La academia militar del jazz
Llega a España 'Whiplash', una de las sorpresas del año Su director relata la durísima enseñanza musical que él mismo vivió
Hay dos palabras que lo pueden destruir todo. Meses de intentos, años de sacrificios, talentos extraordinarios. Juntos, son los dos términos más dañinos del diccionario inglés, al menos según el profesor Fletcher. Por eso, el enloquecido docente de jazz de la película Whiplash nunca jamás les dirá a sus alumnos “buen trabajo”. Lo que ya ofrece una pista sobre qué cuenta el filme de Damian Chazelle (Providence, 1985), una de las sorpresas del año, que logró ayer cinco nominaciones a los Oscar (entre ellas mejor filme y guion adaptado) y se estrena hoy en España.
“Tenía la esperanza de escribir de algo que conociera y a partir de ahí contar una historia universal. No quería un filme solo para amantes del jazz o la batería, sino para cualquiera que haya tenido un jefe así o ese deseo de ambición”, relataba el cineasta en un encuentro en Cannes, donde Whiplash participó en la Quincena de Realizadores. De ahí que el filme se introduzca en un conservatorio que recuerda a un cuartel militar, para una trama que mezcla partituras y disciplina, melodías y acosos.
Porque el protagonista, Andrew, está convencido de que puede llegar a ser uno de los mejores baterías de la historia. Y está dispuesto a todo con tal de conseguirlo. “Es un debate que me obsesionó y contra el que aún lucho: ¿qué merece la pena hacer por el arte? ¿Cómo se puede dejar una marca en el mundo?”, subraya el director. El pobre Andrew sin embargo se topa con el profesor Fletcher, algo así como el sargento de La chaqueta metálica aplicado a la música. Un tipo que grita, insulta, desprecia y manipula a sus alumnos, con un único objetivo: que el sonido de su orquesta sea perfecto.
“Mi idea era crear un monstruo que concentrara todo lo que se pueda detestar en un personaje, pero que tuviera una filosofía en la que se pudiera creer. Se supone que la música es amor y alegría, pero para él solo es odio hacia gente que no llega al nivel que pretende”, cuenta Chazelle sobre el personaje que le ha permitido al veterano J. K. Simmons llevarse un Globo de Oro al mejor actor de reparto. Una figura que el director conoce bien, ya que tanto el profesor como buena parte de la película están inspirados en su vida. El docente de Chazelle, eso sí, jamás alcanzó los límites inhumanos o de abuso de su alias ficticio.
“Se trata de mis experiencias, de las de músicos que conozco bien y de la historia del jazz. Incluso lo más loco de la película refleja la realidad”, defiende el cineasta. Lo que sorprenderá bastante, por lo menos a cuantos no sabían que el jazz tiene roces con el gore. Normal, por tanto, que muchas de las preguntas que ha recibido Chazelle estos meses vertieran sobre los ríos de sangre que salen de las manos exhaustas del protagonista. “¡Más rápido! ¡Más rápido!”, le grita implacable Fletcher a Andrew, que desafía sus límites físicos para satisfacer al nazi que le enseña jazz. “Recuerdo ese dolor constante, mis manos sangraban todo el tiempo. El filme tiene que ver también con lo físico de la música, a todos se les jode algo: a los trompetistas los labios, a los pianistas los dedos, a un batería directamente toda la mano”, rememora Chazelle.
El cineasta acude a la historia del género para defender que hay una tradición de hostilidad, que lo que hoy es una jam session en su momento fue una competición con ganadores y perdedores. “Es fascinante para mí como la producción de arte esté tan ligada al sufrimiento y la humillación. La historia de Charlie Parker va de eso, y aun así para mí no hay nada más bello que uno de sus solos”, cuenta Chazelle. Lo que el cineasta todavía no podía saber en Cannes es que sería objeto de una polémica precisamente por este último concepto.
Básicamente, entre tantas críticas halagüeñas, Whiplash fue demolida por un artículo de The New Yorker. El autor, Richard Brody, critica que el protagonista se vuelque en estudiar en casa en solitario, sin tocar apenas con otras bandas, lo que en la realidad no sería tan fructuoso. Pero sobre todo el crítico contesta la verosimilitud defendida por Chazelle. En concreto, el malvado profesor encarnado por Simmons aprovecha en la película una anécdota sobre Charlie Parker, según la cual en uno de sus primeros conciertos lo hizo tan mal que Jo Jones no vio otra opción que tirarle las baquetas, intentando abatirle para que dejara de tocar. A partir de ahí, supuestamente, el músico se esmeraría hasta volverse leyenda. Sin embargo, Brody relata que la historia real fue distinta, y Jones intentó darle a Parker varios avisos hasta que se vio obligado a estrellar una baqueta en el suelo para pararle.
“La idea del jazz del filme es una caricatura grotesca y ridícula”, opina el crítico. “Es un trabajo de un didacticismo insignificante, que no honra ni al cine ni al jazz”, añade Brody. Quizás para Chazelle haya aun así un lado positivo. Mejor que no todos te digan: “Buen trabajo”.
Babelia
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