puesta en contacto con grandes empresas, las que se convertirán en patrocinadores globales, y con otras de menor tamaño para la colaboración con actividades concretas.

De los cerca de 50 millones que conforman el presupuesto del proyecto, cuatro se deben cubrir con aportaciones privadas. Cuatro personas de la capitalidad trabajan en esta área.

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