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EN PORTADA / LIBROS

Violencia estructural

Crece la igualdad entre los países; decrece entre los ciudadanos, dice el sociólogo sueco Göran Therborn

Enrique Gil Calvo
Un turista da limosna a un mendigo en Madrid.
Un turista da limosna a un mendigo en Madrid.Bernardo Pérez

La desigualdad es el tema de moda en las ciencias sociales, como revela el best seller de Piketty El capital en el siglo XXI (FCE, 2014). Y no es extraño que sea así, pues como ya denunció Stiglitz (El precio de la desigualdad, Taurus, 2012), a causa de la crisis financiera se ha multiplicado exponencialmente en todos los países y especialmente en el nuestro. Lo habitual es analizar semejante lacra en términos económicos, según el ejemplo de esos autores citados. Pero hay otro modo de investigarla, y es hacerlo en clave epidemiológica como una deletérea enfermedad que está devastando al cuerpo social, según la perspectiva sistémica que marcaron Wilkinson y Pickett (Desigualdad, Turner, 2009) o Stuckler y Basu (Por qué la desigualdad mata, Taurus, 2013). Así la hace también esta otra obra fundamental.

Göran Therborn es un sociólogo sueco que se dio a conocer en los años setenta como miembro de la generación de marxistas analíticos comandada por el noruego Jon Elster. Su obra cumbre de esa época fue Cómo domina la clase dominante (siglo XXI, 1979), pero después profundizó en los análisis de clase para recalar finalmente en el estudio de la desigualdad global. Su obra reciente anterior a ésta fue El mundo (Alianza, 2012), una sociología histórica de la humanidad con enfoque sistémico, supranacional, sociodemográfico e infraestructural. Y tras esa obra de síntesis, ahora analiza los cleavages fundamentales de la sociedad-mundo, que son precisamente esas múltiples desigualdades sociales generadoras de violencia estructural.

En su modelo, Therborn distingue tres dimensiones de desigualdad social estrechamente relacionadas entre sí: la desigualdad vital que diferencia a los grupos de edad en que se descompone el ciclo biográfico; la desigualdad existencial que segrega a los distintos grupos de estatus por género, casta, etnia, raza, religión, identidad, etcétera, y la desigualdad de recursos que discrimina a las clases sociales por su diferencial acceso relativo al poder y la riqueza. Y esas tres fuentes de desigualdad estructural se activan en función de cuatro mecanismos o magnitudes dinámicas: la distancia o grado de desventaja comparativa; la exclusión que cierra, bloquea o discrimina las oportunidades de acceso; la jerarquía que subordina la distribución de los incentivos, y la explotación que polariza la dominación asimétrica.

A partir de ese marco, Therborn dibuja los procesos históricos que han dado lugar a la actual distribución sistémica de las desigualdades globales, profundizando en las tendencias hoy en vigor que las reducen o amplifican a escala tanto internacional como intranacional. Y en este sentido destaca el hecho de que, desde 1945 hasta 1975, las desigualdades internacionales se acrecentaron por el auge económico de Occidente, mientras las intranacionales se reducían debido a la redistribución keynesiana del gasto social. Pero a partir de 1980, tras la reinstauración del neoliberalismo, ha venido sucediendo a la inversa: las desigualdades internacionales se están aminorando por el crecimiento de los países emergentes (como China e India), mientras que las intranacionales se agudizan por efecto de la devaluación salarial y los recortes del gasto social. De este modo, los escenarios de futuro que Therborn augura quedan devastados por la violencia estructural.

La desigualdad mata. Göran Therborn. Traducción de Francisco Muñoz de Bustillo. Alianza. Madrid, 2015. 216 páginas. 18 euros (digital, 14,99).

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