Gabriele Finaldi, ‘número dos’ del Prado, dirigirá la National Gallery
El director adjunto de Conservación e Investigación del Prado ya trabajó con anterioridad en el centro público londinense
La noticia del nombramiento de Gabriele Finaldi (Londres, 1965) al frente de la dirección de la National Gallery, el principal museo londinense, ha revolucionado el normalmente aplacable ámbito de las pinacotecas, un fichaje de alto voltaje por cuanto la salida de Finaldi deja tocado el Museo del Prado, donde desempeñaba el cargo de director adjunto desde septiembre de 2002 y donde es más que la mano derecha del director, Miguel Zugaza.
Aunque hace tiempo que se venía rumoreando, la noticia ha sido difundida este jueves por la edición online del Financial Times. Tanto en la National Gallery como en el Museo del Prado declinaron comentar el nombramiento. En el museo madrileño argumentaron que Finaldi se encuentra de viaje fuera de España y que no dirán nada mientras no lo haga la National Gallery y el Gobierno. No obstante, según el Financial Times, David Cameron habría dado el visto bueno al nombramiento del experto angloitaliano. Finaldi conoce perfectamente su nuevo destino ya que fue conservador de pintura italiana y española en la National Gallery entre 1992 y 2002.
El puesto de director de la National Gallery está vacante desde que Nicholas Penny, al frente de la institución desde 2008, anunciara su retirada en junio del año pasado. Desde entonces, son muchos quienes se han postulado para el cargo. Entre los más conocidos se encuentran Taco Dibbits, director de colecciones en el Rijksmuseum, Axel Rüger, director del Museo Van Gogh y Lucas Syson, director de escultura europea y artes decorativas en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Casado con una española y padre de seis hijos, Finaldi ha sido un hombre clave en la modernización del Museo del Prado. Con él al frente y siempre con el visto bueno de Miguel Zugaza, como le gusta advertir, se han reordenado las colecciones del museo.
De trato siempre afable y elegante, bajo su criterio, la colección ha tomado nueva vida para ser expuesta de manera cronológica y por escuelas. En una entrevista realizada con este periódico en plena remodelación de la pinacoteca, adelantó sus líneas maestras. “Las colecciones medievales y renacentistas pueden estar mucho mejor representadas de lo que están y tenemos obras magníficas para conseguirlo. Además, queremos mostrar las obras maestras que el Prado posee del siglo XIX, un periodo magnífico que el público sólo ha podido conocer a fondo durante la exposición temporal con la que se inauguró la ampliación”.
Pero también su criterio ha sido determinante en el aspecto actual de la galería central, el espacio más emblemático del museo, donde se pueden ver 59 obras, todas de gran formato. El resultado es un un soberbio espectáculo artístico presidido por Velázquez, la joya indiscutible del museo y en torno al que giran los demás tesoros, según dijo el propio Finaldi durante la presentación del espacio en julio de 2010. Tintoretto, Tiziano, Rubens, Carracci, Horacio Gentileschi, Guido Reni o el propio Goya comparten protagonismo en este singular espacio.
Las publicaciones ligadas a la investigación de las colecciones y la política de restauraciones, desarrolladas por el Prado durante estos últimos años de manera brillante, también han estado bajo la batuta de Gabriele Finaldi. El hueco que deja es una patata más que caliente para el equipo de Miguel Zugaza.
En Trafalgar Square Finaldi se reencontrará con un museo que ya conoce. Su colección de pintura europea del siglo XIII hasta 1900 es una de las más importantes del mundo. Aunque es su política de exposiciones temporales la que ha convertido a la National Gallery en uno de los centros más visitados del planeta. Un artista español, Francisco de Goya, se anuncia como uno de los fenómenos de más visitantes de este año. Será gracias a la exposición Goya: The Portraits, con una selección de retratos del artista zaragozano elegidos por Xavier Bray, un experto en arte español, conservador jefe del Museo de Bellas Artes de Bilbao entre octubre de 2000 y julio de 2002.
Babelia
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