La fiesta y el mercado

La RAE limpia, fija, da esplendor, admite a mujeres —todo a su tiempo, no se malacostumbren— y baña de sabiduría y precisión el uso cotidiano de la lengua. La palabra feria la define como “paraje público en que están expuestos los animales, géneros o cosas para su venta”. También significa “concurrencia”, quizá pensando en la marea de los fines de semana, pero aceptamos barco porque en la Feria del Libro de Madrid se exponen los libros y se exponen los escritores, que no se venden —bueno— pero que buscan con la mirada, suplicantes, al lector que elegirá su firma. Sin embargo, mi decir favorito de la palabra feria es el de “fiestas que se celebran con tal ocasión”, la ocasión del “mercado”, y aquí pienso en la feria como encuentro y como celebración: me gusta de la Feria del Libro de Madrid esa posibilidad de asistir a una presentación, charlar con un autor al que admiras, lograr —¡con descuento!— un título que se te resistía y tomarte un granizado, igual que en las verbenas. La Feria es una fiesta porque uno tuitea su felicidad, se entrega al selfi y esquiva a aquellos sobre quienes no le apetece saber nada, igual que ocurre en la vida. En la vida de la Feria del Libro de Madrid el amigo incómodo se llama libro electrónico, al que nunca se invita, quizá por el miedo a que devore el pastel y nos cambie la música. En una Feria que se dice “fiesta” y que se dice “mercado”, no sirve de nada abrazar ciertas tecnologías —redes sociales, streamingy demás— y dar la espalda a las que forman parte del propio libro, y que amplían el negocio y rompen barreras. De la palabra feria indica la RAE una acepción más: “descanso”. Hablamos el lunes 15.

Elena Medel (Córdoba, 1985) es poeta y acaba de de publicar Un día negro en una casa de mentira (Visor), además del ensayo El mundo mago. Cómo vivir con Antonio Machado (Ariel). Obtuvo en 2014 el Premio Loewe de Poesía en la categoría de Creación Joven por Chatterton (Visor).