“Hay parte de la vida de Lincoln que la gente prefiere no saber”
El historiador Michael Burlingame dedicó 11 años de investigación para escribir la biografía del expresidente de Estados Unidos
El historiador estadounidense Michael Burlingame (Washington, 1942) lleva gran parte de sus 73 años estudiando a Abraham Lincoln. A su biografía Abraham Lincoln: A life, considerada por la crítica estadounidense como la más completa hasta ahora, le dedicó 11 años de investigación.
Sentado en un salón de la Casa América, en Madrid, junto a su intérprete, Burlingame confiesa que no esperaba poder destapar datos nuevos de la vida de Lincoln cuando empezó sus investigaciones. El historiador se ríe al recordar la cantidad de información desconocida que halló: “Pensé: ‘Alguien debería reunir todo esto y hacer una nueva biografía’. Pero nadie parecía dispuesto y me dije: ‘Pues lo voy a intentar yo”.
Gran parte de esa información no es, sin embargo, la que se espera de un héroe. “Hay gran parte de la vida de Lincoln que la gente prefiere no saber”, dice Burlingame. Mary Todd Lincoln, la esposa del presidente, le maltrataba, según los datos recogidos por el biógrafo. “Le pegaba, le tiraba cosas, le perseguía por la casa con un cuchillo, le gritaba incluso en público”, asegura Burlingame.
“Lincoln vivía con miedo de que ella le avergonzara”, afirma. Durante sus años como primera dama (1861-1865) aceptó sobornos y comisiones, infló nóminas, vendió indultos y permisos para comerciar el algodón… A Burlingame se le escapa una carcajada al recordar cómo el director de cine Steven Spielberg, tras pedirle ayuda para realizar el guión de su filme sobre el presidente, le dijo: “No puedo hacer una película en pleno siglo XXI donde el principal personaje femenino sea así”.
Internet fue una gran ayuda para su labor bibliográfica, sobre todo, la hemeroteca de los periódicos. “Gran parte de lo escrito sobre Lincoln procedía de fuentes publicadas. Yo investigué fuentes inéditas como cartas o manuscritos”, explica. También buceó en los registros públicos y rescató artículos de opinión escritos por el presidente para la prensa norteamericana. “Es algo que conlleva mucho trabajo. Y me encanta este trabajo”, sostiene el biógrafo con una sonrisa. Para financiar el proyecto, contó con la ayuda de un filántropo rico cuya identidad prefiere no desvelar: “Seguro que no quiere que vayan llamando a su puerta así”, asegura mientras hace el gesto de pedir. Y se ríe.
Lincoln definió la esclavitud como una gran crueldad moral resultado de todas las vilezas” Michael Burlingame, historiador y biógrafo
Además de la pasión por su trabajo, Burlingame irradia una pasión por la moral del personaje. “Lincoln definió la esclavitud como una gran crueldad moral resultado de todas las vilezas”. Al profundizar en el carácter del presidente, ya no se ríe. “Odió la esclavitud desde su infancia”, en su opinión, por similitud a cómo le trataba su padre: “Le alquilaba a los vecinos para que trabajara, y se quedaba con el dinero”. Lincoln siempre se identificó con los esclavos y a su padre, con los esclavistas.
Aunque prefiere no hablar de política, asume que a Lincoln le agradaría ver que los Estados Unidos tienen hoy un presidente negro. Aunque, según Burlingame, no tendría por qué suponerle sorpresa alguna. El presidente admiraba a Frederick Douglass, un hombre negro, líder del movimiento abolicionista: "¡Creo que Lincoln podría imaginar a un hombre como él llegando a la presidencia con el tiempo!". Al ser preguntado si hoy Lincoln sería demócrata o republicano, elude responder y bromea: “Creo que sería un Whig”, dice refiriéndose al grupo político al que pertenecía el presidente antes de formar el Partido Republicano.
Un discurso que vale hoy
Otro descubrimiento que “la gente prefiere no saber”, según Burlingame, es que Lincoln no fue el autor de uno de sus más admirados escritos: una carta de condolencia a una viuda que perdió seis hijos durante la Guerra de Secesión. El historiador asegura que la responsable de la epístola fue la elegante pluma de John Hay, su secretario privado, y que Lincoln tan solo la firmó.
Lo que sí escribió fue el discurso de Gettysburg. Para ello, Lincoln bebió de dos escritores estadounidenses: el teólogo abolicionista Theodore Parker y el destacado miembro del Whig Party Daniel Webster. Y, aunque la célebre frase “un Gobierno de la gente, por la gente y para la gente”, ya la habían mencionado estos antes que él, Lincoln reiteró en este documento que el objetivo de la guerra no era solo mantener unida la nación, sino también el demostrar que la democracia podía funcionar más allá del papel. Burlingame no lo duda: “Es un discurso que podría valer hoy”. Hoy cuando, según el escritor, la idea de democracia se ve amenazada por regímenes sin libertad de expresión, sin parlamentos… Y concluye: “Por todo esto, las afirmaciones de Lincoln sobre el derecho a progresar del mundo son, hoy, especialmente importantes”.
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