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Carla Guelfenbein: secretos y servidumbres del talento, la mentira y el amor

'Contigo en la distancia' rinde homenaje a la brasileña Clarice Lispector

Carla Guelfenbein, en una imagen de 2010.
Carla Guelfenbein, en una imagen de 2010.Daniel Mordzinski (EL PAÍS)

A las seis y cuarto de la mañana, Carla Guelfenbein empezó a descubrir que el pasado nunca termina de pasar. Siempre es presente. Y el suyo venía de un siglo atrás, desde el pogromo de Ucrania, y se hacía más claro conforme avanzaba la mañana en Santiago de Chile al hablar de su nueva novela con varios extraños. Todo empezó cuando el teléfono la sacó de la cama con la noticia de que había ganado el XVIII Premio Alfaguara de Novela por Contigo en la distancia. Por contar una historia de suspense literario llena de secretos que hablaba de los recovecos y las servidumbres del talento, la mentira y el amor de, según el jurado, “tres generaciones que, sin saberlo, comparten un secreto poético que es al mismo tiempo un secreto existencial”.

La autora (Santiago de Chile, 1959) pensaba que durante tres años había escrito solo una historia inspirada en su propio pasado, sin darse apenas cuenta de que la de sus padres y abuelos se abría paso sigilosa. Al final son tres grandes secretos: el primero tiene que ver con la novela y el lector solo lo descubrirá cuando lea la historia de la escritora Vera Sigall. Al tiempo que este personaje entra en coma, una estudiante quiere hacer su tesis sobre ella y se ve obligada a entablar amistad con un joven vecino de la autora para intentar obtener la mayor información posible. La novela se trenza, así, en dos líneas narrativas protagonizadas por estos dos jóvenes en el presente y por la escritora, en los años 50.

El segundo secreto sí se puede revelar ahora, admite Guelfenbein: “La protagonista rinde homenaje a la escritora brasileña Clarice Lispector”. Para ello hay un doble motivo, añade: “Uno racional y otro emocional: la prosa de Lispector es en apariencia oscura e incomprensible, pero una vez has entrado en ella le otorga al lector muchas visiones del mundo y de sí mismo. Y lo emocional tiene que ver con el tercer secreto: el origen y recorrido de la familia de Lispector y el de mi propia familia: ambas de origen judío debieron huir de Ucrania por cuestiones de raza al comienzo del siglo XX. La diferencia es que la suya llegó a Brasil y la mía a Chile”.

Un galardon en español que enriquece el idioma

Javier Cercas, presidente del jurado del XVIII Premio Alfaguara de Novela, creado por Isabel de Polanco en 1998, ratificó lo que ha dicho otras veces: “No me siento un autor español, sino en español, porque es algo más rico y más amplio”. Lo dijo como preámbulo al anuncio del ganador de esta edición, la chilena Carla Guelfenbein, y recordar que este es un premio de literatura en español “y eso es importantísimo”.

Una idea igual a la expresada, un par de minutos antes, por Nuria Cabutí, directora general de Penguin Random House, grupo al que pertence Alfaguara desde el año pasado. Cabutí destacó la proyección panhispánica del premio que su grupo va a mantener en esta nueva etapa: “Queremos que mantenga ese espíritu que lo ha inspirado en 18 años”, aseguró. Recalcó el prestigio del galardón que, según ella, “radica en la calidad de los autores y las obras y a la selección del jurado”.

Esta edición, presidida por Cercas, contó con Héctor Abad Faciolince, Ernesto Franco, Berna González Harbour, Concha Quirós y Pilar Reyes (con voz pero sin voto). El galardón, dotado con 175.000 dólares (130.000 euros) y una escultura de Martín Chirino, se concede a una obra inédita escrita en castellano.

Según el acta, la obra de Guelfenbein “es una novela de suspense literario construida, con gran eficacia narrativa, en torno a un memorable personaje femenino y al poder de la genialidad. La autora ha sabido entrelazar amores y enigmas con una escritura a la vez compleja y transparente. Tres voces muy bien ensambladas iluminan las zonas oscuras de la mentira y de la verdad, del talento y de la mediocridad, del éxito y del fracaso. Centrada en la ciudad de Santiago de Chile, la historia abarca tres generaciones que, sin saberlo, comparten un secreto poético que es al mismo tiempo un secreto existencial”.

El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince destacó la presencia femenina en la novela; para Ernesto Franco, de la editorial italiana Einaudi, la clave está en las voces con sus matices, los personajes y la estructura; mientras que Concha Quirós, de la librería Cervantes de Oviedo, señaló la cualidad de una novela de calidad que promete venderse bien.

