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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Apueste y pierda

La sensación de que nuestra pantalla televisiva está saturada de reclamos publicitarios que aglutinan sin respeto las imágenes no es casual

David Trueba
Publicidad de apuestas en un partido de fútbol
Publicidad de apuestas en un partido de fútbol

Un poco por decoro, el Gobierno ha decidido moverse ante la proliferación de los anuncios de casas de apuestas en la televisión. La vigilancia sobre estos excesos es demasiado relajada. Hace poco, supimos que los programas más elogiados de cocina incumplen la normativa sobre emplazamiento de publicidad de marcas. La sensación de que nuestra pantalla está saturada de reclamos publicitarios que aglutinan sin respeto las imágenes no es casual. En lo que respecta a la publicidad del juego no es la primera vez que asoma un sinsentido evidente. Hace años que las marcas de tabaco y de bebidas alcohólicas debieron transformarse o crear líneas de productos blancos para poder anunciarse en eventos deportivos. Se trataba de limpiar, dada la enorme afluencia de público infantil y juvenil, la sobrecargada exposición a productos nocivos.

Pero toda ley destapa una contradicción. Y con el paso de los años vemos que la relación del deporte y las casas de juego se ha convertido en un matrimonio estruendoso. Lo que empezó en las camisetas de algunos clubes, dando por sentado que la ludopatía era un mal más llevadero que el alcoholismo, se ha traspasado a las pantallas y las casas de apuestas son un acompañamiento directo del partido. Ahora, con las televisiones involucradas, hasta los locutores se permiten recomendarnos apostar durante el desarrollo de la competición. No solo eso, sino que entre los análisis variados tiene que estar incluido el baremo que ofrecen las casas de apuestas. Se diversifican así los ingresos publicitarios, creando una competición paralela. Como dice una marca de apuestas con bastante éxito, el que no juega no gana. Y aquí ganan todos los que juegan.

El Consejo del Audiovisual Andaluz ha sido el más crítico con las nuevas medidas del Gobierno. La posibilidad de que, en horario infantil, siga relacionándose el deporte con las apuestas no es un miedo injustificado. A día de hoy, casi el 30% de los anuncios de juego en la Red que se emiten por televisión se hace en ese horario. Cada intento de limpiar un poco los contornos del deporte espectáculo suelen chocar con intereses demasiado avariciosos, pero lo que no es aceptable es que la legislación se proponga un camino para traicionarlo a cada paso.

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