“Nos gusta el drama en la música”
La banda The National desgrana su contenido rock en dos conciertos en España
Son una de esas escasas raras bandas capaces hoy en día de aunar popularidad y credibilidad. En sintonía con los Wilco de hace unas temporadas, o con los Arcade Fire de hace unas cuantas menos, los norteamericanos The National comparten sus letanías de contenido aliento épico con audiencias multitudinarias. En grandes conciertos al aire libre o en festivales de taxonomía diversa. Sin apenas tiempo para digerir sus últimas apariciones en nuestro país (nos visitaron el pasado mes de octubre), este jueves actúan en Santiago de Compostela, en el Recinto Ferial de Amio (dentro del LAPSO Musical Experience) y el sábado lo harán en Murcia, como uno de los principales reclamos del festival SOS4.8.
Matt Berninger (Cincinatti, Ohio, 1971) es su líder. Ese tipo trajeado que, copa de vino tinto en mano, comparte con las masas sus cuitas de mediana edad. Ese atribulado cuarentón con look de discreto oficinista que se retuerce, se desgañita y prácticamente exorciza todos sus demonios interiores de una forma mucho más hirviente de lo que cualquiera hubiera podido prever hace unos ocho años, cuando la banda comenzaba a hacerse un hueco en los escenarios de nuestro país y, curiosamente, focalizaba sus directos en andanadas eléctricas mucho más directas e hirientes, como Abel o Mistaken For Strangers. “Siempre he tenido miedo al escenario, y el beber vino me hace sentir más relajado y cómodo”, reconoce, al tiempo que asume que el directo es “una combinación de nervios y excitación, que ha provocado que a la banda le haya costado su tiempo el desenvolverse con naturalidad sobre el escenario”. ¿Es ese paroxismo escénico que ahora exhibe una forma de transformarse en una personalidad distinta, capaz de desafiar a la timidez, tal y como haría cualquier actor sobre un estrado?: “Creo que tiene más que ver con la transmisión de energía con nuestros fans que con el exorcismo de demonios interiores que comentas, la verdad, y nos resulta asombroso que tanta gente conecte y aprecie nuestra canciones cuando las tocamos en directo”, remacha.
El triunfo de la banda de Brooklyn ha sido el logro de unos corredores de fondo. La plasmación definitiva de todo el potencial sobre el que, en un sigiloso e insistente runrún, los medios especializados venían alertando desde los tiempos de Sad Songs For Dirty Lovers (Brassland, 2003) y Alligator (Beggars Banquet, 2005), su segundo y tercer álbum. Lo curioso es que su mayor cota de popularidad haya llegado a través de una depuración de estilo que ata muy en corto los siempre peligrosos brotes de épica. Un componente fácilmente inflamable en manos poco diestras, que ellos han modulado a través de composiciones que no siempre gozan de la combustión espontánea que el gran público demanda. Quizá esa sea una de sus mayores virtudes. “Nos gusta el drama en la música, pero siempre tratamos de evitar redimensionarlo para que no suene pomposo, porque al fin y al cabo nuestras canciones reflejan nuestras reflexiones colectivas y personales, tanto en el plano musical como en las letras”, reconoce. La sobredimensión, en todo caso, les sobrepasa desde el momento en el que las canciones pasan a pertenecer también a la colectividad a la que van destinadas, y que a final es la que les aclama: “En un principio siempre pensamos en escribir canciones que toquen nuestras emociones, pero estas cobran una nueva vida desde el momento en que las tocamos en directo”, asiente.
He tenido miedo al escenario y el beber vino me relaja” Matt Berninger, líder del grupo
La penetración popular de la banda, avalada por álbumes como Boxer (Beggars Banquet, 2007) y, sobre todo, por los más recientes High Violet (4AD, 2010) y Trouble Will Find Me (4AD, 2013), tiene ahora mismo su correlato en un documental que ha dirigido el mismísimo Tom Berninger, realizador ignoto hasta ahora especializado en películas de terror de bajo presupuesto, que tiene a mayor gala el hecho de ser hermano pequeño de Matt y ocasional roadie de The National. Se llama Mistaken For Strangers, y fue estrenado en los festivales de Tribeca, Londres y Sydney. Y parece que, aunque tiene a la banda en la carretera como foco central, se aleja por completo del rockumental al uso: “Refleja la vida de Tom cuando viene de gira con nosotros, básicamente jodiéndolo todo y luego tratando de recomponer las piezas (de su vida y de la película), con lo que no responde a un típico documental, sino más bien a una historia familiar en la que todos tratan de que las cosas salgan bien, o al menos tal y como estaban planeadas”, nos comenta acerca de una historia que destila humor cáustico a la hora de reflejar el contraste entre el hermano triunfador, la estrella del rock que encarna Matt, y el eterno aspirante fracasado a nuevo Sam Raimi o Peter Jackson que se concreta en el perfil de su hermano Tom.
Curiosamente, y ya que hablamos de hermanos, la figura de Matt Berninger como punto de anclaje entre las dos parejas de hermanos que completan la banda (los Dessner, Aaron y Bryce; y los Devendorf, Bryan y Scott) resulta central para entender la prolongada y estable fertilidad de The National. Así que resulta inevitable consultarle a Berninger si, al margen de haber resuelto sus diferencias cinematográficamente con su hermano proscrito (quien además aborrece el indie rock y suspira por el heavy metal), cree que su figura ejerce alguna clase de equilibrio dentro del proyecto, como punto de encuentro entre dos parejas de hermanos. Él le resta importancia: “El factor de hermandad es importante, pero el equilibrio reside más en lo que tenemos en común las cinco personas, porque al final es algo que rebasa los límites familiares: hemos acabado conociéndonos tan bien y durante tanto tiempo que es como si fuéramos una familia”, matiza.
Con la banda ahora mismo en standby creativo (“no hemos empezado aún a componer nada nuevo, aunque siempre tenemos ideas de hacer algo diferente: probablemente cuando descansemos de las giras, nunca tardamos demasiado”) y exprimiendo los réditos de sus últimos discos, Matt Berninger nos revela cuáles son las bandas y los músicos que ahora mismo forman parte de su menú como ávido consumidor de música pop. Un listado que comienza con los Cloud Nothings y termina con The Grateful Dead (“nos encantan, y estamos trabajando en un álbum benéfico basado en sus canciones”), pasando por “Can, Grimes, Joni Mitchell, The Clash, Cass McCombs, Wild Beasts, Chromatics, The War on Drugs o The Band”.
No es mala selección, desde luego, para ir amenizando los largos tiempos de espera entre actuación y actuación. O para ir calentando motores ante sus dos conciertos hispanos de esta semana, acogidos con el calor propio de un público que hace tiempo que les venera: “Cada concierto que hemos hecho aquí, desde el más pequeño en la Moby Dick de Madrid hace años hasta los que hemos dado en festivales, han supuesto para nosotros toneladas de diversión, así que no podemos más que estar agradecidos a nuestros fans en España por el amor y la energía que nos transmiten”.
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