Contigo en la distancia, fue la elegida de un total de 707 originales recibidos. De ellos 320 procedían de España, 106 de México, 102 de Argentina, 77 de Colombia, 41 de Estados Unidos, 32 de Perú, 20 de Chile y 9 de Uruguay.

Entre los invitados estaban teresa Lizaranzu, directora general de Industrias Culturales y del Libro, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte; Emiliano Martínez, vicepresidente de la Fundación Santillana; Antonio María Ávila, de la Federación de Gremios de Editores de España; y escritores como Luis Mateo Díez, Manuel Vicent, Clara Sánchez, Bernardo Atxaga, David Trueba, Jorge Eduardo Benavides, Benjamín Prado, Manuel Rivas, José Ovejero, Carmen Posadas, Manuel Vilas, Ignacio Elguero...

El punto de unión de la novela y el pasado se sitúa en Santiago de Chile en 1977: la familia Guelfenbein, los dos padres y sus tres hijos tuvieron que salir del país durante la dictadura de Pinochet. La madre, una profesora de filosofía en la Universidad de Chile, militante socialista y simpatizante de Salvador Allende, fue secuestrada y desaparecida durante casi tres semanas. Hasta que supieron que estaba en el centro de detención y tortura Tres Álamos. Cuando la encontraron, la madre se fue a Londres con su hija Carla de 18 años. Allí le confirmaron que tenía un cáncer. El resto de la familia viajó. La madre murió al poco tiempo. Y todos empezaron una nueva vida en Inglaterra.

Llegó la hora de elegir carrera y Carla Guelfenbein se decantó por la biología y luego diseño gráfico. En 1986 regresó a Santiago de Chile ante las perspectivas de cambio que se vislumbraban. “Creíamos”, explica, “que teníamos no solo que ser testigos sino participar en el proceso democrático. Al final todo ha sido una paradoja porque mientras mis abuelos tuvieron que huir de Rusia por cuestiones de racismo, dos generaciones después nosotros tuvimos que hacer lo mismo del país de acogida por asuntos ideológicos. Es absurdo todo”.

Huida, secretos, mentiras, intimidades, familia, usurpaciones, identidad y búsquedas de todo tipo, sobre todo de las diferentes clases de amor que están en el ADN de la obra de Guelfenbein, reconocida en su país por: El revés del alma (2003), La mujer de mi vida (2006) El resto es silencio (2009), Nadar desnudas (2012) y Contigo en la distancia (2015).

Esta última, relata la autora premiada, “sin ser una novela metaliteraria parte de hechos reales para adentrarme en los claroscuros de la creación literaria, que sirven también para reflejar los de cualquier manifestación artística”. La médula de la historia es eso, la joven estudiante que quiere hacer su tesis sobre la obra de Vera Sigall, inspirada en Lispector. A partir de ahí surge un remoto pasado amoroso, plagios, venganzas, dudas. Por eso, según Berna González Harbour, periodista, escritora y miembro del jurado, “el genio y el talento se convierten en otro personaje de la novela, y junto a él, la mentira y la capacidad de vivir con ella”.

El Chile de Pinochet, dice Guelfenbein, presente en todas sus obras, tiene en la novela un papel tangencial pero crucial para la vida de la propia autora. Se trata de otro secreto. “Mi madre nunca nos quiso decir qué le pasó durante aquellas tres semanas en el centro de detención y tortura. Pero quiso la vida que durante el proceso de investigación me encontrara con una mujer que había compartido celda con mi madre aquellos días de septiembre de 1977. Eso me llegó muy fuerte y yo no pude dejar de escribir…”.

Otra constante en su narrativa es el amor, los amores de toda estirpe: “El amor ampliado de la familia, de los padres; el amor de la pareja; la atracción y, sobre todo, siempre me ha parecido interesante cómo se constituye una historia de amor en una pareja. Ese es el principal misterio: parejas que se unen, se separan, se distancian… Es el centro de la existencia”.

Eso es lo que articula Contigo en la distancia: “Dos historias de amor, una en el presente y otra en el pasado. Los dos jóvenes llegan a Vera Sigall por caminos diferentes y se encuentran en función de su amor por Vera”.

La vida es la mejor novela, porque, asegura Carla Guelfenbein, “uno escribe con la vida y la vida te va dando elementos que, quieras o no, terminan siendo parte de tu novela. Tú no sabes cuál es la novela que vas a escribir. Pinochet no estaba previsto, y se metió. Es la vida que siempre nos guarda secretos”.

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