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Sleater-Kinney, el poder de las chicas combativas

El trío punk norteamericano regresa con un nuevo disco tras una década de silencio

Al referirse a Sleater-Kinney, el trío norteamericano al que pertenece, Janet Weiss dice: “Nuestra banda es la historia de tres mujeres fuertes, poderosas e inteligentes que están cavando un espacio para los que están en el borde, para aquellos que se han quedado fuera”. La batería contesta por correo electrónico preguntas relacionadas con el regreso del grupo, inactivo desde 2005. Ahora que vuelven a verse con ganas de tocar juntas, Corin Tucker –voz y guitarra-, Carrie Brownstein –guitarra- y Weiss regresan con energía renovadas, estado que se refleja No cities to love, uno de los primeros álbumes de peso que tuvo 2015.

“Después de una pausa tan larga y vigorizante, volver a trabajar juntas fue algo novedoso y puro. Nos pusimos como reto hacer el que esperábamos que fuese uno de nuestros mejores discos y no dejamos de mejorarlo hasta que las canciones estuvieron en el punto deseado”. Cuando el álbum apareció, llevaban dos años trabajando en secreto. “Fue un secreto difícil de mantener, sobre todo cuando alguien te preguntaba, “¿qué has estado haciendo?”, y yo respondía, “la verdad es que no mucho”. Pulimos bien las canciones, eliminamos las partes que no tenían suficiente fuerza, reescribimos estribillos… Una vez el disco estuvo terminado todavía tuvimos que esperar meses hasta darlo a conocer al mundo, y esa fue la parte más dura”.

Unos meses antes de la aparición de No cities to love, y preparando el terreno para el regreso de Sleater-Kinney, Sub Pop –su discográfica actual- publicó Start together, una caja de vinilos que recuperaba sus siete álbumes. Janet se niega a elegir un título favorito de entre esos discos (“no hace falta escoger a tu niño favorito, ¿no?”) pero elogia tanto el trabajo de Tucker, que supervisó la remasterización de los álbumes, como el de Sub Pop a la hora de presentar el cofre. “Cuando la tuve en mis manos me sentí muy orgullosa, tenía ante mí toda nuestra obra con un formato tan cuidado. No obstante, solemos identificarnos siempre con el material más reciente, es el que sentimos como más vital y actual”.

Cuando Sleater-Kinney decidieron tomarse vacaciones por tiempo indefinido, gozaban de un estatus envidiable en Estados Unidos. Gozaban de un prestigio acumulado durante más de 10 años y siete álbumes que habían ido elevando el listón creativo del trío. Eran demasiado populares para ser un grupo de culto y demasiado rotundas para entrar en el mercado masivo. “Siempre he pensado que nuestra música es demasiado compleja para entrar en el mainstream. Y aunque trabajamos duro para desarrollar las melodías y hacer estribillos pegadizos en No cities to love, creo que nuestra perspectiva nos mantiene fuera de un mundo masivo en el que seguramente no encajaríamos”.

Esa integridad artística hizo de Sleater-Kinney un estandarte de la independencia musical en la época posterior a la muerte de Kurt Cobain, justo cuando los ideales de los que se alimentaba la música alternativa parecían haber saltado en pedazos con el tiro que se llevó la vida del cantante. Aunque en los últimos años operan desde Portland, el trío nació en Olympia, la ciudad del estado de Washington donde se fraguó el indie norteamericano más combativo de esa década. Uno de sus frutos fue las riot grrrl, una serie de bandas femeninas que preconizaban un feminismo defendido también por varones como el propio Cobain.

Weiss elude las preguntas respecto a esa etapa –ella entonces no pertenecía aún al grupo- y resume la actitud antisexista del trío: “La igualdad de derechos es algo por lo que vale la pena luchar”. Sleater-Kinney mantiene una actitud heredada de toda aquella escena de los noventa, funcionar según unos principios éticos y artísticos, no renunciar a difundir un mensaje que haga pensar al oyente. “La música, especialmente la underground, puede reflejar un descontento cultural. La juventud de hoy parece menos cabreada de lo que lo estábamos nosotras cuando éramos jóvenes, así que no me sorprende que no haya más música con una actitud rebelde. La cultura dominante siempre ha buscado apaciguar a las masas así que es tonto esperar que la música pop haga algo más que eso. En cuanto a nuestro mensaje, su importancia radica en que para nosotras es verdadero, puro y sin adulterar. Quizá eso haga que tenga significado también para otras personas”.

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