María se hace mayor
Miguel Gallardo relata en el cómic ‘María cumple 20 años’ la adolescencia de su hija autista
Miguel Gallardo (Lleida, 1955) ve donde los demás no ven. Y además puede dibujarlo. Miguel Gallardo tiene una hija, María, que ha cumplido 20 años, vive enganchada a la música, memoriza listas inacabables de nombres de personas por poco que permanezcan en su vida, come como una leona hambrienta, recurre a veces a los pellizcos para expresarse y acaba de descubrir que puede dibujar. Miguel Gallardo es un padre angustiado por el futuro de su hija y orgulloso de su presente. Un poco como todos los padres. Un poco distinto también porque María es autista.
Donde los demás vemos óvalos con círculos, Miguel Gallardo sabe que hay rostros hablando. María plasma en sus dibujos momentos de máxima tensión: cuando a su alrededor se produce un parloteo que bombardea y aturde sus sentidos. Algunas creaciones figuran en la exposición Yo veo lo que tú no ves, que ha promovido el propio Gallardo con la colaboración de la Federación Catalana de Autismo y Asperger y que se puede visitar hasta el 24 de mayo en CaixaForum, en Barcelona. Muestra el grafismo de personas con autismo: combinaciones numéricas o alfabéticas, mapas de carreteras de ninguna parte, bellísimos animales fantásticos o los retratos esquemáticos de María.
A estas alturas de su vida, el hombre que inventó a Makoki —contrahéroe underground que se erigió en icono en los ochenta— y que dibuja para The New Yorker es, ante todo, un comprometido activista en la difusión del autismo. En ello ha tenido que ver tanto su hija como el rol público al que le catapultó algo que algunos juzgan tan banal como un cómic.
En 2007 Gallardo publicó María y yo (Astiberri), un álbum donde anotaba con humor, ternura y sencillez la rutina de las vacaciones con su hija en un hotel canario tomado por alemanes. Se convirtió en un éxito: más de 20.000 ejemplares vendidos en España, traducciones a nueve idiomas (el último, el ruso, en 2014) y un premiado documental que convirtió a María en una estrella con clubes de fans y a Miguel, en el padre de la artista. Pese a ello, el dibujante desechó durante años las sugerencias para abordar una segunda parte.
Primero por cierto espíritu punki: “Nunca he vivido de hacer cómics, me puedo permitir hacer lo que quiera. Ahora la idea de la gente es dar el pelotazo. Además de frívola, me parece una tontería porque nadie tiene la fórmula del éxito. Yo prefiero cosas de largo recorrido”. Y después, por temor a romper la magia de María y yo. “Es difícil superar algo tan redondo, tan personal. Siempre digo que tardé dos meses en hacerlo, pero 13 años en mascarlo. Pensaba, además, que ya había contado todo lo que tenía que contar”.
El autor se ha convertido en un activista de la causa de los discapacitados
Hace un año flaqueó. Su misión divulgadora se impuso. ¿Acaso abundan obras sobre la adolescencia de un autista? ¿Cuántas de ellas caen en la negrura o la compasión? “Decidí repetir el esquema y hacer un diario de las vacaciones de María, que ahora tiene nuevos intereses como adolescente”. María cumple 20 años (Astiberri), que se publica a finales de marzo, conserva del anterior el dibujo desnudo de color y efectos. Minimalista, con dosis de humor y de pesadumbre, directo al grano y al corazón. “La preocupación por el futuro siempre está en mi cabeza. María no podrá ir a la universidad, ni podremos ir al cine juntos a ver la última película ni podré meterme con su novio... Esto es lo que me ha tocado a mí. Yo no puedo disimular. María es como es y ya está. Es jodido, pero te da una ventaja de salida: no tengo que disimular. Yo no aspiro a que María pueda leer o escribir, sino a que se vista sola y tenga más autonomía”.
Tras dos décadas de convivencia con el autismo —aunque su hija no fue diagnosticada como tal hasta los ocho años—, Miguel Gallardo se ha convertido en un referente en la lucha por los derechos de los discapacitados en cualquier frente, ya sea dando charlas o filmando documentales de animación como Academia de especialistas, donde presenta los superpoderes de niños con trastornos de autismo. En ese tiempo ha superado todas las fases que van de la negación a la aceptación. Ya ni siquiera aspira a saberlo todo. “No puedes ser un profesional, eres un padre. Lo más útil es comportarte como un padre y tener sentido común. Yo no soy un padre perfecto, pero la persona más entendida en tu propio hijo eres tú”.
El padre de Makoki es ahora el padre de María, “aunque no habría hecho María y yo sin Makoki”. Ya no dibuja igual. Ni es la misma persona. “María me cambió la vida. Ahora me gusto más. Ella te obliga a un aprendizaje permanente, me enseñó a tener paciencia”. Padre e hija comparten varias cosas: el afán por el orden y, al menos, una camiseta con un lema ya inolvidable: Be water my friend.
Babelia
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